Cartografía romana:
Los mapas actuales están basados en la cartografía matemática que se inicio en Grecia clásica, donde sus avances cartográficos llegaron a niveles de perfección que no volvieron a ser igualados hasta el siglo XV. En Roma, al contrario, no se nota ese avance de la cartografía experimentado en Grecia y hay que distinguir el mapamundi, que sigue el modelo circular jonio y que fue común en la Edad Antigua, y los itinerarios –totalmente prácticos- que despiertan un mayor interés y que señalan las rutas que iban a usar los ejércitos, los comerciantes, viajeros, etc. Sus mapas eran prácticos, no requerían mediciones astronómicas ni proyecciones. Las usaban para representar rutas comerciales y militares.
Mapas representativos de Roma: Orbis Terrarum (mundo entero): La cartografía romana se caracterizó por tener una orientación decididamente utilitaria, desde el punto de vista de la expansión, del imperio. Los mapas eran más que nada militares del mundo conquistado o por conquistar, dentro del concepto del orbis terrarum, que situaba a Roma en el centro del mundo hasta entonces conocido, fue parte de la motivación que llevo a Roma a la conquista de orbe, tratando con esto de cumplir con una especie de destino manifiesto. Nótese como una situación de naturaleza geopolítica modelo el carácter cartográfico de la época. Fue clasificado como el primer atlas moderno. Cada mapa iba acompañado de una explicación sobre lo que figuraba en la ilustración: marcando escalas y grados de altitud, también contribuían una red geométrica de carreteras. El concepto geográfico derivado fue tan dominante, que los mapas orbis terrarum se siguieron copiando mucho durante la edad media.
Tabla de Peutinger: Es un cartograma, en el que se destacan, además de Roma y las rutas imperiales, los mares Adriático y Tirreno. Contiene nombres de más de 5000 lugares geográficos.
Tabla de Peutinger La tabula Peutingeriana o tabla de Peutinger (llamada así en honor del humanista alemán del siglo XVI, Konrad Peutinger) es un tipo de mapa donde aparecen los itinerarios que recorrían de punta a punta las diversas provincias imperiales romanas (figuran unos 4000
asentamientos). Esta pintado a todo color en un rollo de pergamino de casi siete metros de largo. En la tabla se puede ver una red romana de carreteras que van desde España hasta la India, el pergamino está orientado de Oeste a Este y la capital del imperio ocupa el lugar central. Tanto las extensiones de tierra como los mares aparecen distorsionados. Los caminos se representan como líneas casi rectas que cruzan la hoja de un extremo a otro uniendo ciudades cuyos nombres se indican. No está dibujado a escala: las distancias entre las ciudades se indican a los lados de las vías. Junto a las rutas también se indican los monumentos más destacados, que constituyen importantes puntos de referencia para el viajero; así, los castillos, iglesias, faros, torres o arboleadas, representan como conjuntos de edificios. Una de las rutas más utilizadas era la Vía Francigena, principal arteria de comunicaciones entre Europa Central e Italia.
Mapas Celestes: Un mapa celeste es un mapa del cielo nocturno, utilizado para identificar y localizar objetos astronómicos, tales como estrellas, constelaciones, galaxias y se han utilizado para la navegación humana desde tiempos antiguos. Durante siglos, mucho antes de que los instrumentos náuticos ayudaran al hombre a orientarse en el mar, una de las pocas señales con las que contaban los antiguos marinos cuando oscurecía eran las estrellas. De ahí nació la costumbre de dibujarlas, de realizar primitivas versiones del cielo para poder conocer la situación en un momento dado. Algunos de los mapas más bellos y técnicamente complejos aparecieron durante la época dorada de la cartografía, en los inicios de la modernidad europea. En especial, desde la invención del telescopio (1610). Tanto la imaginación científica como la popular quedaron cautivadas por la astronomía, lo que genero un mercado sediento de obras que mostraran gráficamente los conocimientos del momento. Este tipo de mapas celestes alcanzo su punto máximo con el magnífico “Harmonía Macrocósmica” de Andreas Cellarius en 1660. El Atlas celeste que marco la pauta para los que vendrían después, durante el siglo XVII, fue la Uranometría, elaborada por el abogado y editor bávaro Johann Bayer, en 1603. Esta influyente obra basada en el catalogo de estrellas del astrónomo danés Tycho Brahe. En esa época, los cálculos de proyecciones se realizaban con instrumentos como el astrolabio y el cuadrante. La Uranometría fue una obra científica fundamental, concebida para que los astrónomos la usasen en el seguimiento del movimiento de los planetas, la Luna, y otros cuerpos celestes, así como en su posterior, plasmación en un mapa, además, introdujo el sistema de identificaciones de las estrellas en la constelación en función del brillo, haciendo uso de las letras del alfabeto griego (como, por ejemplo, Alfa Centauro). Al margen de su funcionalidad, el atlas de Bayer fue un objeto de gran belleza que presentaba la información en 51 planchas grabadas en gran pericia. El cielo, en todos sus aspectos, desempeñaban un papel mucho más importante en la
vida de los europeos del siglo XVII que en la nuestra, y ello con independencia de su posición social. Así, las personas corrientes consultaban ansiosamente los horóscopos para saber que les depararía el destino. Por aquel entonces estaba muy extendido el miedo a acontecimientos como los eclipses solares o el paso de un cometa. La creciente aceptación del modelo heliocéntrico del universo (formulado a finales del siglo XVI por Nicolás Copérnico) se convirtió en la piedra angular de una nueva ciencia racional y empírica. Isaac Newton sostenía que, puesto que la astrología trataba de las relaciones entre los planetas, era irrelevante que un cuerpo celeste se situaba en el centro del sistema y, por consiguiente, seguía siendo un ámbito valido de investigación. El Atlas celeste mas celebre del siglo XVII fue el “Atlas Coelestis” (1660), también conocida como Harmonía Macrocósmica, del cartógrafo alemán Andreas Cellarius. Incluía 29 planchas a doble página coloreadas a mano y más de 200 páginas de comentarios en latín. Las esplendidas ilustraciones del atlas celeste de Cellarius abordan una amplia gama de temas, como las orbitas de los planetas alrededor de la Tierra, los planisferios de los sistemas de diferentes astrónomos, un diagrama de las fases lunares, las constelaciones de los hemisferios Norte y Sur o los tamaños relativos de los cuerpos celestes. Cellarius presenta al lector la visión geocéntrica del universo de Tolomeo, con su imaginativa y falsa hipótesis relativa al movimiento de los planetas, junto con los sistemas más modernos de Brahe y Copérnico. A pesar de la indudable precisión de sus mapas de estrellas y demás cuerpos celestes, algunos aspectos de la Harmonía Macrocósmica carecen de fundamento científico.
Biografía: Joyas de la Cartografía 100 ejemplos de cómo la cartografía definió, modifico y aprehendió el mundo – Clark J. O. E. Barcelona, Parragon Books, 2006 Webgrafía: etccccccc