Novena a San Martin Caballero V. por la señal de la Santa Cruz, R. De nuestros enemigos líbranos señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Acto de contrición. Amabilísimo Jesús, Pastor bueno; a tus pies esta la descarriada oveja, que vuelta a tu redil clama por el perdón de sus descarríos: pequé, Señor, piedad; Padre amoroso, clemencia; si mis culpas son enormes, tu misericordia es infinita; esa sangre que me lave de todas mis inquietudes; si pos el pecador padeciste y moriste, acata aquí el mayor de ellos; perdón clama, válgale por sagrado tu dolorosa pasión, los meritos de María Santísima, y la intercesión de tu glorioso confesor San Martín, para por ellos ser perdonado y gozarte en la triunfante Sión. Amén. Primer día: Glorioso Martin, que conociendo lo caduco de los bienes terrenos, despreciando los honores y la milicia de los emperadores por seguir las banderas del Rey del cielo y disfrutar de las delicias celestiales, te hiciste catecúmeno, para poder entrar en el gremio del crucificado y pelear contra los enemigos de la fe: ruegote, Santo mío, me concedas el que despreciando las vanaglorias del mundo cumpla, con el fin para el que fui creado que es amar y servir a Dios para gozarle eternamente. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición: Haz prodigioso San Martín, que en desengaño profundo, dando la mano al mundo cumpla con mi último fin. Oración a la Virgen María: Dulcísima Reina de los ángeles y abogada de los pecadores, que continuamente ruegas por ellos, cual otra Ester, para desarmar la justicia del divino Asuero, y conseguirles el perdón de sus inquietudes; rogámoste,
amada Madre, no nos desampares en ningún momento; si no que en todos los instantes de nuestra vida seas nuestro amparo, y la estrella que nos guié al puerto de la verdadera felicidad. Amén. Oración para cada día de la novena: ¡Oh Glorioso Soldado Romano! Que fuiste de Dios escogido para cumplir el Don de la caridad, danos las fuerzas suficientes para superar las adversidades de nuestra vida para poder ser fieles en amor a Dios como tú lo fuiste. Por las pruebas más grandes a que fuiste sometido por el señor, yo te pido de todo corazón me ayudes a combatir las miserias de mi casa para que reine la paz y la unidad en ella, para que Dios la habite como principal huésped; que la caridad de tu alma me siga por donde quiera que vaya y me proteja de las insidias del enemigo para que no caiga en pecado. Te ruego protejas mis trabajos para que por ellos dé gloria y alabanza a Dios y sirvan para el bien de mis hermanos; alcánzame de Dios la gracia de servicio siempre con alegría. ¡Oh San Martín Caballero, fiel misionero del Señor!, Líbrame de todos los males para que nunca me falte suficiente salud, trabajo, sustento de mi alma y sustento de mi cuerpo. Segundo día: Limosnero sin igual; que caminando airosa y bizarramente (aún catecúmeno) te salió al en encuentro el pobre Ambiano, y sacando la espada dividiste tu capa para abrigar su desnudez; pero ¿cual fue tu recompensa? Ver la noche siguiente a Jesucristo en figura de pobre, cubierto con la media capa que habías dado, y oír de su misma boca estas dulces voces: “Martín, el catecúmeno, me dio esta vestidura”. Si tanto pudo la caridad y tanto mereció, ruégale al Señor nos comunique esta virtud, para que ejerciéndola con nuestro prójimo en esta vida, en el trance tremendo nos diga su majestad: ven para poseer mi reino, porque tuve hambre y me diste de comer, estaba desnudo y me vestiste. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Pues El mismo Dios premió, Tu gran liberalidad, Ruégale a éste nos conceda Una ardiente caridad. Tercer día: ¡Oh valeroso y fuerte soldado de la milicia de Jesucristo!, que militando las banderas del apóstata Juliano, después de haber conseguido por tu oración
la victoria sin efusión de sangre, te pusiste bajo la dirección de San Hilario, Obispo de Potiers. Y recibidas las saludables aguas del bautismo, y rehusando tu humildad y virtud el sagrado orden de diacono te hiciste exorcista, y pasando a tu patria por revelación divina, sacaste a tus padres, del seno de la idolatría al verdadero camino de Jesucristo, mira, piadoso a esta pobrecita alma, que encenagado en sus pasiones desea volver al camino de la perfección: ruega por mí para que separado de los lazos de Satanás, siga a mi redentor. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Si a tus padres redujiste, A la senda de verdad, Haz que ahogando las pasiones, Siga la perfecta humildad. Cuarto día: ¡Oh esforzado y valiente atleta mártir por la fe!, pues por perseguir a los arrianos sufriste cárceles, azotes y destierros; y del pérfido Auxeracio ultrajaste y malos tratamientos; y retirado a un monasterio con tu maestro Hilario, tu fervorosa oración cual otro Eliseo resucitó a un catecúmeno el cual recibió el saludable baño del bautismo; fortalece, Santo mío, en mi espíritu una oración perfecta, para que no separándome de la presencia de Dios, lo agrade, y agradándole lo goce. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día:
SI tu Oración consiguió Que un muerto vida recobre Quién tal gracia mereció Haga en mi oración obre.
Quinto día: Pacientísimo Martín, que hecho sacerdote del Señor y electo Obispo de Tours, por la aclamación del pueblo, llevando la virtud y milagros que obrabas, supiste juntar en tan alta dignidad la acción de Marta con la contemplación de María, instruyendo a tu pueblo y viviendo todo en Dios, ejercitando la paciencia en los malos tratamientos, como lo hiciste con los soldados que furiosos por haberles espantado las cabalgaduras de su carroza al pasar tú, te maltrataron hasta dejarte por muerto; aunque el
Seños castigo tal insulto haciendo quedasen inmobles: suplícote Santo mío, intercedas para que el Señor me comunique el don de la paciencia para sufrir las adversidades y malos tratamientos, y amando a mis prójimos te acompañe en la celeste Jerusalén. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Si de Cristo has aprendido, A sufrir con resistencia, A sufrir con resistencia, De fortaleza y paciencia
Sexto Día: Fragante azucena: que por conservar ilesa tu virginidad, nunca quisiste acercarte a mujer alguna, y afligías continuamente tu cuerpo con ayunos y rigurosas penitencias, avergonzando a la carne y al demonio, haciendo confesar que eran pocas sus fuerzas para tu resistencia, mereciendo por tu pureza el recrear tus sentidos con la vista de un Pedro, de Tecla, Inés y la Reina de los Ángeles. Si tal favor recibes, ruégale a María Santísima me comunique el donde la castidad para presentarme limpio en la presencia de Dios. Amen. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Si la reina celestial, Con su vista te recrea, Tiempo es de pedir mercedes; Haz que castidad posea.
Séptimo día: Prudentísimo prelado: que lloraste tu culpa con copiosísima lágrimas, y por haber comunicado con algunos Obispos separados de la comunión de la Iglesia por dar gusto al emperador Maximino, hiciste rigurosas penitencias hasta que fuiste consolado por un ángel del Señor: suplícote llore continuamente tanto crimen cometido contra mi supremo Creador, para que llorando sea consolado en la celestial Sión. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Si el llorar te consiguió, Por un ángel el perdón, Has que llorando consiga,
Una grande contrición.
Octavo día: Vigilantísimo Pastor: que gravado con el peso del trabajo, edad y achaques, te retiras al monasterio de Cordado para morir entre tus discípulos, más oyendo que exclamaban. “¿Por qué nos desamparas, Padre? ¿a quién nos dejas desconsolados y afligidos?. Los lobos hambrientos devoran tu rebaño; bien sabes tus ansias por ver a, Cristo, mas tu premio está seguro; y por dilatarte un poco no se disminuirá; ten cuenta con nuestra necesidad, que quedamos en manifiesto peligro: más ¡Oh obediencia lo que puedes! ¡Oh amor al prójimo, lo que te cuesta! Que exclamas ¡Oh señor! Si todavía soy necesario a tu pueblo, no rehusó el trabajo, hágase tu voluntad. Pues favorece, Santo mío, a tus devotos, y dales resignación para cumplir la voluntad de Dios. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Si a cumplir la voluntad, De Dios te hayas resignado, Haz que se halle cumplida, Y sea en esta aprovechado.
Noveno día: Ya has llegado, Héroe incomparable, a recibir el premio de tus servicios; ya los espíritus celestiales bajan a recibir tu bendita alma con dulces y suaves cánticos; pero ¿Qué podré decirte? Te diré lo que el Turonense: “Que la alabanza de Martín, de Martín es aquel Señor a quien nunca dejó de alabar”. Si ya posees la gloria, mira y protege a tus devotos; cuida la Iglesia que está en peligro; ampara a los príncipes cristianos, y abre esas liberales manos, que nunca han estado cerradas para protección de los hijos de Juan de Dios; ampara esta comunidad; y pues fuiste norma de prelados, dirige al suyo para que rigiendo a sus hijos por la verdades senda, le gocemos en la gloria. Amén. Tres padres Nuestros y aves Marías y se hace la siguiente petición, junto con las oraciones del primer día: Ya, Martín estas gozando, De Dios la suma deidad; Pues protege compasivo, A la comunidad.