Lo que son las disciplinas auxiliares para la historia Trabajo práctico de la cátedra de Introducción a la Historia del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González
Profesor: Fernando Mastandrea
Departamento de Historia 1º G – Turno Noche Octubre 2011
Martín Sansone Hernán Seibert
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LO QUE SON LAS DISCIPLINAS AUXILIARES PARA LA HISTORIA
INTRODUCCIÓN Las disciplinas auxiliares son, para la Historia, un complemento, una herramienta indispensable con la cual el historiador puede darle sentido a sus investigaciones. Estas poseen un bagaje de conocimientos técnicos en el que el investigador se nutre y así puede evitar errores de interpretación, propios de su desconocimiento de los diversos temas que no son objeto de estudio de la Historia. Existen diversas disciplinas, como por ejemplo, la arqueología, la diplomática, la epigrafía, la numismática, la genealogía, la heráldica, y tantas otras más. Cada una de ellas sirven como herramientas porque aportan contenidos técnicos que enriquecen el trabajo investigativo del historiador. Johan Huizinga afirma que “la historia es la ciencia más dependiente de todas porque ninguna necesita como ella, tan de continuo, el apoyo y auxilio de otras.”
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Braudel, casi a modo de plegaria,
manifiesta: “Es igualmente imprescindible que la reunión de las ciencias sea completa.”
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Es usual que el historiador no esté familiarizado con todas las disciplinas y técnicas posibles por lo que debe recurrir a las conclusiones de los especialistas. Estas ofrecen fuentes de información al historiador, además de darle objetividad y respaldo profesional. En favor de esto, Febvre sostiene que “Concertar perpetuamente nuevas alianzas entre disciplinas próximas o lejanas; concentran sobre un mismo tema, en haz, la luz de muchas ciencias heterogéneas […]”
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Mediante el uso directo o la interpretación de los resultados obtenidos por distintas disciplinas o técnicas, los historiadores analizan las fuentes documentales de un determinado momento histórico o referidos a él por cualquier razón, que permiten extraer, ordenar y analizar información. Sobre la importancia de la arqueología, por ejemplo, y lo que esta le aporta a la historia, Le Goff nos informa “[…] permitió enseguida a la historia extenderse por el amplio territorio de la prehistoria y la protohistoria, y renovó la historia antigua”
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, y así cada una de ellas, día a día con sus aportes, renuevan a la ciencia
histórica. Las disciplinas auxiliares de la historia están estrechamente relacionadas entre sí, y es difícil a veces poder determinar dónde termina una y comienza la otra. Son extremadamente específicas – Le Goff lo ejemplifica diciendo “Con investigaciones sobre piedra, realizadas por geólogos, y con análisis de espadas metálicas realizadas por químicos.”
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– y de ahí su utilidad para el historiador, que aplicará las
metodologías más apropiadas de cada una para sus fines.
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HUIZINGA, Johan. Sobre el estado actual de la Ciencia Histórica. Tucumán. Cervantes. s/fecha. P.8. BRAUDEL, Fernand. La historia y las ciencias sociales. Madrid. Alianza. 1984. P.62. Braudel hace esta afirmación en un momento donde había una total desconexión entre las distintas disciplinas, Estas estaban en pugna continua por diferenciarse en ser cada una la más abarcativa en el estudio de la humanidad. 3 FEBVRE, Lucien y Otros. La enseñanza de la historia y de la geografía. Buenos Aires. Nova. s/fecha. P.10. 4 LE GOFF, Jacques. Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso. Barcelona. Paidos. 1991. P.106. 5 Ibidem. P.105. 2
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PALEOGRAFÍA Nos proponemos en este ensayo echar luz sobre esta disciplina auxiliar de la Historia que es la Paleografía. Pero antes de realizar un análisis sobre ella, sería oportuno exponer un pequeño resumen de cuál es su objeto de estudio: La escritura. “La escritura puede ser todo lo que nosotros logremos leer 6
en ella.” “Por ser la escritura una de las formas menos igualitarias, aquellas cuyo uso está distribuido de manera menos uniforme en la sociedad, su circulación será aquella que mostrará de modo más evidente los condicionamientos y las presiones, las contradicciones y los desniveles del modelo de la sociedad.”
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Bajo palabras de Louis-Jean Calvet: “La escritura viene a ser, dentro de nuestras sociedades occidentales, algo que se da por descontado y sobre lo que no cabe ni preguntarse: la lengua es considerada bajo dos formas, la oral y la escrita, y eso basta. Simplemente, el sentido común ha desarrollado cierto número de ideas aceptadas de las cuales un proverbio latino, citado a menudo, Verba volant, scripta manent, da perfecto testimonio. Si en efecto consideramos cierto este clásico adagio, (las palabras vuelan), lo que significa que la comunicación oral está sometida a la fugacidad, se deduce aquí la principal misión confiada a la escritura: conservar la palabra, puesto que la escritura permanece. La escritura estaría por lo tanto subordinada a la palabra, teniendo por función darle habla al locutor ausente, prolongando su mensaje más allá del eco físico de los sonidos por él pronunciados.”
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Por otro lado, el autor, citando a Lévi-Strauss nos dice: “La escritura es el procedimiento del que actualmente cabe servirse con tal de inmovilizar y fijar el lenguaje articulado, fugitivo por su misma esencia.”
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Por consiguiente podemos entender a la escritura como un sistema gráfico de representación
de la lengua creado necesariamente en base a su persistencia en el tiempo y por su utilidad en dejar rastro físico de la lengua oral. Para ir moldeando un concepto de qué es en sí la escritura, Sáez y Castillo nos acerca a Hajnal que realiza un magnifica apreciación del tema: “la escritura no es un factor aislado y único de progreso: desde su aparición puede tener un desarrollo diferente en las diversas civilizaciones. Y por lo tanto no podemos considerarla simplemente como un medio pasivo, rio, del que disponen las fuerzas del progreso cuando llega el momento de su utilización. La escritura al igual que las otras formas de civilización, es un medio nacido del conjunto de la sociedad: su porvenir depende del carácter sistemático de su penetración en la sociedad.”
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La definición de Paleografía proviene del griego palaios=antiguo, Grapho=escritura, y el sufijo ia que da la idea de ciencia. La paleografía se ocupa pues del origen, desarrollo, evolución y transformación, a través de los siglos, de las formas caligráficas de las escrituras de todos los pueblos, 6 PETRUCCI, Armando. La ciencia de la escritura. Primera lección de Paleografía. Buenos Aires. Fondo de cultura económico. 2002. P. 123. 7 Ibidem. P. 28. 8 CALVET, Louis Jean. “Historia de la escritura”. Buenos Aires. Paidós. 2008. P.13. 9 Ibidem. P.16. 10 SÁEZ SANCHEZ, Carlos y CASTILLO GONZÁLEZ, Antonio. “Paleografía e historia de la cultura escrita: del signo a lo escrito”. En: RIESCO TERRERO Ángel (Ed.). Introducción a la Paleografía y la Diplomática general. Madrid. Síntesis. 1999. P. 25.
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dando las normas y conocimientos necesarios
para descifrarlas, y así leer las cartas, diplomas,
manuscritos y códices, determinando la época y región en que fueron realizadas. “Para hacer historia de la escritura es preciso, con anterioridad, recuperar toda la multiplicidad de sus significados.”
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Se puede considerar como estudio de las escrituras antiguas. Su quehacer sitúa a esta disciplina como la que estudia la historia de la escritura en sus diferentes fases, las técnicas empleadas para escribir en las diversas épocas, el proceso de producción de los testimonios escritos y, en fin, los productos mismos de tal proceso, particularmente en su aspecto gráfico, ya se trate de libros, inscripciones, documentos o escritos de naturaleza individual y privada. Esto significa que existen tantas paleografías como escrituras, por lo que conviene precisar que la que aquí nos interesa es la latina. Sus primeros días de vida comienzan en el momento mismo en que aparece dicho alfabeto, hacia el siglo VII antes de nuestra era, y se extiende hasta el presente, por más que durante mucho tiempo estuviera restringida a las escrituras empleadas durante la edad media, según puede verse al recorrer algunas páginas de su historia conceptual. Como saber científico, con categoría de disciplina cultural y técnica, la Paleografía nace a fines del siglo XVII de la mano de la Diplomática en el campo de los conocimientos eruditos. Aunque fue el monje benedictino Mauricio Bernard de Montfaucon quien empleó el término por vez primera. “Se considera que el primer tratado de la materia o la primera exposición doctrinal con un planteamiento científico se encuentra ya en la obra De re diplomática liibri sex de Jean Mabillon.”
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Con pocas excepciones, desde su fundación hasta finales del siglo XVIII, la labor de la mayor parte de los paleógrafos y eruditos de la escrituras antiguas (por entonces la Paleografía estaba centrada de modo casi exclusivo en los testimonios escritos-librarios y documentales- anteriores a la imprenta) estuvo muy apegada a esa línea de trabajo. Mantuvo su vinculación auxiliar con la diplomática y se caracterizó por un exacerbado interés por las nomenclaturas y clasificaciones de las escrituras, llegando a proponer taxonomías tan precisas que, lejos de explicar la complejidad del hecho escrito como fenómeno sociocultural, propiciaron en la singularidad de cada acto de escritura. No obstante, sería el fetichismo documental del “siglo de la historia”, el XIX, el elemento que proporcionaría el desarrollo científico-académico de la Paleografía y, dentro de ésta, la posibilidad de abundar en la óptica sociocultural, aunque todavía siguieran pensando los hábitos eruditos-positivistas de tan larga tradición en el quehacer de paleógrafos e historiadores. Dicho período se caracterizó por la creación de institutos de investigación histórica vinculados a las “Escuelas Nacionales” nacidas al calor del romanticismo, por la aparición de grandes colecciones documentales y de publicaciones periódicas, por la aplicación de la fotografía a la reproducción de facsímiles y por el descubrimiento de nuevas fuentes paleográficas, en especial los papiros. El primero de dichos institutos fue la École des Chartes, fundada en 1821 para formar a los archiveros y bibliotecarios encargados de manejar los fondos 11 12
Ibidem. P. 21. Frase de Bártoli como introducción al trabajo investigativo de los autores. Ibidem. P. 22.
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desamortizados durante la Revolución sa a la nobleza y las órdenes religiosas. A la par nacieron importantes escuelas nacionales, alguna de las cuales trascendió los umbrales del siglo XIX e influyó de forma decisiva en la doctrina paleográfica de la primera mitad del siglo XX. En palabras de Giorgio Cencetti, los autores afirman: “La Paleografía es: no solo interpretar exactamente los antiguos manuscritos, sino también datarlos, localizarlos y, en general, sacar de su aspecto exterior todos los elementos útiles al estudio de su contenido y, en un plano más amplio, a la historia de la cultura en general.”
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La Paleografía deja de ser el estudio descontextualizado de los tipos de escritura y pasa a definirse en virtud de la consideración del hecho escrito como un producto sociocultural cuyo estudio e interpretación provee de un conocimiento más rico del pasado y el presente. La trayectoria historiográfica que hemos resumido en estas páginas nos sitúa ante una realidad científica sustancialmente distinta y prometedora. La Paleografía, hasta no hace mucho alejada y separada de las corrientes historiográficas más vivas, se introduce, de la mano de una metodología más abierta y receptiva en el camino de la compleja pero fértil renovación de la historia y las ciencias sociales. Abandona el pequeño papel de disciplina de las escrituras antiguas para convertirse en una verdadera disciplina de la historia de la escritura.
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Ibidem. P. 24.
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DIPLOMÁTICA Para comenzar a definir lo que es la Diplomática como disciplina auxiliar de la historia podemos apoyarnos en distintas fuentes. Según la definición del diccionario, la Diplomática “[…] estudia las reglas formales que rigen la elaboración de los escritos que dan cuenta de actos jurídicos (cartas, títulos) o hechos jurídicos (correspondencia, relaciones, etc.)”.
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Tamayo lo precisa de la siguiente manera “[…] materialización por escrito de un acto o negocio, en virtud del cual se crea, se modifica o se extingue una determinada situación jurídica”.
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A su vez Piquera nos lo indica de esta manera “[…] la Diplomática se interesa por el estudio de aquellos documentos cuya característica esencial estriba en su naturaleza y su valor jurídicoistrativo e histórico-testimonial, […] van revestidos de diversas formalidades que le dan carácter probatorio y fuerza legal”.
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Rodriguez nos dice que “La Diplomática es la disciplina que estudia los diplomas”.
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A su vez nos
explica que la palabra diploma proviene del griego que significa “doblado en dos” – de esta forma eran los documentos de bronce (diplomas militares) entregados a los soldados romanos veteranos licenciados del servicio por haber cumplido su contrato. Sobre este concepto Piqueras nos aporta los siguiente: “[…] diversos objetos escritos caracterizados por que sus dos partes constitutivas estaban plegadas sobre sí mismas […]”.
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Si bien en un principio, allá por el siglo XIII, la Diplomática se ocupaba de analizar críticamente – sin método aún – los diplomas como medios probatorios de derechos; hacia finales del siglo XVIII, Jean Jacques Mabillon (1642 – 1707) es quien echa las bases y le da rigor científico poniéndola al servicio de los historiadores.
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En su obra De re diplomática, publicada a mediados de siglo XVII,
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es donde
Mabillon postula los lineamientos científicos de esta disciplina. Con el correr del tiempo, esta importante disciplina va generalizando más su objeto de estudio, pero a la vez, fue precisando más aún su significado. Se determinaron tipos de documentos, ya no era importante que estos estuviesen o no plegados y cerrados.
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Deja de ser la disciplina que se ocupa del
estudio de los diplomas y se convierte en la disciplina de los documentos. Ahora bien, el término documento implica muchas acepciones, resulta demasiado general. No se precisa que clase de documentos, ni sus formas, aspectos u otras características es lo que realmente le interesa estudiar a esta disciplina. Intentaremos echar luz sobre el concepto de documento y sus significados más precisos. 14
El pequeño Larousse ilustrado. México DF. Larousse. 2010. TAMAYO, Alberto. Archivística, Diplomática y Sigilografía. Madrid. Cátedra. 1996. P.55. PIQUERAS GARCÍA, María Belén. “Concepto, método, técnicas y fuentes de la Diplomática”. En: RIESCO TERRERO Ángel (Ed.). Introducción a la Paleografía y la Diplomática general. Madrid. Síntesis. 1999. P.194. 17 RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Ciencias Auxiliares de la Historia. Buenos Aires. Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades. 1992. P.77. 18 PIQUERAS GARCÍA, María Belén. Op. Cit. P.192. 19 RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op. Cit. P.78. 20 PIQUERAS GARCÍA, María Belén. Op. Cit. P.191. 21 Ibidem. P.192. 15 16
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“[…] Documento se refiere a hechos y acontecimientos de la vida y del tráfico jurídicoeconómico.”
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Por su parte, Piqueras, luego de una explicación etimológica y de raíz de la palabra llega a
la siguiente definición: “[…] se llega al concepto de documento como la noticia escrita de un acontecimiento”.
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Debemos mencionar que la Diplomática se encarga de aquellos documentos que se
consideran blandos (cera, papiro, pergamino, papel, etc.) y no aquellos que se consideran duros (piedra, mármol, bronce, etc.) ya que de estos se ocupa la Epigrafía. Tamayo dice al respecto. “[…], debemos rechazar los materiales llamados duros, porque los documentos escritos en ellos son objeto de estudio por parte de la Epigrafía, y los propios de la Diplomática son los escritos en materiales blandos.”
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Prosiguiendo con nuestra investigación, debemos considerar que existen distintas clases de documentos y que estos pueden clasificarse en distintos grupos, según Tamayo. Estos grupos, bajo una óptica jurídica, son: documentos dispositivos o no dispositivos; documentos de solemnidad; documentos de prueba; y documentos públicos o privados.
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a. Documento dispositivo o no dispositivo. – Bajo la forma en que se redacta el documento se desprende su carácter dispositivo: el auto, dispone, manda, ordena, y así se crea una nueva situación jurídica. Cuando esto no queda establecido en el documento, éste no será dispositivo. b. Documento de solemnidad. – Cuando el otorgamiento de un determinado documento es condición inseparable para el surgimiento del negocio jurídico, éste tiene carácter de solemnidad. c. Documento de prueba. – Es aquel que da testimonio de haberse realizado un acto de carácter jurídico. – Es un documento con características probatorias, Da testimonio corroborativo, probando, afirmando aquella situación. d. Documento público. – Es aquel que procede de la autoridad, investida de la competencia necesaria para expedir dichos documentos, en el ejercicio de su función pública. Su falsificación está penada por leyes penales. e. Documento privado. – Este se extiende por iniciativa de personas privadas, ya sean físicas o jurídicas. Un contrato entre particulares sería el ejemplo típico de este tipo de documento. La Diplomática le es funcional a la historia porque nos permite determinar la autenticidad de los documentos hallados y que pueden dar respuesta a muchos interrogantes. En la obra de Piqueras se expresa de la siguiente manera. “[…] Mabillon la definió como “el arte de distinguir los documentos 22
TAMAYO, Alberto. Op. Cit. P.55. PIQUERAS GARCÍA, María Belén. Op. Cit. P.193. 24 TAMAYO, Alberto. Op. Cit. P.55. 25 Ibidem. P.56. 23
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verdaderos de los falsos”, persiguiendo con ello el aprovechamiento y la explotación del documento como fuente histórica escrita con el fin de esclarecer determinados fenómenos históricos.”
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Rodriguez aclara que hay que saber diferenciar entre auténtico y verdadero, y entre apócrifo y falso.
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El explica que si bien, aparentemente, cada par de términos podrían ser sinónimos entre sí, esto
no es así. “Un documento es auténtico cuando ha emanado de la persona que figura en el, en las circunstancias de tiempo y lugar consignadas. En cambio es verdadero si lo hechos que consigna son ciertos”. O sea que la autenticidad está dada por, si es o no es la persona que originó el documento, mientras que lo verdadero de dicho documento está dado por, si son o no ciertos los datos consignados en el. En contraposición a lo mencionado anteriormente prosigue. “De la misma manera puede decirse que es apócrifo si no emana de la persona que lo intitula y en la ocasión y fecha que cita, y es falso si son inexactas sus afirmaciones”. Es indudable que el diplomatista necesita el auxilio de otras ciencias o disciplinas para poder determinar la autenticidad o la veracidad del documento estudiado. “[…] Por este motivo tendrá que recurrir a la Historia, a la Sigilografía, a la Cronología […] a la Epigrafía y Paleografía […] sin olvidar otras […] la Heráldica, la Toponimia […]”
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Con este trabajo se pretendió presentar de forma resumida, algunos conocimientos básicos ya abordados por otros expertos acerca de la Diplomática como ciencia auxiliar de la historia principalmente. No se pretendió descubrir ni aportar aspectos inéditos hasta el momento, sino más bien organizar y exponer algunos conceptos que le dieron, a esta disciplina, su propia identidad.
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PIQUERAS GARCÍA, María Belén. Op. Cit. P.195. RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op. Cit. P.83. Revista General de Información y Documentación. Año 13. Nº 2. Madrid. 2003. P.17.
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SIGILOGRAFÍA La palabra Sigilografía proviene del latín sigillum que significa sello. Como primera aproximación a una definición de lo que es la Sigilografía, podemos decir que es el estudio sistemático o metódico de los sellos con que se han autorizado documentos oficiales. Más específico es Ángel Riesco. “La disciplina científico-técnica que se ocupa del estudio material y formal de los sellos, de su historia y de los distintos sistemas de conservación, restauración, descripción y catalogación de los mismos, recibe en la actualidad el nombre de Sigilografía […]”
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Más abarcativo en el concepto es Rodriguez quién lo define de la siguiente manera. “La Sigilografía es la disciplina auxiliar de la Historia que se ocupa del estudio de los sellos en general […] Podemos definir brevemente la disciplina que nos ocupa como la interpretación y descripción de los sellos.”
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La práctica de la utilización del sello es de muy antigua data. “Desde los tiempos más remotos y en las culturas y pueblos más diversos y lejanos aparece el sello, casi al unísono con la escritura […]”
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Rodriguez es más específico. “El sello comenzó a usarse en Oriente en el tercer milenio antes de J.C. por los sumerios, y sucesivamente por asirios y caldeos. Luego por persas, egipcios y también chinos e indúes”.
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Riesco agrega. “Tales usos, costumbres y normas iniciadas en Egipto, Mesopotamia y el
mundo oriental y más tarde, en Grecia y Roma […]” costumbre usar alguna marca o signo […].
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Tamayo es más breve. “Desde muy antiguo fue
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Ahora bien, ¿cuáles habrán sido los motivos que impulsó la creación del sello? Rodriguez lo explica así. “Mediante el sello […] como demostración de autoridad o propiedad. Su finalidad fue desde muy antiguo autenticar y validar actos públicos y privados en los documentos donde sobre los que se aplicaban […]”
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Según Riesco Terrero “La creación y utilización del sello implica relación directa con el
objeto sellado, y destacan en él alguna de estas finalidades: darle personalidad, garantía, seguridad o validez.”
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En palabras de Tamayo. “Primero fue la firma con el nombre y la rúbrica […] después se
añadió el signo y más adelante, sin prescindir de las formas anteriores, se incorporó el sello. […] para garantizar plenamente […] así como para validar [...]”
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El sello fue portador de legitimidad y autenticidad de la persona que lo utilizara, y ese documento en donde descansaba el sello, a través de él, tenía validez jurídica. Su uso tuvo su período de esplendor y este se alcanzó en los siglos XIV y XV, “El uso del sello se va difundiendo y va arraigando con tanta fuerza, que llega a institucionalizarse como elemento de garantía sine que non, en todo acto o negocio 29 RIESCO TERRERO, Ángel. “Sigilografía”. En: RIESCO TERRERO Ángel (Ed.). Introducción a la Paleografía y la Diplomática general. Madrid. Síntesis. 1999. P.303. 30 RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op. Cit. P.109. 31 RIESCO TERRERO, Ángel. Op. Cit. P.303. 32 RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op. Cit. P.109. 33 RIESCO TERRERO, Ángel. Op. Cit. P.306. 34 TAMAYO, Alberto. Op. Cit. P.273. 35 RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op. Cit. P.109. 36 RIESCO TERRERO, Ángel. Op. Cit. P.304. 37 TAMAYO, Alberto. Op. Cit. P.273.
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jurídico que se haya de hacer constar por escrito.”
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pero hacia el siglo XVI comienza a perder
importancia. Para lograr tal objetivo, el sello debía poseer determinadas marcas o signos mediante los cuales poder identificar o individualizar a la persona o personas que representara. Esto requería el uso de materiales que permitieran, de forma fácil hacer aquellas marcas o señales y luego poder incorporarlo al material escriptorio. Los sellos, según Rodriguez, se clasifican según su forma, tamaño y representación gráfica.
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Es
importante destacar en esto, que el tamaño se relacionaba con la importancia del personaje o institución a la que este pertenecía o representaba. Ahora estos pueden ser agrupados, según Riesco Terrero, por categorías.
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Según el origen o
procedencia y titularidad, estos se agrupan en: a) Reales y principescos b) Nobiliarios c) Eclesiásticos d) Institucionales e) De distintitas autoridades f)
Particulares o privados.
El sello, desde sus orígenes, hasta la actualidad, respetando las épocas y sus distintas normativas le ha asignado y atribuido distintas funciones, cometidos y significados. Garantizó la calidad de los objetos donde estuvo presente, además del origen y propiedad de los mismos. A su vez, permitió la identificación probatoria del titular o de los titulares, además de resaltar su personalidad. Fue un medio y símbolo de suscripción (firma) y de validación, de garantía y credibilidad legal y jurídica istrativa. Si bien, como se mencionó más arriba, el sello tuvo su momento de esplendor y gran protagonismo, es de destacar que no se prescindió del todo del él. Los estados modernos siguen utilizando el sello para solemnizar tratados entre sí por ejemplo. La cancillería pontificia continúa utilizándolos en sus documentos más importantes. Y nadie deja de utilizarlos en su formato actual – impreso en imprenta o en relieve.
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Ibidem. P.274. RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op. Cit. P.119. RIESCO TERRERO, Ángel. Op. Cit. P.310.
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HERÁLDICA
“En el mundo de los símbolos todo es cultural y debe estudiarse en relación con la sociedad que los utiliza, en un momento dado de su historia y en un contexto preciso.”
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“Ya no distaba de la ciudad más de cien estadios, cuando se presentó un heraldo pidiendo treguas.”
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Entendemos a la Heráldica como disciplina auxiliar de la historia, la cual considera los emblemas, o escudos, desde el punto de vista de que identifican a una estirpe, a una familia, o a un individuo. Esta se basa en el estudio de la identidad de las personas, su proveniencia familiar, su estado de vida, su status dentro de una sociedad, e incluso sus aficiones. La heráldica también se va a dedicar al análisis de los símbolos que contienen dichos emblemas. Bajo las palabras de Adolfo Rodríguez: “La Heráldica (del vocablo español Heraldo, y éste del antiguo alemán Hariwald- de la raíz har de haren=gritar, llamar. Tal vez porque los heraldos requerían de viva voz a los caballeros para iniciar los torneos y los anunciaban en igual forma, para poder ser oídos por los espectadores). O tratado del Blasón (es decir de la sistematización de los signos, figuras, divisas, y esmaltes que integran el escudo de armas y su explicación. Blasón deriva del alemán Blasen-tocar la trompeta-).O ciencia Heroica (por que también hace relato de las gestas y hechos heroicos de los antepasados). Designaciones por las que también se las conoce, es una importante ciencia auxiliar de la historia […] Ella descifra, investiga, explica, describe y compone Escudos de Armas, Blasones, Armas o Armerías, términos éstos que en muchos casos debemos considerar como sinónimos.”
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Se considera que la Heráldica nació en los primeros tiempos de la humanidad, y refiere al hecho de que desde la antigüedad el hombre usó en la guerra, como un arma defensiva, escudos de muy diversos materiales, formas y tamaños. Sobre esos escudos pintados de colores vivos, el guerrero dibujó signos geométricos o representaciones de animales, que además de tener significados mágicos y/o religiosos, servían para reconocer quienes eran de su bando o el del contrario. “Las armas o armerías, fueron desde sus orígenes hasta el siglo X, solamente jeroglíficos, emblemas y caracteres personales y arbitrarios, pero no señales de honor ni de nobleza, que trascendiera a la posteridad y pasasen de padres a hijos. Este nuevo significado comenzaron a tomarlo las armerías en el siglo X y como consecuencia de los torneos, habiéndose regularizado su uso y perfeccionándose sus métodos y sus reglas en los tres siglos siguientes.”
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Se acepta que las armerías ya eran hereditarias desde fines del siglo XII, siendo su origen feudal y puramente militar e individual. Descartando pues como causa del nacimiento de la heráldica las manifestaciones a hechos de la antigüedad, podemos afirmar que ella se originó en las justas y torneos que se realizaban en la Edad Media y que comenzaron a fines del siglo X en Alemania, extendiéndose 41
PASTOUREAU, Michel. Una historia simbólica de la edad media occidental. Buenos Aires. Katz Editores. 2006. P. 24. RODRIGUEZ, Adolfo Enrique. Op.Cit. P. 193. El autor cita el trabajo de Valera “Heráldica general”. 43 Ibidem. P. 193. 44 Ibidem. P. 195. Citándolo a Alberto García Carraffa. 42
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rápidamente al resto de Europa. Se pueden considerar a las Cruzadas, (1096 y 1291), y los Torneos como nodrizas de ésta. “La Heráldica nació como arte práctico por la necesidad de poner orden en el maremágnum de escudos de armas que después de las primeras cruzadas proliferaron, inicialmente nacidos del propio arbitrio de quienes los ostentaban, y sin carácter hereditario, condición que surgió después por la costumbre de transmitirlos de padres a hijos, especialmente cuando se hizo efectiva la autoridad real sobre los señores, a partir de lo cual fue derecho exclusivo del monarca su otorgación […]. Desarrollada a partir del siglo XI, alcanzó su máximo esplendor en los siglos XIV y XV, comenzando a decaer en el XVII como arte práctico, pasando a partir del XVIII a ser ciencia auxiliar de la Historia por los conocimientos que suministraba a sus investigaciones. Contemporáneamente, a principios del siglo XX se ha operado su renacer y conservando el carácter de ciencia auxiliar, ha vuelto a ser arte práctico por su impulso y desarrollo, no tanto en el campo de la heráldica nobiliaria o de familia, sino en la alusiva a Naciones, Provincias, Ciudades, universidades, Corporaciones, instituciones, Clubes Deportivos, Marcas de fabrica, etc. […]”
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Como hemos podido ver la Heráldica o tratado del Blasón, permite su utilización como disciplina auxiliar de la historia, otorgando su conocimiento y evolución histórica, como respaldo científico a cualquier investigación que atraviese su campo de estudio.
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Ibidem. P. 196.
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CONCLUSIÓN Las disciplinas auxiliares son indispensables para la historia, y como tal, los historiadores las necesitan y hacen uso de ella para obtener y analizar información de las fuentes de un periodo histórico concreto. Cuando estas se aplican a la investigación histórica adquieren verdadera relevancia e importancia ya que le aportan a los historiadores análisis o explicaciones que los historiadores no podrían obtener por sí mismos. “El trabajo interdisciplinario se caracteriza por el intercambio de información y procedimientos”.
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Es importante darnos cuenta de esto; y de que cada una de sus fuentes son diferentes y cada una de ellas son una clave para poder descifrar los secretos del pasado. Para lograrlo, tanto la ciencia histórica como sus disciplinas auxiliares, deben trabajar en forma mancomunada y no de manera. Es necesario tener en cuenta la importancia de apoyarse en ellas a la hora de investigar, ya que aportan un respaldo profesional y verídico, el cual dará a la investigación la veracidad necesaria y el aporte teórico característico de cada una de las disciplinas utilizadas, como así también la apertura a un sinfín de campos de investigación. En otras palabas, puede que el historiador esté realizando su investigación a través de un eje, y al recurrir a alguna de estas disciplinas, para esclarecer algún hecho éstas le otorguen las bases y/o materiales para replantearse una nueva hipótesis. Es en este punto donde se podría ver la estrecha unión que tiene la historia y las disciplinas auxiliares para con el estudio de la humanidad, el trabajo en conjunto llevará a nuevas y más autenticas formulaciones y por consiguiente a mejores resultados en las respuestas. Para concluir nos gustaría citar a Lancelot Hogben quien nos da la oportunidad de comprender la importancia que tiene, el progresar en conjunto: “Las fases de rápido crecimiento en la ciencia ocurren cuando es posible utilizar personal abundante y diverso en la solución de los problemas nuevos y de los que se han resistido durante mucho tiempo a la inventiva de otros. Nuevas necesidades, nuevos materiales y nuevos instrumentos contribuyen a formar una situación en que es posible una movilización del talento humano en gran escala, pero no basta para lograr resultados espectaculares si los medios de comunicación científica son defectuosos e impiden la libre circulación de las informaciones relacionadas con estas actividades y la coordinación de los nuevos conocimientos mediante síntesis teóricas globales. Cuando los medios de comunicación de que se dispone limitan la participación recíproca del teórico y de los que hacen el trabajo cotidiano, en esta continua interfertilización de teoría y práctica, una cultura se aproxima a su ocaso […]”.
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GIANELLA, Alicia E. Introducción a la epistemología y a la metodología de la ciencia. La Plata. De la Campana. 2009. P. 57. HOGBEN, Lancelot. De la pintura rupestre a la historieta gráfica, un caleidoscopio de los medios humanos de expresión gráfica. Barcelona. Ediciones Omega. 1953. P. 262.
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