INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO
APARTADO III
La observación del adulto normal nos muestra mitigada la megalomanía que alguna vez tuvo y borrados los caracteres psíquicos de los cuales discernimos su narcisismo infantil. ¿Qué ha pasado con su libido yoica? ¿Su monto integro se insumió en investiduras de objeto? Se ha descubierto que las mociones pulsionales libidinosas sucumben a una represión patógena cuando entran en conflicto con las representaciones éticas y culturales del individuo. La represión parte del yo, particularmente de la propia autoestimación del yo. Aquellos impulsos, sucesos, deseos e impresiones que un individuo tolera o elabora conscientemente, son rechazados por otros con indignación antes de que puedan llegar a la consciencia. Se puede decir que el sujeto ha construido un ideal, con el cual compara su yo actual, mientras que el otro carece de formación de ideal. La formación de un ideal por parte del yo es, la condición de la represión. El ideal del yo esta tutelado por la conciencia moral que establece las condiciones a la satisfacción libidinal con objetos, tiene como premisa la observación de sí y la autocritica y en base a ella, desestimamos determinados deseos que no corresponden con nuestro ideal. La insatisfacción por el incumplimiento del ideal se muda en consciencia de culpa produciéndose la represión. Es decir, el yo inicia el proceso represivo cuando las representaciones no coinciden con el ideal del yo. Por el contrario, se produce una sensación de triunfo cuando el yo y el ideal se aproximan o cuando momentáneamente se suspenden las restricciones que el ideal del yo le impone al yo. En el yo ideal recae el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo real. El narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas. El hombre se muestra incapaz de renunciar a la satisfacción de que gozó una vez. No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia y si no pudo mantenerla por las oniciones que recibió en la época de su desarrollo y por el despertar de su propio juicio, procura recobrarla en la nueva forma del ideal de yo. Lo que el proyecta frente a sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia. La relación de esta formación de un ideal con la sublimación, siendo esta ultima un proceso que se relaciona con la libido de objeto que consiste en que la pulsión se orienta sobre otra meta. La idealización es un proceso que envuelve al objeto, engrandeciéndolo y elevándolo psíquicamente. La formación de un ideal del yo es confundida erróneamente, a veces, con la sublimación de la pulsión. El que un individuo haya trocado su narcisismo por la veneración de un ideal del yo, no 1
implica que haya conseguido la sublimación de sus pulsiones libidinosas. La formación de ideal aumenta las exigencias del yo y es el más fuerte favorecedor de la represión. La sublimación constituye aquella vía de escape que permite cumplir esa exigencia sin dar lugar a la represión. La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia moral, partió de la influencia critica de los padres, sumándose los educadores, los maestros y todas las personas del medio. Son atraídas a la formación del ideal narcisista del yo grandes magnitudes de libido esencialmente homosexual y encuentran en la conservación del mismo una derivación y una satisfacción. La revelación contra la instancia censuradora (consciencia moral) se debe a que la persona quiere desligarse de estas influencias, comenzando por la de los padres y retirar de ellas la libido homosexual. La consciencia moral se opone en una manera regresiva. Hay que recordar que la formación del sueño nace bajo el dominio de una censura que impone a los pensamientos oníricos una deformación. Penetrando más en la estructura del yo, podemos reconocer también en el ideal del yo en las manifestaciones dinámicas de la consciencia moral, este censor del sueño. La autoestimación es una expresión de la magnitud del yo. Cada residuo del sentimiento de la primitiva omnipotencia confirmado por su experiencia, ayuda a incrementar la autoestimación. Esta autoestimación aparece intensificada en las parafrenias y debilitada en las neurosis de transferencia y en la vida erótica, el no ser amado disminuye la autoestimación y el serlo, la incrementa. La dependencia al objeto amado es causa de disminución de autoestimación. El que ama, pierde una parte de su narcisismo y sólo puede compensarla siendo amado. La relación de autoestimación y erotismo pueden encerrarse en dos casos, según que las investiduras de libido sean acordes con el yo o hayan sufrido una represión. En el primer caso, el amar es apreciado como cualquier actividad del yo y en el segundo, la investidura es sentida como un grave vaciamiento del yo. La satisfacción del amor se hace imposible y el enriquecimiento del yo sólo se logra retrayendo de los objetos la libido que los investía. La vuelta de libido al yo se representa como un amor dichoso. El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario, este distanciamiento acontece por el desplazamiento de la libido a un ideal del yo; la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal. Si no se cumple, se deja en libertad la libido homosexual, que se convierte en consciencia de culpa. Cuando no se desarrolla tal ideal, la tendencia sexual de que se trate entra a formar parte en el sujeto como perversión. El enamoramiento consiste en un desborde de la libido yoica sobre el objeto y lo exalta a la categoría de ideal sexual. Se ama a aquello que hemos sido o hemos dejado de ser o aquello que posee perfecciones de que carecemos. 2
CONFERENCIA I. INTRODUCCIÓN
Freud nos menciona que es lo que debemos entender por psicoanálisis: “una modalidad de tratamiento médico de pacientes neuróticos”. De esta manera queda delimitado el propósito de esta rama. Sin embargo, no procede de igual manera que la medicina general. A la hora de empezar a tratar a un neurótico le exponemos las dificultades del método y su duración, y en lo que respecta al resultado, se le dice que nada podemos asegurarle: todo depende de su conducta, de su inteligencia, de su docilidad y de su perseverancia. El tratamiento del psicoanálisis dependerá no sólo del médico sino también del paciente. La diferencia de este tratamiento trae consigo dos dificultades: 1. La primera referida a la enseñanza-instrucción del psicoanálisis está condicionada por el procedimiento que se sigue para la cura de un paciente. En este no ocurre más que un intercambio de palabras entre el analizado, que cuenta sus vivencias y expresa sus deseos, y el médico, que escucha y exhorta. Así que Freud pone un fuerte peso al diálogo y a la fuerza que tiene la palabra para evocar sentimientos y reacciones en una persona. Esta conversación no soporta terceros oyentes, se establece así un lazo afectivo entre el paciente y el médico. La única manera de aprender la técnica analítica y los procedimientos psicoanalíticos es mediante el estudio de la personalidad propia. 2. La segunda dificultad está referida a la educación médica llevada a cabo por los estudiantes en donde el interés nunca fue dirigido hacia lo psíquico, existen prejuicios médicos con lo que uno se topa a la hora de enfrentarse al psicoanálisis. Esta disciplina busca llenar el vacío dejado por la psiquiatría, siendo así, que dos tesis del psicoanálisis han generado mucha aversión: 1. Los procesos anímicos son inconscientes y los procesos conscientes son apenas actos singulares y partes de la vida anímica total. Esto se enfrenta con el supuesto de que la consciencia es el carácter que define lo psíquico. 2. Las mociones pulsionales sexuales desempeñan un papel enormemente grande como causa de las enfermedades nerviosas y mentales y participan en las más elevadas creaciones culturales, artísticas y sociales del espíritu humano. Esta tesis causa mucha resistencia, pues la cultura se ha creado a expensas de la satisfacción pulsional y la sociedad mira con recelo la emancipación de las pulsiones sexuales. Sin embargo, termina diciendo que la sexualidad es algo propio de la naturaleza humana. CONFERENCIA XVI.
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PSICOANÁLISIS Y PSIQUIATRÍA
La conferencia gira en torno a la introducción en la comprensión de los fenómenos neuróticos, que tienen mucho en común con las operaciones fallidas y del sueño. Aclara que lo que presenta como concepción psicoanalítica, sistema especulativo, es más bien experiencia; expresión directa de la observación y resultado de su procesamiento, la concepción psicoanalítica de los fenómenos neuróticos. Parece indicado empalmar con los fenómenos ya tratados. Toma como ejemplo un acto sintomático que había observado en muchos pacientes: al entrar al consultorio dejaban la puerta abierta. En este acto, están manifestando inconcientemente su desprecio por el psicoanalista. Este acto ite un paralelo con otra observación clínica: una señora recibe un anónimo donde le decían que su marido la engañaba, pero luego descubrió que el anónimo era falso. Desde entonces, esta señora entra en crisis como si en el fondo no hubiese quedado convencida de la falsedad del anónimo. Se trata de un caso de celos obsesivos, al lado del cual, el acto de no cerrar la puerta del consultorio puede parecerle al psiquiatra un acto insignificante y desprovisto de interés. El psiquiatra explicaría los celos obsesivos a partir de una predisposición hereditaria, pero el psicoanálisis busca una explicación distinta: la señora provocó el anónimo, ya que el día anterior había confesado a su criada sus temores acerca de recibir un anónimo. Esto significa que su obsesión ya existía antes de recibir el mensaje, en forma de temor o de deseo. Freud concluye que ella rechaza el amor erótico hacia su yerno y la forma de no sentir remordimiento, es creer que su marido la engaña. Existen también otras razones: la señora estaba próxima al climaterio y por ello exaltaba todo lo sexual, sintiendo que su marido ya no la satisfacía como antes. La psiquiatría, a diferencia del psicoanálisis, no busca causas más próximas para enlazar algo a la obsesión, tiene razón en el factor hereditario, sólo que para Freud este factor causal es uno de los varios que hay, no el único. Además, la cura en psicoanálisis no pasa por dar recetas hidroterápicas, sino por comprender el origen próximo de la obsesión.
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