Introducción La colleja (del latín cauliculus, pequeña col) es una hierbecilla vivaz que brota en primavera y otoño formando densas agrupaciones de brotes. Estos se reconocen por sus hojas opuestas y carnosas, de forma lanceolada, agudas y con unos dientecillos diminutos en el margen. Los nudos de los que nacen las hojas están engrosados. Con el calor de la primavera se espiga formando tallos alargados rematados por inflorescencias de flores con un cáliz globoso y cinco pétalos libres y blancos, profundamente escotados. El fruto es una cajita (cápsula) que contiene numerosas semillas minúsculas. Bajo tierra presenta unas raíces engrosadas, como pequeñas zanahorias de color amarillento. Su nombre científico, Silene vulgaris, alude a Sileno, personaje de la mitología griega conocido por su gran barriga, como los cálices inflados de las collejas. Sileno era un dios menor, un sátiro que se solía representar borracho y montado sobre un burro.
Figura 2. Silene vulgaris, la colleja
Las collejas son plantas comunes en los campos cerealistas, en los ribazos, linderos y márgenes de caminos. Antes de la mecanización del campo se recogían también en las mieses, pero las labores profundas de los tractores las desterraron del interior de los campos de cultivo. Tiene su origen en la región mediterránea aunque se ha extendido a otras regiones del Viejo Mundo (norte de África, Macaronesia, Eurasia) e introducida en América. En la Península Ibérica se reconocen cuatro subespecies; vulgaris, propia de campos de cultivo y medios alterados y commutata, glareosa y prostrata, que crecen en canchales, pedregales y roquedos calizos (Castroviejo et al, 1990). Uso tradicional
Figura 1: Mosaico romano que representa a Sileno conducido hacia su burro (fuente: Wikipedia)
Especialmente se conocen las collejas como verdura silvestre. Con un cuchillo o navaja se cortan los brotes tiernos, sobre todo en primavera pero también en otoños benignos.
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Se van echando en una talega o en una bolsa. Después hay que limpiarlas (“esmotar” collejas), quitando hojas feas, pajillas, tallos duros si ya se están espigando y cualquier elemento extraño que haya podido colarse entre los brotes. Una vez limpias, se dejan en una bolsa o en un lebrillo o barreño con agua para que no se resequen. Existen diversas referencias históricas al uso de las collejas como alimento en tiempos de escasez y plagas de langosta como la que asoló Menorca en 1685. Dice Cienfuegos que “la gente pobre, en tiempo de Cuaresma, hace unos guisadillos aderezándolas como espinacas que saben harto bien” (Rivera y Obón, 1991).
Figura 3. Las collejas, protagonistas de numerosas recetas durante la primavera
Las collejas en la cocina local Aunque se pueden comer crudas en ensalada, lo habitual es consumirlas cocinadas. Se pueden cocinar directamente o “sancochar” (darles un hervor) antes de cocinarles. Son muy apreciadas como verdura fina, se emplean en: Potajes, especialmente los de Semana Santa, como garbanzadas, guisos con patatas y legumbres, etc., siempre en los platos sin carne que se cocinan tradicionalmente para Jueves Santo y Viernes Santo. Variantes de estos guisos serían los garbanzos o judías con collejas. Tortillas y con huevos revueltos.
Patatas fritas con collejas. Se fríen patatas, se añade luego ajo, pimiento seco y las collejas y se termina de freír. Otra variante añade huevos a esta receta. Collejas con chorizo. Se fríen los chorizos troceados y con ajos tiernos, se añaden las collejas, luego dos claras de huevo y pimentón, se espesa con las yemas y comino picado. Como ingrediente en los gazpachos manchegos. En rellenos de empanadas y empanadillas como los minxos de verduras valencianos.
Arroces con collejas. A menudo acompañados de alubias y caracoles.
En cocas mallorquinas.
Collejas en salsa, preparadas como verdura salteada con ajos, se añade agua y se cuece, no deben quedar secas. Se puede hacer sólo con collejas o mezclando otras verduras silvestres. Otras variantes incluyen huevos, cominos, piñones o hierbabuena en esta receta.
Incluso llega a consumirse en crudo, formando parte de ensaladas.
Caldo de patatas con collejas. Se fríen las collejas con ajo picado, se añaden patatas, sal y agua y se deja cocer hasta que las patatas estén cocidas.
Como base para croquetas.
Las raíces son también comestibles aunque su consumo no es habitual. Se conoce su empleo como alimento de emergencia en hambrunas y periodos de escasez.
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Recetas de otros países El consumo de las collejas como verdura silvestre no es exclusivo de España, se conocen, recolectan y consumen en toda la cuenca mediterránea (Rivera et al, 2006): Bqûla (verduras silvestres). Marruecos. Se da un hervor y luego se fríe una mezcla de verduras silvestres (malvas, collejas, verdolagas, ababoles) se sirve con limones en conserva y aceitunas. Îggdiwen (verduras silvestres). Marruecos. Mezcla de verduras silvestres (ortigas, collejas, romanzas, ababoles) sancochadas y fritas. Minestra delle 18 erbe selvatiche (Menestra de las 18 hierbas silvestres). Cerdeña, Italia. Receta que incorpora una mezcla de verduras como borrajas, collejas, acelgas silvestres, cardos, cerrajas, rabanizas, ababoles, romanzas, etc. hasta 18 variedades distintas. Salado camlo, ensalada campànela (Ensalada del campo). Languedoc, Provenza, Francia. Ensalada de verduras silvestres entre las que se incluyen las collejas. Χορτοπιτα, Jortopita (Empanada de verduras). Grecia. Empanada tradicional griega rellena de verduras silvestres. ite muchos tipos, entre ellos la colleja.
Suppa d´erbiglie (Sopa de hierbas). Córcega. Sopa que se realiza con una mezcla compleja de verduras silvestres (ajoporros, hinojo, cerrajas, etc.) junto con hortalizas diversas (zanahorias, cebollas, patatas, judías). A menudo se le añade arroz o picatostes.
Los nombres de las collejas Albanés
Klokëz
Árabe
Kahali, nouar ed dil
Bereber
Talazazt
Castellano
Collejas
Catalán-valenciano-balear
Conillets, colitxos
Corso
Scrununietti
Griego
Strouthouthkia, sakrithkia
Inglés
Bladder campion
Italiano
Trivoli, stride, strisciola, cucina
Maltés
Quasqejza
Occitano-provenzal
Caurilh, cresinéu, petarèla
Sardo
Capriuleddu
Siciliano
Cannatedda
Serbio
Pusina
Turco
Givisganotu, tavsan ekmegi, siyavu
Vasco
Galkidea
Fuente: Rivera et al, 2006
Figura 4. Jortopita, empanada de verduras (Foto: JF)
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Conservación Tradicionalmente, las collejas han sido un alimento estacional, de temporada, sin realizarse ningún tipo de conserva. En la actualidad, algunas personas las conservan congeladas. Después de darles un hervor, se escurre la verdura, formando como unas pelotas que se guardan en una bolsita de plástico y se guardan en el congelador.
Su popularidad las ha llevado a formar parte del repertorio de la lírica popular en forma de dichos y canciones populares como estas (Fajardo et al, 2000): “Madres que tengáis hijas, no las mandéis por collejas, porque hay pastores en el campo que se «atiran» como abejas” “Ha llegado el tiempo de los pobres, se van a pescar grillos chichirimamas, collejas, espárragos y cardillos”
Otros usos Como un juego, se cogen las flores de las collejas una a una y se cierra con los dedos la abertura del cáliz, pinzándola entre los dedos índice y pulgar. Así cerrada, queda como un globito que se hace estallar con un golpe contra la frente u otra superficie, produciendo un pequeño chasquido característico, ruido que da lugar a la expresión “dar una colleja”. Se emplean como medicinales para diversos usos (Pardo de Santayana et al, 2014): Su consumo se piensa que es bueno para la sangre. Se toma la infusión de sus flores y hojas para desarreglos digestivos y problemas del hígado.
Cultivo de las collejas Se han desarrollado satisfactoriamente diversas experiencias sobre las posibilidades de esta planta como cultivo, especialmente en agricultura ecológica. Se propaga fácilmente por semilla. En un ensayo realizado en el Centro de Investigación Agroambiental de Albacete se estudiaron diversas densidades de siembra, fechas de corte, productividad del cultivo y costes de producción. En las conclusiones se destaca la importancia de la densidad de plantas en la productividad y la estacionalidad de la producción, que puede llegar a ser de 2´5 kg por m2, recolectados en seis cortes anuales (Fernández y López, 2005).
Las cataplasmas de collejas cocidas se han usado contra el resfriado. También en uso externo, sus hojas y raíces machacadas se emplean en las Canarias para problemas de la piel; heridas, ampollas, quemaduras, verrugas, etc. Las raíces contienen saponinas, por lo que pueden utilizarse como fuente de jabones naturales. Es planta de interés apícola, ya que, aunque no contiene néctar, las abejas recogen polen de sus flores. Figura 5. Grupo de collejas
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Referencias bibliográficas: Castroviejo, S. et al. (eds.) 1990. Flora Ibérica Vol. II. Real Jardín Botánico-CSIC. Fajardo, J., Verde, A.-, Rivera, D. y Obón C. 2000. Las plantas en la cultura popular de la provincia de Albacete. Instituto de Estudios Albacetenses. Albacete. 264 pp Fernández, J. y López, J. A. 2005. La colleja, el cultivo de una verdura silvestre tradicional. Agricultura 876: 548-551 Pardo de Santayana, M., Morales, R., Aceituno, L. y Molina, M. (eds.). 2014. Inventario español de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad. Ed. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Madrid. Rivera, D. y Obón, C. 1991. La Guía de Incafo de las Plantas Útiles y Venenosas de la Península Ibérica e Islas Baleares (excluidas medicinales). Ed. Incafo. Madrid. Rivera, D., Obón, C., Heinrich, M., Inocencio, C., Verde, A. and Fajardo, J. 2006. Gathered Mediterranean Food Plants-Ethnobotanical Investigations and Historical Development. In Heinrich, M., Müller, W. F. and Galli, C. (eds.). Local Mediterranean Food Plants and Nutraceuticals. Forum Nutr. Basel, Karger vol 59: 18-74
La colleja ha sido recolectada en la región mediterránea durante cientos de años y es una de las verduras de primavera por excelencia
Rivera, D., Verde, A., Fajardo, J., Inocencio, C., Obón, C. y Heinrich, M. (eds.) 2006. Guía etnobotánica de los alimentos locales recolectados en la provincia de Albacete. Ed. Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”. Albacete. Tardío, J., Pascual, H. y Morales, r. 2002. Alimentos silvestres de Madrid. Ed. La Librería.
Textos: José Fajardo y Alonso Verde. Fotos: Miguel Wikipedia.
Brotons,
José
Fajardo,
Diseño y maquetación: Miguel Brotons
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