Tomás Moro y su obra Utopía1 Muero siendo el buen siervo del rey, pero primero de Dios Tomás Moro
Tomás Mora (1478 – 1535) fue un connotado escritor, teólogo, político, poeta, abogado y un gran exponente del humanismo inglés. Ocupó cargos políticos importantes en la Inglaterra del Rey Enrique VIII, nombrado Caballero, embajador de los Países Bajos, miembro del Consejo Privado (1517), portavoz de la Cámara de los Comunes (1523) Juez de la curia Real y finalmente Canciller de Enrique VIII (1529), primer seglar en ocupar tal cargo dispuesto para los religiosos. Fue también un gran defensor de la iglesia católica romana, por la cual perteneció a la tercera Orden de San Francisco, vivió en un convento de la orden de los Cartujos y por tanto un detractor de la reforma protestante y en especial de Martin Lutero y de William Tyndale. Se vio inmiscuido en la histórica ruptura entre el reino de Inglaterra y la Iglesia Católica Romana, cuando el Rey Enrique VIII decidió anular su matrimonio con Catalina de Arangón y constituirse a su vez según la famosa acta de supremacía: cabeza de la iglesia anglicana. Las sucesivas negativas de Tomás Moro a aceptar los deseos del rey acabaron por provocar su acusación de alta traición y sentenciado a la horca. Tomás Moro al sacrificarse en defensa inquebrantable de su fe, fue beatificado por el papa León XIII en 1886, y finalmente proclamado santo por la Iglesia católica el 19 de mayo de 1935 por el papa Pío XI; en 1980, Moro fue añadido al calendario de Santos y Héroes de la Iglesia Cristiana de Inglaterra junto a John Fisher como mártires de la reforma, cuya fecha de conmemoración es el 6 de julio de cada año. Finalmente Juan Pablo II el 31 de octubre de 2000, lo proclamó santo patrón de los políticos y los gobernantes. Con respecto a su obra intelectual estuvo dirigida en varios tópicos: desde retratos de personajes públicos como la vida de Pico della Mirandola y la de Ricardo III; como de poemas y epigramas de su juventud, además, diálogos-tratados que realizó en defensa de la fe cristiana católica atacando férreamente a los reformistas tanto laicos como religiosos, entre ellas tenemos: Respuesta a Lutero, Un diálogo sobre la herejía, y Refutación de la respuesta de Tyndale, entre otros. Utopía Su obra más difundida y reconocida es Utopía o Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía, escrita en Paris-Francia en 1 Realizado por Abg. José Yovanny Rojas Molina V-19.593.950, integrante de la Maestría de Filosofía, Mérida-Venezuela.
1516. La obra consta de dos partes, utilizando como método platónico, el dialogo entre varios personajes para exponer sus argumentos de interés. La primera parte consta de reflexiones filosóficas, políticas y económicas de la Inglaterra del siglo XVI y la segunda parte es la narración de Utopía, una isla y comunidad ficticia cuyas condiciones de vida sociales, económicas y políticas, son traducidas en un Estado ideal, cuyos rasgos más importantes de resaltar son: 1) la abolición de la propiedad privada, 2) la acentuada solidaridad entre sus en procura de la felicidad y bienestar de los demás, y 3) el rechazo a la guerra –con la excepción de autodefensa cuando se haya agotado todos los medios disponibles. El origen etimológico de Utopía no fue aclarado por Tomás Moro, pero deja entrever un doble juego de significados del griego. Por un lado οὐτοπία (οὐ, no; τόπος, lugar = lo que no está en ningún lugar) y por el otro εὐτοπία (εὐ, buen; τόπος, lugar) = buen lugar. Designa pues una localización inexistente o imposible de encontrar y, al mismo tiempo, un lugar idealizado. Sobre el libro I de lo obra Utopía La primera parte comienza con un relato, en la cual, Tomás Moro en representación de Enrique XVIII se reunió en Brujas con representantes del príncipe Carlos de Castilla, para entablar algunos asuntos diplomáticos al respecto. Luego de algunas iniciales reuniones, es visitado en Amberes por un caballero llamado Pedro Gilles, quien a su vez le presenta a un marinero llamado Rafael Hitlodeo, un portugués descrito como un estudioso de la filosofía, de los idiomas clásicos y un explorador consumado. Tomas invita a dichas personalidades a su residencia y emprende el dialogo sobre las pareceres y viajes de Hitlodeo. El explorador abre la conversación demostrando que ha conocido y estudiado una importante variedad de comunidades y sociedades alrededor del mundo, quien expresa lo difícil de dar con hombres que estén sana y sabiamente gobernados; por tales motivos es interpelado por sus oyentes sobre las razones de no haberse constituido como asesor de algún príncipe, cuando posee una amplia comprensión sobre la conducción de los pueblos. El filósofo y la política Uno de los temas centrales que el autor va a desarrollar en la primera parte de su obra, se trata de la relación que existe entre los filósofos y su participación en la política. A través de los pareceres de Hitlodeo expone entre argumentos y replicas, que aquellos conocedores y sabios deberían inmiscuirse como servidores del rey, porque es el
camino hacia la felicidad, es decir, el servicio hacia los demás. Más aún, indica, que están comprometidos con el servicio, aquellos que no guardan avaricia por el poder y la riqueza, por cuanto a través de un espíritu mesurado procuraría el bienestar común, que no es más que el fin de la sociedad misma. Sobre esta exposición del compromiso de los filósofos con el servicio público, manifiesta las réplicas, al señalar que el consejo del sabio es inútil en un corte real. Los príncipes están ocupados en cuestiones militares y no de un gobierno para la paz. Sus intereses están dirigidos en ampliar sus territorios y riquezas, más no para procurar el bien de lo que ya tienen. Por otro lado, alude que los consejeros doctos de los príncipes, se pliegan a sus deseos y se acepta a los que les dan la razón o les halaga para granjearse su favoritismo; termina diciendo ¡Al cuervo le ríe su cría y a la mona le gusta su hija! Entre gente envidiosa y vanidosa, es inútil el consejo de explicar algo que sucedió en otros tiempos o que ahora mismo pasa en otros lugares. En la misma secuencia sobre la inutilidad del consejo del filósofo, diserta sobre la solución común que los doctos asesores de los reyes, asumen cuando ya no tienen argumentos para rebatir el buen consejo, y se trata de apegarse a la tradición de las costumbres, ¿Quién puede pretender ser más sabio que nuestros antepasados? Dirían, argumento que hace clara alusión a la common law anglosajona, por la cual, la decisión de la corte y del parlamento se adhiere a la tradición inmemorial y a la costumbre. En continuación a las posiciones asumidas sobre el tema, acude Tomas Moro a la filosofía de Platón y señala que aquella felicidad añorada solo sería alcanzada si los reyes filosofaran o los filósofos fueran reyes, ¿Cómo cumplir con tal designio si los filósofos se negarán a prestar su consejo? Para dicha proposición arguye en contraposición que el mismo Platón sabía que, para que un príncipe escuchara su consejo debía ejercitar la filosofía, por cuanto desde niños eran educados con ideas perversas y viciadas como así lo comprobó con Dionisio de Siracusa. Aquel que proponga a cualquier jefe no ejercitado en la filosofía, medidas sanas que implique desterrar costumbres perversas seria tomado por loco. En vez de procurar conservar el reino, enriquecerlo y hacerlo más próspero, cuya relación con su pueblo sea amorosa, por el contrario, se dedican a que el pueblo posea lo menos posible, a fin de que no se envalentonen con sus bienes y libertad, pues tanto la riqueza como la libertad hacen aguantar con menos paciencia las leyes duras e injustas. Si se sumerge al pueblo en indigencia y la miseria sus ánimos se quiebran y se pierde el talante de libertad.
En contraargumento señala Tomas Moro, que aun cuando sea imposible de erradicar todos los males, ni abolir a las costumbres inmorales, no por ello debe abandonar el filósofo la causa de la cosa pública, debe prestar su consejo sin que implique imponer ideas peregrinas, porque ciertamente no serán escuchadas. Aconseja por tanto, insinuar de forma indirecta, y con ingenio, una presentación adecuada “si no puedes conseguir todo el bien, resulte el menor mal posible” ya que para que todo salga bien deberían ser todos buenos, cuya circunstancia nuestro autor no espera por largo tiempo. Este pasaje guarda una carga importante de praxis política, cuyo postulado de presentar los consejos de la manera más acorde al contexto, sin pretender corregir todos los males, es un indicio de abandono de la idealidad. Finalmente el último argumento que presenta a través de Hitlodeo sobre el tema, indica que tal proceder de adecuar sus ideas, queriendo curar la locura de los demás terminaría loco aceptando la de los demás. Repetir lo que dicen los demás es hacerse cómplice de la locura. Pone como ejemplo que, como la ley de Cristo encaja mal en la vida de los hombres, han preferido adaptar el evangelio a la vida, y ¿Qué se ha logrado? Nada, si no ser peores con mayor impunidad. Por otro lado en decisiones de una corte no se puede asumir posiciones con tibieza: o se aprueban decisiones arbitrarias o se rechazan. Culmina con una bella reflexión de Platón sobre los sabios y los gobernadores. Los gobernadores como aquellas personas que se pasean bajo la lluvia, inútilmente el sabio le grita desde techo, porque no son oídos, para ser escuchados deben también empaparse bajo la lluvia. El resultado, es mejor que el sabio proteja su individualidad debajo de techo seguro, mientras que el gobernante se moja. Sobre el robo y las penas Otro tema central en el primer libro, se trata sobre el delito de robo y la sanción correspondiente. Su señalamiento va dirigido a criticar la pena de muerte como sanción por el delito de robo, por cuanto la cree desproporcional y además inútil para su erradicación. Debe atacarse la causa del robo y no posteriormente la consumación del delito. Tomas Revela como causa de la creciente ola de robos a la pobreza, y la pobreza la asimila como producto de las graves desigualdades sociales y el desequilibrio de la distribución de las riquezas. Los nobles y varones constituidos en un oligopolio expanden en Inglaterra su negocio de lana de ovejas, por la cual compran extensos terrenos para su pastoreo, y con ello arruinan a innumerables pueblos, e imposibilitan que los campesinos trabajen la tierra y tengan sus propios alimentos,
destinándolos a mendigar y prestar sus servicios a los nobles perezosos y ociosos. Los menos favorecidos terminan robando por necesidad. La verdadera solución propone entonces, es la educación y el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas. Si se deja que desde niños sean educados con malas costumbres, ¿por qué cuando hombres se castigan cuando desde niños se preveía su conducta de delito? Argumento muy poderoso que se extiende hasta nuestros días sobre el tema de la inseguridad. Aunque debamos aceptar su complejidad, no se soluciona únicamente con políticas de coacción, sino con educación y posibilidad de trabajo para su sustento (calidad de vida). La primera propuesta de Tomás Moro sobre el asunto se divide en dos partes: 1) reconstruir el campo y ceder las tierras necesarias para que se cultiven, frenando los monopolios y así contribuyendo al trabajo, y por tanto, la no necesidad de robo; 2) como la vida humana es superior a la riqueza, la sanción del robo no debe ser la muerte, sino la cárcel con trabajo forzado y restitución de lo robado. Entre estas propuestas deja dilucidar Tomás Moro el principio de utilidad y de humanidad que lo inspira. El tema también se presta para la disertación sobre el rol de la ley en dos sentidos. En primer lugar sobre el objeto pedagógico de la ley, que debe procurar (de ser necesario por la fuerza) que los hombres sean honorables, ya que después del delito, reparan el mal que hicieron con su buena conducta. Y en segundo lugar, expone el problema del conflicto entre las leyes divinas y humanas, por cuanto el primer mandamiento cristiano manda a no matar, y la ley de los hombres por un delito material pretende quitarles la vida de forma desproporcional. Manifiesta un cierto aire de iusnaturalista cuando considera que no se debe aplicar la ley de los hombres al pie de la letra si implica una injusticia. Aun cuando expuestas las propuestas iniciales para resolver los males de la sociedad británica se arriesga a señalar que tales vicios no serán erradicados mientras exista la avaricia de la propiedad privada, situación que deja abierto el tema para su consideración en el siguiente libro, sobre el proceder de la Republica utópica. Así pues considerado por el autor tan solo como una máxima aspiración, en el mundo de lo fenoménico, en este real, presenta como una clara ilusión que el vicio convivirá con la humanidad eternamente.