INFORME ESPECIAL PARA ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS Accidentes de Tránsito en la Argentina Primera Causa de Mortalidad en los Jóvenes www.conductavial.com
Ayude a su hijo o hija adolescente a ser un conductor más precavido. Ayúdelos a que tengan Conducta Vial. Miles de personas perdieron la vida en accidentes de tránsito en los ùltimos años lo cual constituye una auténtica epidemia. La situación es alarmante en los conductores jóvenes. La escasa experiencia, la exposición al riesgo, la velocidad inadecuada y otros factores (como el consumo de alcohol) hacen que los accidentes de tránsito sean la primera causa de muerte entre los menores de 30 años. Los accidentes se multiplican día a día, nuevas víctimas se suman y más familias padecen el dolor y las consecuencias de esta epidemia silenciosa. El goteo constante de perjudicados es de extrema gravedad. Se toma como inevitable algo que en verdad podría haberse evitado. Hacen falta acciones específicas y concretas para poner fin a esta situación, entre las que se encuentran: A) Aumentar la responsabilidad de los funcionarios en el otorgamiento de licencias. B) Aumentar la rigurosidad de los exámenes de conducir (teórico-práctico) C) Implementar chequeos médicos reglamentados e ineludibles, para la determinación de la aptitud psicofísica. D) Instrumentar estrategias adecuadas, campañas específicas, no genéricas, con mensajes directos a cada problemática Vial: - “Consumo de alcohol” - “Exceso de Velocidad” - “Conducción temeraria” - “Uso del cinturón de seguridad” E) Controlar en forma permanente el cumplimiento de la normativa vigente en la vía pública. F) Incorporar dentro de los Programas Oficiales de Educación. La elevada accidentalidad de los jóvenes es, sin duda, uno de los mayores problemas de nuestra sociedad. Sin embargo ellos no son los únicos responsables. Este es un fenómeno en donde la magnitud real todavía es desconocida; por ese motivo urge considerarlo en su real dimensión. La accidentalidad vial es un problema que nos implica y nos atañe a Todos. Debemos ser concientes de esto. Únicamente de esta manera lograremos encauzar la problemática (Gobierno, Funcionarios, Instituciones Públicas y Privadas, ONGs, Ciudadanía en general, Medios de comunicación). Cuando nos desplazamos en la vía pública el riesgo que asumimos no sólo nos involucra a nosotros sino también a todos los demás. Conducir es un derecho e implica una responsabilidad. Aspectos a Considerar Tipología de los accidentes Los accidentes de tránsito entre los jóvenes responden, como en otros lugares del mundo, a una tipología determinada. Los accidentes ocurren durante los fines de semana, sobre todo los sábados por la madrugada. La mitad tienen lugar entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana. Es importante tener en cuenta que en esta franja horaria el cansancio y el sueño son factores determinantes y recurrentes. También la tasa de accidentalidad de ciclomotores y motos es muy elevada, los cuales suponen un riesgo mayor al de manejar un automóvil. Consumo de alcohol y otras sustancias Una gran parte de los accidentes se producen debido al consumo de alcohol o sustancias psicoactivas. Este es un factor desencadenante y es probable que sea uno de los problemas que más afecta a los jóvenes.
Los costos Al evaluar el costo de los accidentes hay que considerar que ni el dolor ni la muerte tienen precio. El costo de una víctima de accidente de tránsito varía en función de la gravedad de las lesiones sufridas. Sin embargo, los casos que implican alguna discapacidad son los que ocasionan mayores costos económicos, sobre todo por los elevados costos post-tratamiento y de rehabilitación que requieren. Las causas ¿Por qué los jóvenes conductores tienen un índice tan alto de accidentalidad? La respuesta se puede resumir en tres grandes factores: edad, género y experiencia. Edad La edad como factor causante de accidentes desempeña un papel importante a considerar. La inmadurez física y emocional, así como el estilo de vida propio de la juventud, incrementan el riesgo y pueden aumentar también la gravedad de los mismos. Los jóvenes se hallan generalmente en un período de maduración en el cual a menudo ponen aprueba sus límites. Su ritmo de vida es muy intenso, especialmente por la noche y durante los fines de semana, sus actividades suelen realizarse en grupo e incluir el consumo de alcohol y/o drogas. Género Los jóvenes varones sufren más accidentes y de mayor gravedad que las mujeres. Distintas investigaciones han puesto de manifiesto que los varones tienen una mayor tendencia a asumir riesgos y buscan nuevas sensaciones; lo que los lleva a incurrir en comportamientos riesgosos como superarlos límites de velocidad, conducir de forma temeraria o no utilizar el cinturón de seguridad. También es más frecuente que los varones sobrestimen sus capacidades de conducción y que sean más vulnerables a la influencia de los amigos. Experiencia La experiencia es otro factor importante a considerar. Aprender a manejar requiere tiempo y práctica. Con el tiempo, acciones como hacer los cambios, mirar por el espejo retrovisor, manipular el volante con destreza o evaluar y reaccionar correctamente frente a situaciones de riesgo terminan automatizándose. Sin embargo, para los principiantes estas acciones simultáneas no son sencillas. Los jóvenes y la predisposición al riesgo La disposición al riesgo es seguramente inherente a la condición humana. Hay quienes están más dispuestos que otros a correr peligros y así aumentar la probabilidad de sufrir un accidente. Esto es muy relevante ya que quien incurre en un riesgo termina afectando a los demás. El riesgo en la conducción no sólo afecta a quien lo produce sino que supone un peligro sobre terceros; ya sean acompañantes, otros conductores, peatones o ciclistas. Entorno y modelos Existen factores culturales influenciables que, desde una perspectiva de corto o medio plazo, condicionan de manera muy relevante la predisposición de los jóvenes al riesgo. El más importante de ellos es, sin duda, el entorno y los ejemplos que toman como modelo. Los jóvenes imitan lo que ven hacer en el entorno más directo y lo adoptan fácilmente como patrón. La influencia de los padres en la formación de comportamientos preventivos de seguridad vial es fundamental. Por ejemplo, el uso del cinturón de seguridad por parte de los jóvenes depende directamente de la frecuencia de uso por parte de sus padres. En definitiva, el comportamiento de un conductor joven depende de lo que haya visto y aprehendido.
Aptitud y actitud El respeto por las normas es el resultado de procesos muy complejos en los que confluyen varios factores. Uno decisivo es la educación. La necesidad de educar se aplica también al ámbito de la seguridad vial y al de la conducción. El conducir no es un acto puramente individual sino que también afecta a terceros. Quienes conducen deben asumir la responsabilidad por las consecuencias que implica el manejo de un vehículo. Por esta razón es necesario educar en la aptitud pero sobre todo en la actitud. El sistema educativo debe contemplar la Educación Vial. En Europa, la educación vial forma parte del programa escolar y hay que educar desde las edades más tempranas si se quiere obtener buenos resultados cuando los niños se transformen en conductores. Sanciones Los conductores pueden pensar que nunca tendrán un accidente, por lo tanto incurren reiteradamente en conductas peligrosas, pero si a priori saben, que esas conductas serán sancionadas optarán por comportarse de una manera más segura y más apegada a las normas. Un buen sistema sancionador justo y transparente resulta decisivo para prevenir riesgos en la conducción vehicular. Percepciones equivocadas Los peligros o las consecuencias de una conducción arriesgada son conocidos. Son numerosos los estudios que demuestran que los jóvenes, sobre todo los varones, no consideran la posibilidad de tener un accidente y sobrevaloran sus habilidades (lo que se conoce como el “síndrome de Superman”). Es por esto que hay que trabajar sobre la percepción del riesgo de los jóvenes. Es fundamental afrontar este problema. Acciones Es preciso reconocer que nos encontramos ante una epidemia que tiene dimensiones preocupantes. Es urgente implementar medidas correctoras que permitan encauzar el problema de inmediato. No hay una solución única Por su propia complejidad, este problema no tiene una solución única. Al contrario, se debe actuar en múltiples frentes, de forma simultánea y coordinada. Es necesaria una actuación conjunta que incluya medidas en el campo de la educación y de la formación, en el otorgamiento de la licencia de conducir y en los exámenes teórico-prácticos; también son necesarias las charlas de sensibilización, las evaluaciones psicofísicas adecuadas y homogéneas en todo el país y la efectiva aplicación de las normas. Las acciones que se emprendan deben ser continuas y extenderse en el tiempo. Un cambio de este tipo sólo puede operarse a largo plazo a partir de la participación de todos los actores implicados y de un esfuerzo pedagógico permanente Cambiar las actitudes Será posible encauzar el problema a partir de un cambio de actitud general que involucre a los jóvenes y también a todos los demás actores o agentes para que influyan sobre la modificación de las conductas de riesgo. El conjunto de la sociedad debe censurar las conductas de riesgo, el exceso de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas o cualquier otro comportamiento temerario. Estas deben transformarse en conductas de desprestigio social para que el cambio se produzca en los jóvenes. No se trata únicamente de que se mejoren las técnicas de conducción o que los jóvenes conduzcan de forma más prudente por miedo a ser sancionados. Se trata sobre todo de que los jóvenes entiendan los peligros que representan la conducción temeraria y las consecuencias de las que deberán hacerse cargo. Proponer en positivo y reconocer el problema Para que el problema se vuelva visible es necesario, en primer lugar, que exista información sobre el tema. Hoy esa información es escasa e impide tener una visión completa de la problemática. Los organismos públicos deben poner a disposición de la sociedad la mayor cantidad de información posible relativa a las causas, la tipología, los factores concurrentes y las consecuencias de los accidentes que impliquen a los jóvenes conductores. Asimismo es necesario que la información se presente entre las provincias y distritos con el objeto de facilitar un seguimiento detallado de la misma. Es preciso entender que estamos ante un problema de salud pública de primera magnitud con un costo económico (además de emocional) muy alto. El tema por sí mismo justifica su tratamiento específico.
Propuestas Fijar objetivos de reducción de las tasas de mortalidad de los jóvenes en accidentes de tránsito para los próximos años (este objetivo de reducción debería ser más ambicioso que para el conjunto de la población). – Programas dirigidos a los jóvenes, campañas destinadas a prevenir comportamientos de riesgo. - Puesta en marcha de iniciativas conjuntas para prevenir los accidentes de tránsito entre los jóvenes (Escuelas, Universidades, Instituciones públicas y privadas) - Realizar campañas de información dirigidas a los jóvenes que expliquen los riesgos de la conducción y las consecuencias de los accidentes (campañas como la realizada en Alemania en las que se muestra cómo el consumo de alcohol reduce de forma dramática las habilidades en la conducción son fundamentales para reducir el exceso de confianza por parte de muchos conductores respecto a sus habilidades para hacer frente a situaciones de riesgo). - Promover la figura del conductor alternativo, consistente en que cuando un grupo de amigos sale a divertirse y bebe siempre hay uno de ellos (distinto en casa ocasión) que no bebe y se encarga de llevar a los demás de manera segura (es una iniciativa interesante porque refleja una actitud de responsabilidad por parte de todo el grupo. Es una forma de solidaridad con la que se refuerza a la vez la actitud conjunta de la responsabilidad). – Realizar campañas que potencien los valores de la conducción prudente. Es interesante la implicación de personalidades atractivos para la juventud como modelos de conducción responsable (deportistas de éxito, cantantes o actores son sin duda referentes de conducta para muchos jóvenes y el reconocimiento público por parte de estos de la importancia de la conducción responsable puede incrementaren los jóvenes el valor de los comportamientos prudentes). Educar desde la infancia La formación de un conductor no puede limitarse ni concentrarse siquiera en el momento en que obtiene su permiso de conducir. Antes que conductor el joven habrá sido pasajero, ciclista o peatón; y es muy importante que en esos estadios reciba también una formación adecuada. Esa formación influirá de manera determinante en sus actitudes futuras cuando conduzca un automóvil o una motocicleta. Más allá de la importancia de la educación que reciba en casa, es indudable que la escuela juega un papel clave en la formación del niño y del joven. Ese papel se refiere a la educación en general, a la adquisición o fortalecimiento de determinados valores; pero se aplica también de forma particular al aprendizaje de determinados conocimientos relacionados con la vía pública y con la conciencia de que la calle es un lugar común en el que hay ciertas normas que deben ser respetadas. Uno de los objetivos en la etapa primaria debería ser “fomentar la educación vial y las actitudes de respeto que incidan en la prevención de accidentes de tránsito”; y para la etapa del secundario se exigiría “afianzar las actitudes de respeto y prevención en el ámbito de la seguridad vial”. Reforzar las pruebas para obtener el permiso de conducir Debería consistir en 3 evaluaciones: A ) Una evaluación psicofísica B ) Una evaluación de control de conocimientos teóricos C ) Una evaluación de control de aptitud y comportamiento práctico Reducir las situaciones de riesgo Los accidentes de los jóvenes conductores responden a tipologías determinadas: conducción de noche, durante el fin de semana, bajo los efectos del alcohol, y, a menudo, en compañía de amigos. Todas estas circunstancias han sido identificadas como factores de riesgo añadido y han llevado a muchos países a una regulación restrictiva de los mismos. La conducción bajo los efectos del alcohol es un caso aparte. El consumo, incluso en pequeñas cantidades, aumenta el riesgo de accidente y afecta mucho más a los conductores jóvenes que a los mayores (el riesgo se multiplica hasta 3 y 4 veces). El alcohol merma la capacidad física y afecta también a la capacidad de concentración y de reacciòn ante situaciones imprevistas. Reforzar los controles El reforzamiento de los controles del cumplimiento de las normas es esencial para reducir las situaciones de riesgos en las que, como se ha dicho, incurren particularmente los jóvenes. El aumento de los controles no sólo debe servir para sancionar conductas antirreglamentarias sino que sobretodo debe ayudar a prevenir comportamientos imprudentes. El objetivo debe ser que ciertas situaciones no lleguen a concretarse. En relación con los controles de alcoholemia, además, deben realizarse no sólo a la salida de las discotecas y bares sino también en el momento en que los jóvenes se dirigen a estos lugares.
Ayuda a las víctimas Las víctimas deben ocupar un lugar central en cualquier estrategia que se diseño para combatir el problema de los accidentes de tránsito entre los jóvenes. Prevenir para ayudar a los heridos graves tras el accidente. El afectado comienza una “nueva vida” en unas condiciones físicas y psicológicas muy difíciles. El objetivo debe ser cubrir al máximo sus nuevas necesidades y facilitar su adaptación al entorno. En general, se echa de menos un apoyo psicológico especializado que ayude a la víctima y a su entorno a superar el trauma que supone el accidente. Es frecuente que la víctima se sienta sola y ello merma su capacidad para hacer frente a su nueva realidad. Es preciso, también, que los jóvenes accidentados que quedan con alguna discapacidad, especialmente si es neurológica, puedan tener a una atención médica adecuada. Un pacto entre el gobierno y la Sociedad para la prevención En este Pacto deben involucrarse todos aquellos actores que sean relevantes para facilitar una solución adecuada al problema planteado. Los jóvenes, en primer lugar, pero también los padres, los medios de comunicación, el mundo académico y educativo, como también las instituciones preocupadas de forma genérica con asuntos sociales y públicos, pueden jugar un papel importante ayudando a dar visibilidad al problema y poniendo en marcha acciones que contribuyan a encauzarlo. Fuente de información: Licenciada Mirita del Valle.
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