Jonás y la ballena Jonás era un hombre bueno que había sido escogido por Dios para predicar en la ciudad de Nínive. Nínive era una ciudad donde habían personas muy malas y por eso Dios quería que Jonás fuera allí para que los habitantes de esa ciudad cambiaran su forma de ser. Pero Jonás, a pesar de ser un hombre bueno, decidió huir en un barco hacia otro lugar en dirección opuesta porque le daba miedo ir a Nínive.
Entonces cuando Dios vio esto, quiso darle una lección a Jonás. Entonces hizo que el barco en donde iba, pasase por una gran tormenta. El barco se mecía muy fuerte de un lado para otro. Hasta que Jonás se dio cuenta de que había hecho mal en huir de Dios y que la tormenta era por causa suya. Jonás le pidió a los marineros que lo arrojen al mar porque era su culpa que estuvieran pasando por esa peligrosa tormenta. Los marineros no quisieron arrojarlo y no le creían lo que decía.
Entonces Jonás tuvo que saltar él mismo al mar. Inmediatamente Jonás cayó al agua, se calmaron las aguas y todo volvió a estar tranquilo. Pero ocurrió algo inesperado. Jonás fue tragado por un pez grande (una ballena). Jonás, muy asustado, empezó a orar a Dios para pedirle perdón por su desobediencia. Luego de 3 días de estar dentro de la ballena, Jonás por fin fue arrojado por el pez en una isla. Jonás estaba más que agradecido y le prometió a Dios de que iría a Nínive a predicar su palabra y que nunca más lo desobedecería.
EL ARCA DE NOÉ Hace muchísimo tiempo, cuando sólo hacía unos siglos que existía la especie humana sobre la tierra, Dios apareció ante un bondadoso anciano llamado Noé, nieto de Matusalén, y le dijo: -Noé, has de construir una gran embarcación y meter en ella una pareja de cada especie animal, pues va a caer un gran diluvio y toda la tierra quedará cubierta por las aguas.
Y Noé construyó una gran embarcación de madera. Una vez terminada el arca, Noé metió en ella una pareja de cada especie animal y luego entró con toda su familia: su esposa, sus tres hijos, llamados Sem, Cam y Jafet, y las tres esposas de sus hijos. Entonces, súbitamente, empezó a caer un gran diluvio sobre la tierra: llovió y llovió sin parar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que las más altas montañas quedaron cubiertas por las aguas y desapareció todo rastro de vida sobre la faz de la tierra.
Cuando por fin dejó de llover, empezó a soplar un suave viento y poco a poco fue bajando el nivel de las aguas, hasta que el arca descansó sobre el monte Ararat. Noé abrió una ventana que había construido en la parte superior del arca y soltó un cuervo para averiguar si el nivel del agua había decrecido lo suficiente; pero el cuervo no halló dónde posarse y regresó al arca. Siete días más tarde, Noé soltó una paloma, y ésta regresó con una ramita de olivo de Pico. Y así supo Noé que las aguas ya no cubrían el suelo. Es por eso que la paloma con una ramita de olivo en el pico es el simbolo de la paz.
Entonces salieron del arca Noé y su esposa, y sus hijos y las esposas de sus hijos, y todas las parejas de animales que habían embarcado con ellos, y empezaron a reproducirse y a repoblar la tierra de hombres y animales de toda especie. Dios prometió que jamás volvería a enviar una lluvia tan terrible como aquella sobre la tierra, y Noé, que tenía seiscientos años al producirse el Diluvio Universal, vivió apaciblemente, labrando la tierra, trescientos cincuenta años más, hasta la edad de novecientos cincuenta años.