El Complejo De Zeus 3qj4w

EL COMPLEJO DE ZEUS A las personas nos gustan las historias, los sucesos emocionantes contados con suficientes dosis de dramatismo, nos gustan los personajes bien construidos, las descripciones detalladas, los giros inesperados. Así porque nuestra mente es narrativa, dice Balbi (2004), somos producto de nuestros relatos a cerca del devenir, de nuestras necesidades y deseos, existimos gracias a nuestros relatos. Es por esto que para comprender nuestras decisiones y las decisiones de los demás recurrimos a los cuentos y a los mitos, y hacemos lo mismo para justificar nuestros errores, todo se vuelve relato, algunas veces mejor logrado, otras, tan caótico como la vida de quien lo cuenta. Hay tanto teórico recurriendo a estas fuentes que en la ciencia humana y su historia siempre habrá algún referente narrativo, una anécdota que aporta sentido a cualquier descubrimiento, a cualquier postulado o axioma. El analista Suizo Carl Jung hablaba de los arquetipos y de cómo estas tendencias innatas de representación siempre se mueven en las entrelineas de la historia y las historias de los seres humanos y recurría constantemente a los relatos míticos para explicar la presencia de estas poderosas unidades de estructuración de la realidad. La comprensión de los mitos nos lleva a la clarificación de las motivaciones humanas, de las decisiones que se han tomado, de los deseos que suelen apoderarse de nuestra voluntad. Y es así que las historias nos gobiernan, no los dioses o lo héroes de las sagas mitológicas, más bien aquello que hemos construido a cerca de nuestra identidad y su respectivo pasado, y lo interesante es que al final todas las narraciones acaban pareciéndose a alguno de esos mitos, no importa de qué cultura y época provengan, siempre habrá un paralelismo que la gente nunca ignorará para poder comprender metafóricamente la vida que se está viviendo. Con este tenor quiero hablar de una figura que se me ha ido revelando en encuentros que he sostenido con algunas personas, una figura que más que arquetipo es una composición de diversos elementos dinámicos constelados alrededor de un motivo universal: Zeus, el patriarca por antonomasia. Shinoda Bolen (2012) plantea en Los dioses de cada hombre, que Zeus es el padre punitivo, dueño del control y la razón, un líder nato. Encumbrado en el Olimpo decide si castiga o premia a los mortales. Gobernante de mano dura poseedor del rayo, regalo de los cíclopes. Pero si nos enfocamos tan sólo en dos fuentes: Teogonía de Hesiodo y Los Mitos Griegos de Robert Graves, textos que, en su brevedad, aportan detalles que no han sido consideradas por Shinoda Bolen, como el tipo relación que estableció

con sus divinos antecesores, el vinculo con sus vástagos y el trato que daba a sus iguales. Si nos basamos en los relatos, éste personaje proviene de una estirpe de padres devoradores, de hijos que arrebataron el trono al padre-rey, de madres que confabularon en contra sus esposos. Disfuncionalidad con mayúsculas, una dinámica familiar que solamente en el ámbito de la política se puede presentar. Así que Zeus tuvo un abuelo y un padre devorador, así que trae escuela y si es verdad que el fruto nunca cae lejos del árbol, entonces el futuro rey olímpico desde el momento que es escondido por su madre y sustituido por una piedra, para el deleite culinario de su glotón padre, lleva ya escrito su destino, a saber, devorar también a sus hijos. Al convertirse en el rey de los dioses adquiere un inmenso poder, el cual utilizó de manera inadecuada en más de una ocasión al dejar preñadas a doncellas y ninfas, y diosas de diverso rango sin consentimiento alguno. Entre sus hijos podemos encontrar no solo a Hermes o Artemisa y Febo, también están los héroes Perseo y Hércules y hasta el Minotauro. De estos hijos poco se entendió, si los ayudaba le pedía a alguna diosa que le prestara la ayuda necesaria. Prepotente más que omnipotente, trató siempre que ninguno de sus hermanos tuviera más ventaja que él, por eso se quedó en la posición más estratégica del mundo, no en los mares, no en el inframundo. Y si alguien se atrevía a ayudar a los mortales, como Prometeo, recibía castigos terribles. Celoso del poder arrebatado lo defendía con total injusticia, manipulaba, engañaba y eliminaba a quienes le generaban incomodidad. Así destruyó ciudades y permitía que sus hermanos e hijos también lo hicieran si también se veían cuestionados. En este mundo sólo las Parcas eran insobornables y aplicaban la justicia y ni el mismo Zeus podía contravenir sus decisiones. Claro que había manera de hacer ajustes para que los destinos no fueran tan desgraciados, pero estaban contempladas siempre esas salvedades; había condiciones para revertir las consecuencias, pero casi siempre eran más terribles que estas. ¿Y de todo esto qué se puede extraer? Supongamos que podemos reconocer una historia humana en el inconsciente del divino Zeus. Un niño que sufre de hostilidad por parte de su padre, que también se ve obligado a vivir lejos de su madre. Un niño desarraigado de su familia se vuelve inseguro y desconfía de los demás y de sí mismo. Y peor si sabe que su padre trató de destruirlo, sólo le quedan dos caminos, volverse en contra de la autoridad paterna y tratar se derrocarla o identificarse con ella y convertirse en aquello que tanto odia. Al final de la historia habrá transitado por ambas alternativas.

Un joven con estas características trata de mantenerse alejado de las conductas características de su padre, trata de asumirse como diferente, como perteneciente a otra familia y si logra formar la suya tal vez se impondrá no repetir el patrón, así que en vez de autoritarismo devorador se volverá permisivo, distante por el miedo de comerse a sus propios hijos. Pero no tanto porque hay que mantenerlos controlados, hasta el momento en el que aquellos demuestren iniciativa propia, entonces acortarán esa distancia y tratarán de absorber, con sobreprotección y extorsión emocional, a los que más demuestren su independencia. Así también se vuelven devoradores. Por lo tanto Zeus no es exactamente el tipo confiado con visión amplia de la vida o protector que plantea Shinoda Bolen. Más bien tiene un complejo de superioridad - en el sentido freudiano- que nubla su visión, una frustración que activa su avidez por el control y una irresponsabilidad por no asumir las consecuencias de sus actos y querer ajustar las leyes divinas a su conveniencia. Es un hermano menos que se saltó la línea de sucesión al trono que vive temeroso de que los mayores quieran reclamar “sus derechos”. Y esto es lo que se puede observar en aquel los que constelan lo que arquetípicamente llamaríamos “Complejo de Zeus”, hombres y mujeres con serios conflictos de autoridad, que si bien se han encumbrado en el campo de acción que les compete, ha sido con ayudas poderosas de quienes llegaron antes al mismo, los que se comprometen a cambio de esas ayudas y una vez que han obtenido lo que se proponen terminan olvidando las promesas; también son aquellos quieren conservar la gloria y las ovaciones para ellos, que en su faceta de padres o jefes magnánimos comparten parte de sus riquezas y hallazgos pero a condición de que adhieran rigurosamente a su sistema de creencias. Son los impositores de verdades. Los que dan a cambio de conseguir más poder, los que tratan de resolver sus conflictos con el padre a través de su supuesta magnanimidad con sus hijos, que en el fondo es inseguridad y miedo a perder reconocimiento y estima por parte de los demás, necesarios para no tener que arremeter en contra de aquellos de los que se siente benefactor. Cuantas ciudades no destruyó el rey de los dioses porque sus habitantes ya no lo respetaban, como la diosa Tetis que castigó a Casiopea por afirmar que su hija Andrómeda era más bella que la misma diosa. Una actitud muy del Olimpo, muy de Zeus. No es de extrañar que toda la cultura patriarcal haya adoptado la palabra para designar lo más grande, intangible e incomprensible en lo que cree el ser humano: Theos… Dios. Y a través de la religión se nos impone este modelo griego como yugo, condenándonos a ser hijos de un padre así o padres que no soportamos los rangos de libertad de aquellos a los que amamos. Nuestra cultura occidental es

hija de Grecia, de los cristianos que entraron en o con las formas grecolatinas y nuestro inconsciente colectivo tiene sendos modelos de comportamiento gracias a esta aculturación. No se confundan con lo que estoy diciendo, nos es el relato mítico el que nos conforma, mas bien son las experiencias las que se acomodan como historias para ser contadas, y por la constante repetición de las mismas se van introduciendo en este inconsciente a manera de poder actuar como control remoto que nos sintoniza con ciertas formas de comportamiento. Es decir, las historias sí nos influyen, pero las historias son contadas por nosotros mismos. Ahora, ¿será posible desarraigar el complejo de Zeus en quien ya lo tiene activo? Es lo deseable, pero hay que tomar en cuanta que la historia del individuo es la que has generado esta activación, por lo que lo importante no será si se puede desactivar o algo parecido, más bien hay que comprender los mecanismos de cómo un personaje así llegó a formarse en el interior. Si hubo un padre devorador o ausente la solución a groso modo será reconciliarse con la figura perseguidora, pero primero habrá que abrirse, con toda humildad y descubrir lo que en nuestros deseos y necesidades se mueve, seguido el reconocimiento de cómo la persona se ha relacionado, cómo ha tomado decisiones y cómo ha afectado esto a su entorno y a sí mismo. La reconciliación no es completa si no ha pasado antes por un periodo de aceptación de lo inevitable, de lo modificable en los comportamientos conscientes, de la manera en la que uno ha sostenido esa condición intrapsíquica y de que es posible salir de ella a través de las operaciones específicas para resolver la insatisfacción. Una cosa es segura, un complejo desaparece cuando el arquetipo que lo anima ha cumplido el objetivo por el que apareció, necesita forzosamente una realización para, digámoslo así, entrar en hibernación nuevamente. Y este personaje dormirá cuando ya no tenga que seguir huyendo o vengándose de su padre, cuando por fi lo pueda volver a abrazar El campo de la Psicología ha conocido varios genios bastante influidos por este complejo como el mismo Freud, Perls, Maslow, Wilber y algunos personajes con poca formación terapéutica como Jodorowsky y Hellinger. Estos últimos suelen ser los más peligrosos… dale a un niño una pistola y a ver a cuántos no mata. Pero hay otros personajes míticos y seguro todos nos identificamos más con alguno. Así son las historias que contamos: poderosas, determinantes, vitales.