FFyL Denisse Gotlib Gutiérrez ―Amor‖, Clarice Lispector Escribir es intentar comprender, es intentar reproducir lo irreproducible, es sentir hasta el final el 1 sentimiento que de otro modo permanecería apenas vago y sofocante.
En 1960, Clarice Lispector publicó su segundo libro de cuentos, Lazos de familia, compuesto por trece cuentos ciertamente unidos por el eje temático de las relaciones familiares y, sobre todo, del lugar de la mujer en esa institución y en las relaciones que se construyen a partir de ella. Es importante aclarar que Lispector aborda el tema siempre desde la cotidianeidad de la rutina o desde hechos medianamente extraños2 —y no desde ―grandes dramas‖ o hechos totalmente excepcionales—. Sin embargo, en todos los cuentos existe un punto de quiebre fundamental que sucede cuando: […] se produce un o físico o visual, entre un sujeto y otro, o entre un sujeto y una cosa animal. Pese a lo que podría suponerse, el o no deviene reconocimiento de sí o del otro, por el contrario, da lugar a una suerte de extrañamiento […] que conduce a uno o varios personajes a un estado que puede variar entre la extrañeza perceptiva o a la deriva subjetiva hasta alcanzar un fuera de sí.3
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Apud. Nádia Battella Gotlib, Clarice. Una vida que se cuenta. Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2007, p. 38: “Escrever”, A descoberta do mundo, p. 191. Crónica publicada en el Jornal do Brasil el 14/09/1968. 2 Mario Cámara, Véase “Lazos de familia” de Clarice Lispector http://sibila.com.br/novos-e-criticos/lazos-defamilia-de-clarice-lispector/4881 3 Op. Cit. Mario Cámara, s. p.
Amor Estrictamente, ―Amor‖ cuenta algunas horas de la vida de Ana, esposa y madre de familia: toma el tranvía después de haber hecho algunas compras, ve a un ciego en el tranvía, camina por el jardín botánico, regresa a casa, cena con su familia, se traslada al cuarto de dormir con su esposo. La acción, al menos en el sentido de movimiento corporal, no serán el centro de la anécdota, sino, como es habitual en Lispector, los movimientos psicológicos y los pensamientos de la protagonista, que componen el verdadero jugo narrativo.
Ana De inmediato, en las primeras líneas del cuento, la protagonista es presentada ante el lector como una mujer ―cansada‖ y ―en busca de comodidad‖. A continuación, aparecen los hijos de Ana: ―buenos, algo verdadero y jugoso. Crecían, se bañaban, exigían, malcriados, por momentos cada vez más completos.‖ Como se hace evidente a partir de la última cita, la ―verdad narrativa‖ no se construye a partir de las aseveraciones del narrador, sino de los choques y confusiones que generan las contradicciones de dichas afirmaciones. ¿Cómo pueden ser buenos, verdaderos y jugosos, y a la vez exigentes y malcriados? No se está diciendo que estas características sean necesariamente opuestas, pero sí generan dudas en el lector, quien de entrada ya comenzó a armar sus conjeturas a partir de estas relaciones no transparentes. Después de los hijos aparece la cocina que ―era espaciosa, el fogón estaba descompuesto y hacía explosiones.‖ En tan solo un párrafo ya han aparecido dos lugares comunes atribuidos por el rol de género: la maternidad y la cocina.
Su condición de creadora Si seguimos leyendo, en las siguientes líneas aparecen las ―cortinas que ella misma había cortado […] Lo mismo que un labrador. Ella había plantado los simientes que tenía en la mano‖. Ana en este y otros momentos aparecerá ligada a verbos de trabajo manual, es decir, la condición de mujer que hace con sus manos, o de creadora.
Los espacios de cada género A través de las aclaraciones del narrador, queda claro que el espacio que corresponde a Ana es el del hogar:
―La irrupción o el o con ese afuera permiten el reconocimiento de una forma de vida inquietante y deconstructiva del lazo familiar. Por otra parte, la familia también configura un ámbito que funciona como resguardo, sin dejar de hacernos notar que esa protección puede contener mucho desamparo. Espacio ínfimo constituiod de toques violentos, como los abrazos que las madres de ―Amor‖ y ―La menor mujer del mundo‖ descargan sobre sus hijos¸y de encierros, como lo atestigua el rol de los maridos en los relatos ―Imitación de la rosa‖ y ―Devaneos y embriaguez de una muchacha‖. Sin embargo, en ambos casos,
articulación deconstructiva con un afuera y espacio de resguardo, actúa el lazo para volver a hacer efectiva la vigencia de la convención familiar‖ Mario Cámara ―Las extrañezas y derivas producidas como resultado de los movimientos y fricciones d elos personajes, promueve la sospecha insoslayable de que por debajo de un orden doméstico –pero también social- cuidadosamente reproducido, sobreviven fuerzas de una intensidad deslumbradora‖ Mario Cámara ―En relación a ese mundo hecho de flujos e intensidades, el título Lazos de familia resulta sugestivo pues mediante ese sustantivo lazo remite tanto a la idea de ―vínculo‖, ―unión‖ o ―alianza‖ –los ―afectos‖ que circulan por las narraciones‖- como a cierta tradición sociológica y jurídica de fines del siglo XIX que intentaban dar cuenta de las nuevas conductas sociales producidas por las transformaciones tecnológicas y urbanas. A partir de esta segunda definición, la palabra lazo refiere al cumplimiento de un conjunto de normas. Es la norma como institución la que pareciera funcionar para mantener a distancia, casi todo el tiempo, ese otro mundo percibido por destellos, emergente a través del o fortuito. Por ello, lo que se pone en cuestión en los cuentos de Clarice Lispector no es tanto una cierta hipocresía familiar, más propia de la literatura brasileña cultivada por sus amigos escritores católicos, sino la lógica del nomos. Es este punto el que coloca a la literatura de Lispector en nuestro presente asfixiado por crecientes estrategias inmunitarias y la vuelve contemporánea [4]. Frente al nomos, en lugar de una verdad interior o profunda se alza la anomia, cuya etimología significa, precisamente, ―fuera de la norma‖. Anomia que muchos de los personajes de Lazos de familia experimentan en la medida en que se desanuda o entra en crisis el andamiaje que supone el lazo entendido como nomos.
El lazo, en sus virtuales y fragmentarios desanudamientos –ese desanudamiento será la secreta materia política de La pasión según G.H. y de muchos otros textos de Clarice-, deja ver la dimensión inmunitaria de los ordenamientos sociales y familiares. En otras palabras, esa estructura social y familiar se revela como una instancia preventiva contra el riesgo de un afuera desconocido, atravesado por fuerzas e intensidades pero presuntamente mortífero. Como señala Roberto Esposito, contra la turbulencia de la vida, pues de eso se trata ese afuera, ―debe el derecho inmunizar la vida: contra su irresistible impulso a superarse, a hacerse más que simple vida. A ir más allá de su horizonte natural de vida biológica‖ [5]. Es este impulso el que siente Ana, en el cuento ―Amor‖, a partir de la observación del ciego mascando chicle. Expulsada de sus propios días, le parecía que las personas de la calle eran peligrosas, que se mantenían por un mínimo equilibrio en la superficie de la oscuridad –y por un momento la falta de sentido las dejaba tan libres que ellas no sabían hacía dónde ir. Percibir una
ausencia de ley fue tan súbito que Ana se agarró al asiento del frente, como si pudiese caer del tranvía, como se las cosas pudiesen ser revertidas con la misma calma con que no lo eran.
La expulsión de su entorno familiar y la percepción de la suspensión de la ley son, en la experiencia de Ana, una y la misma cosa. Su posterior paso por el Jardín Botánico supondrá, aunque fuera por unos pocos momentos, la potenciación de una forma de vida, es decir el ingreso a un espacio común, de o y contagio con la naturaleza atractiva y repelente del Jardín, como un esquema opuesto al ordenamiento inmunitario. Mario Cámara.
―En todo cuanto escribió está la misma angustia existencial, similar búsqueda de su identidad femenina y, más adentro, de su condición plena de ser humano. En sus cuentos hay, ciertamente, el vuelo ensayístico, la fulguración poética, el golpe chato de la realidad cotidiana, la historia interrumpida que podría continuar, como la vida, más allá de la anécdota.‖ P. 16 compilador Miguel Cossío Woodward, Cuentos reunidos: Clarice Lispector, México, Alfaguara, 2001 ―[…] ambas son autoras que exploran y escriben desde la identidad femenina, mostrando la complejidad psicológica, la profunda sensiblidad y la finísima percepción de la circunstancia que posee el ―segundo sexo‖ del que habló Simone de Beauvoir‖ p. 20 ―Bajo la simplicidad de los acontecimientos narrados, se advierte la tensión secreta de los personajes, que simulan aceptar pasivamente el curso de la realidad familiar, mientras tratan de impedir el vuelo fastidioso de una mosca interior y el inquietante temblor de una flama secreta. Detrás de una narración fluida, con una secuencia ordenada, se percibe la sombra permanente, pero refrenada, del caos que puede desequilibrar las costumbres y las perspectivas mediocres de las personas comunes y corrientes. En el fondo, Clarice desdramatiza para dramatizar sus historias; soslaya al héroe o la heroína tradicional para mostrar la heroicidad de existir, a secas; reduce la acción para resaltar la pasión; detiene el tiempo y concentra el instante, que es efímero y eterno a la vez.‖ P. 21 Está hablando del libro Alguns contos pero creo que aplica para el nuestro. COSSIO ―En 1960, Clarice publicó Lazos de familia, su segundo libro de cuentos que, como su nombre lo indica, profundiaza y amplía el ya explorado tema de la vida familiar, pero va más allá. En ese volumen se incluyen los seis relatos antes publicados en libro, agregándose otros siete para un simbólico total de trece con los que definiivamente se consagra como narradora. Lazos de familia es, como bien se lo
dijo Érico Veríssimo, ―la más importante colección de historias publicadas en este país [Brasil] en la era posmachadiana‖.‖ P. 22 COSSIO ―Estos Lazos… no siempre son de familia, pero en ellos se destaca el tema de la mujer que es madre y esposa, en sus relaciones sutilmente peligrosas con parientes y amigos, pero sobre todo consigo misma, en una especie de serena evaluación de la forma en que se manifiestan y operan estas relaciones. Un ejemplo brillante es el cuento ―Amor‖,, donde se desmitifica primero la idea del matrimonio perfecto, dedicado a cumplir la sagrada función de crecer y reproducirse, con hijos sanos y atisbos de falsa dicha. Clarice reafirma la crítica al papel asignado al ama de casa, sujeta a un mecanismo familiar que la cosifica y despoja de proyección fuera del círculo estrecho y de los invisibles lazos que la asfixian y matan. Y no se queda ahí, le da otra vuelta a la tuerca, penetra en los pensamientos y las sensaciones de Ana, la mujer que sabe todo eso y, sin embargo valora su situación y es capaz de manejarla con una clarividencia que el hombre, su marido, ni siquiera sospecha.‖ P. 22 COSSIO Después de la experiencia extática, la realidad es