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Como continuaci6n del best-seller En~~t:ntros con La somhra, cuya edici6n COtllO a cargo de Connie Zweig, Ia misma auto~a, e n colaboraci6n con Steve Wolf, p~b!tc~ ahora Vivir con La sombra, un libro dtdacttco e iluminativo que cubre diversos aspe~t~s del famoso modelo junguiano. Vtwr con La sombra nos ayuda a comprender .que Ia conducta -provocacla por nuestro tnconsciente mas oscuro es algo muy comun y que no esta limitado a los personajes publicos. La sombra ex iste en cada uno de nosotros, y suele reconocerse con mayor claridad en el area de las relaciones personates. Zweig y Wolf analizan c6mo Ia poderosa fuerza de Ia sornbra influye en el matrimonio, las relaciones sentimentales, Ia amistad, el trabajo, y nos hacen ver que aceptar y compreoder estes oscuros aspectos de Ia personalidad pueden conducir a un mayor conocimiento de uno mismo, apaciguar las emociones negativas que surgen en la vida diaria y ayudar a acabar con las conductas autodestructivas. Vivir con La sombra explora de modo revelador y accesible e l misterioso !ado oscuro de Ia naturaleza humana, un eterno t6pico e n Ia literatura, Ia leyenda y Ia psicologfa. Caluroso y comprensivo, el enfoque personal de los autores influira profundamente en los lectores, ayudandoles tambien a encontrar sentido al sufrimie nto. «La verdadera libettad consiste en ar con el Yo-mismo, que es a Ia vez divino y diab61ico, sagrado y profano. Vivir con Ia sombra permite ir destapando las capas del alma hasta alcanzar Ia pureza del Ser que se halla dentro de cada uno.» 0 EEPAK CHOPRA
Connie Zweig es psicoterapeuta junguiana, especializada e n temas relacionados con Ia creatividad y Ia espiritualidad. Ha siclo editora del libro Encuentro con Ia sombra (publicado tambien por Kair6s). Steve Wolf es psic6logo, experto en misticismo, artes marciales y narraci6n de cuentos.
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Cubierta: Emiliano G6mez
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Psicologia c
ISBN: 978·84·7245406·4
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Vivir con La sombra
tro camparnento y, como Parsifal en su combate contra el caballero infiel, trate de defender a mi familia del hambriento animal. Y, al igual que Parsifal descubri6 que el caballero contra el que combatfa era su propio hermano oscuro -a quien terrnin6 abrazando-, descubrf que el oso segufa vivo en mis propios instintos salvajes, a los que yo habfa despertado de Ia sombra. Tras esa iniciaci6n, me sentfa completamente preparado para el retorno. Arrnado con el mapa de la conciencia que me habfan proporcionado mis estudios en Arica, me hallaba ahora en condiciones de comprender que Ia espiritualidad completaba a la psicologfa occidental como parte natural del proceso de desarrollo del individuo. Mis tentativas de integraci6n entre Ia fllosoffa oriental y los estados alterados de conciencia con los modelos occidentales del desarrollo psicol6gico me habfan conducido a una tierra desconocida. Entonces me matricule de nuevo en el programa doctoral de psicologfa y acabe la carrera que habfa iniciado veinte afios atras. Dotado del autoconocimiento que me habfa proporcionado mi rica y variada experiencia vital, me senti en condiciones de participar mas plenamente en Ia sociedad, desempeiiar mi labor y dedicarme a servir a la humanidad como un psic6logo clfnico que ha experimentado personalmente los beneficios tanto del analisis psicol6gico como de Ia practica espiritual. Asimismo, en tanto que persona a cargo de una familia, emprendf otro viaje iniciatico a Ia masculinidad que me llev6 a sanar, en un nivel profundo, Ia dualidad existente entre el puer y el senex. AI final de Ia historia del Grial, Parsifal se entera de que el Rey Pescador ha rnuerto, retorna al castillo y es coronado rey; luego contrae matrimonio y gobierna el pafs en paz durante muchos afios. El relato nos dice que el gobernador del reino del Grial sera aquella persona que, tras numerosas pruebas, alcance tanto el autoconocirniento como la compasi6n. De igual modo, cuando un hombre ha llevado a cabo el trabajo con la sombra, y el viejo rey -o el complejo del padre- muere en su interior, puede llegar a convertirse en un rnonarca consciente, en alguien que ha unido dentro de sf las energfas del puer y del senex. En Ia medida en que fui abandonando el mundo de rni padre, descubriendo rni propio camino, emprendiendo Ia practica espiritual y curando rnis propias heridas psicol6gicas, tambien fui dejando atras las escapadas del puer y empece a experirnentar un tipo de masculinidad lo bastante amplia como para poder albergar Ia sabidurfa del espfritu, Ia profundidad del alma, la relaci6n empatica con las mujeres, las responsabilidades del trabajo cotidiano y las bendiciones y deberes de Ia paternidad. Como padre y esposo, sigo afrontando a diario desafios a mi masculinidad, pero tambien cada dfa doy las gracias por la abundante generosidad de una tierra que antai'io era baldfa.
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1. YO Y MI SOMBRA Uno no tiene que estar encerrado en una habitacion para sentirse atrapado. En el cerebro existen laberinros que no son materiales yes mucho mLis seguro Luchar con un fantasma entrevisto a medianoche que mirar cara a cara a ese extrafio oculto en nuestro interior. Es mucho mas facil escapar aterrado de las ruinas de una lobrega abadfa que enfrentarse a uno mismo en plena soledad. Seria menor el panico si un asesino oculto en nuestra casa nos obligara a escondernos dentro de nosotros mismos, cuando nuestro cuerpo empufia un revolver y dispara hacia La puerta apuntando a una sombra apenas atisbada. 1 EMILY DICKINSON
Ciento cincuenta afios antes de que Carl G. Jung desarrollara el tema de Ia sombra, Johann Wolfgang von Goethe escribi6 un libro sobre Fausto y Mefist6feles, la bistoria de un hombre que hizo un pacto con el diablo, una historia que despert6 oscuros acordes en los rincones mas ocultos de la civilizaci6n occidental. Henrich Fausto era un erudito sediento en el desier47
Vi vir con Ia sombra
to de una vida excesivamente intelectual que, apesadumbrado por su aisLamiento e insatisfecho con Las respuestas que le proporcionaba el conocimiento, solo deseaba acabar con su sensacion d~ extrafiarniento y alienacion depositando su fe en algo superior que Je permitiera encontrar el sentido de Ia vida. En un momento de desesperacion y ansioso de sentido y de poder, Fausto vuelve sus ojos bacia Ia magia y acaba firmando un pacto de sangre con el diablo en el que le vende su alma y accede a convertirse en su sirviente despues de Ia muerte si este le sirve durante La vida y le concede juventud y placeres. Es asf como Fausto entrega su voluntad a cambio del poder y termina siendo posefdo por su sombra. En La medida en que Ia historia va desarrollandose, Fausto parece perder toda su responsabilidad moral pero. en su confusion, comienza a debatirse entre los dos aspectos de su naturaleza bumana: Ia espiritualidad y Ia sensualidad, Ia conciencia y el deseo, el ego y la sombra. Tras una serie de desengaiios y de errores, Ia influencia de Mefistofeles cornienza a debilitarse y, cuando se ve obligado a afrontar la separacion entre sus facetas divinas y diab61icas, experimenta un profundo despertar psicologico. Como dice Jung: «Cuando Fausto se encuentra cara a cara con Mefistofeles ya no puede seguir afirmando que "es Ia esencia de La crueldad", sino que se ve obligado a adrnitir que "ya no puedo seguir negando que se trata de mi otro !ado, de mi alter ego, de mi propia sombra"».2 Al igual que Frankenstein, Mr. Hyde, Darth Vader y Terminator -sus representaciones mas actuates-, Mefist6feles sedujo a Fausto con sus ilusiones de poder y dominio y La promesa de llegar a disfrutar un dfa del rnismo poder que Dios. Pero Mefistofeles no es mas que Ia encarnacion de los deseos de poder, sexo y dinero de Fausto y, junto a La seductora fantasia de que algun dfa podra Uegar a poseerlo todo, le ofrece, ni mas ni menos, que el final de Ia envidia, los celos y Ia codicia. Cada uno de nosotros aspira, como Fausto, a encontrar un senti do y una experiencia que nos conccte con algo trascendente; cada uno de nosotros aspira, como el, a poner fin a su soledad y, al igual que el, tambien hemos vendido nuestra alma a algun diablo y hemos sacrificado nuestra complejidad y autenticidad en un intento de sentimos mas seguros, tener mas dinero o conseguir el amor. Las ofertas fausticas que nos brinda Ia sociedad contemponinea pueden adoptar formas muy di versas. Tal vez, por ejernplo, se trate de vender nuestro amor a cambio de un matrimonio de conveniencia, quizas consista en comerciar con nuestra rica vida familiar a cambio del exito y La influencia en el mundo de los negocios. Valoramos tanto nuestra persona que, en un
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Yo y mi sombra intento desesperado por conseguir los atributos externos del estatus social, llegamos a hipotecar nuestra paz mental; estarnos dispuestos a vender las relaciones autenticas a carnbio de sexo o, por el contrario, disfrazamos el sexo tras una apariencia de pureza; no dudamos en trocar La autonomfa por Ia dependencia econ6mica, permaneciendo como niiios en el hogar familiar o al amparo del sistema de bienestar social o, por ultimo, renunciamos al esfuerzo vital que supone Ia busqueda del alma por los parafsos artificiales y provisionales que nos proporcionan las adicciones. Obviamente, realizamos todos estos cambalaches de una manera inconsciente, sin darnos cuenta del sacrificio que implican, es decir, de Ia perdida de nuestra vulnerabilidad, nuestra intimidad, nuestra autenticidad, nuestra irnaginacion y, en defmitiva, de nuestra alma. Pero, mas pronto o mas tarde -quizas al reparar en alguna mentira que nos hayamos dicho a nosotros mismos o al afrontar Ia perdida de la ilusion que suele tener Iugar durante Ia mediana edad-, terminamos cobrando conciencia del coste real de este pacto. Hasta entonces creemos que, pagando al diablo el precio que nos exige, podremos evitar el sufrimiento y no tendremos que hacer frente a nuestro lado oscuro pero ahora, al igual que le ocurriera a Fausto, nos damos cuenta de que hemos cometido Ia peor de las traiciones, nos hemos traicionado a nosotros rnismos. En los momentos en que nos encontran1os cara a cara con nuestro Mefist6feles intemo, una parte prohibida -e incluso repulsiva- de nosotros mismos sale a La luz y se hace cargo de todos nuestros movimientos, pareciendo arnenazar Ia existencia misrna del ego que, de ese modo, se ve relegado a una posici6n meramente secundaria. En esos momentos podemos darnos cuenta de que existen fuerzas que nos superan y gobiernan nuestras vidas; en esos momentos, lo que parecfa evidente se torn a confuso y lo que, hasta entonces, habfamos tornado como ajeno se revela propio. A este respecto, Jung escribiolo siguiente: El encuentro con uno mismo es, al principia, el encuentro con nuestra propia sombra. La sombra es el estrecho pasaje, Ia ventana angosta cuya dolorosa constricci6n resulta inevitable para todo aquel que aspire a Uegar a Ia fuente mas profunda. Uno debe aprender a conocerse a sf mismo para poder saber qui en es, porque lo que nos aguarda detras de la puerta es -sorprendentemente- una ilimitada expansi6n llena de dudas hasta entonces desconocidas que carece aparentemente de exterior e interior, de arriba o abajo. de aqui ode alli, de rnio y de tuyo, de bien ode mal. Es el mundo de agua ... donde yo puedo sera! mismo tiempo esto y eso; dondc puedo ex perimentar al otro en mi del mismo modo que el otro puede experimentar me a mf.l
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Vivir con la sombra
El presente capitulo nos introduce a las figuras internas de la sombra que habitan en cada uno de nosotros. En el examinaremos el modo en que estas se desarrollan de manera natural e inevitable en nuestro interior y c6mo parecen sabotear nuestros mejores esfuerzos a lo largo de nuestra vida. Tambien rastrearemos sus rafces en el psiquismo personal y cultural, algo a lo que tambien invitamos a todo lector que desee emprender el trabajo con su sombra. Vease, para una exposici6n mas detallada del modo de acometer el trabajo con Ia sombra, el epflogo titulado «Manual de trabajo con la sombra>>, en el que incluimos una practica de respiraci6n para ayudar a centrarnos (que puede permitirnos alcanzar una perspectiva mas equilibrada cuando nos veamos obligados a hacer frente a algtin personaje de Ia sombra), diferentes alternativas para identificar la aparici6n de los distintos personajes de Ja sambray algunas sugerencias en torno al modo de volver a establecer o con la voz del Sf rnismo, todo lo cual hara posible que el personaje deJa sambra deje de insistir en asurnir el control de la situaci6n. En el proximo capitulo exploraremos mas detenidamente las raices de Ia construcci6n de Ia sombra en el seno de Ia familia y, en los siguientes, pasaremos del ambito interno al entorno social, subrayando la aparici6n de Ia sombra en nuestras relaciones y las ventajas que puede conllevar el trabajo con eUa.
El encuentro con la sombra: la violencia, el abandono, la adiccion, la critica y el engaiio Por lo general, el encuentro con la sombra suele anunciarse a traves de pequeiios detalles que pueden llegar a repetirse varias veces al dfa. Cuando nos sentimos avergonzados por un aspecto que consideramos inaceptable de nosotros rnismos -como la adicci6n, Ia crftica, Ia codicia o Ia mezquindad, por ejemplo-, nos hallamos frente a una cualidad de la sombra que obstaculiza internamente nuestra actividad. Cuando acudimos a una fiesta y sentimos un rechazo in mediato por una persona desconocida ( «Es idiota>>, «Mira que gorda esta>>, «Se lo tiene muy crefdo» o «Le gusta llamar la atenci6n», por ejemplo), no cabe Ia menor duda de que nos hallamos frente a la proyecci6n de alguna cualidad de nuestra sombra. En esos mementos es como si nuestras intenciones conscientes se vieran entorpecidas por un oponente inconsciente desconocido. La sombra es, por definici6n, inconsciente y, en consecuencia, no podemos contemplarla directamente y debemos aprender a buscarla. Pero para ello es necesario, en primer lugar, saber hacia d6nde tenemos que rnirar: 50
Yo y mi sombra
• La sombra se oculta detras de nuestros sentimientos secretos de verglienza~e este modo, descubrir un sentimiento de verglienza revela una tfeCiiaqUe apunta al coraz6n rnismo de Ia sombra, hacia los tabues sexuales,l los defectos corporales, los remordirnientos emocionales y, muy posiblemente, hacia todo aquello que secretamente deseamos pero que no nos atrevemos a hacer. Cuando el sentirniento de verglienza, por ejemplo, tiene que ver con las personas a las que amamos o incluso con nosotros mismos, la sombra permanecera en Ia oscuridad, lejos del alcance de unos ojos amorosos y, por lo tanto, ajena a toda posibilidad de curaci6n. l,Cuates son, pues,J los pensarnientos o sentirnientos intimas que mas nos avergi..ienzan? (,Cuat es el rasgo personal del que mas nos gustarfa deshacernos? <.De que modos nos sentimos inaceptables, sucios o vergonzosamente diferentes? • La sombra se halla oculta en nuestras proyecciones. Asi pues, cuando reaccionamos desproporcionadamente ante un rasgo a ·eno es r ue no acertamos a ve o en nosotros rnismos. Es muy probable, por tanto, que, cuando un rasgo o una conducta de una persona nos haga sentir enojados («jDios mfo, esta mujer me revuelve las tripas!»), escepticos («jNO puedo creer que me este hacienda eso! ») o azorados («Me hace sentir sumamente inc6modo») y reaccionamos desproporcionadamente, estemos contemplando indirectamente algun aspecto de nuestra propia sombra y que, en un intento inconsciente por desterrarlo de nosotros mismos, Io proyectemos externamente y lo atribuyamos a otra persona (,A quien rechazamos o juzgamos con mas severidad? l. Que grupo de personaSci ecemos o nos roduce mas rniedo? l. Que rasgo nos resu ta m s msoportable de un · ·· ? • acec a tambien detras de nuestras adicciones porque, cuando nos hallamos a merced de una conducta compulsiva, queremos -aunque sea de un modo inconsciente- amortiguar los sentimientos de la sombra y llenar, .de ese modo, un vacfo invisible. Asi es como el alcohol, las drogas, el sexo o la comida, por ejemplo, cumplen con la funci6n de ocultar nuestras necesidades mas profundas generando el sfntoma de Ia adicci6n y tornandonos completamente sordos ala Hamada del Yo. (,Cua-1 lesson nuestros deseos mas profundos? <.Cuales son los deseos que trata3 mos de controlar o Jirnitar cuando sucumbimos a una adicci6n? • La sombra tambien se revela en nuestros lapsus verbales. Cuando, por ejemplo, cometemos los deslices verbales que caracterizan a! arquetipo del loco, Ia sombra revela momentaneamente pensamientos o sentimientos espontaneos sexuales, ir6nicos o crueles. En tal caso. atrapados en la mascara, tratamos de salir del paso con una sonrisa embarazosa. AI tratar de describir, por ejemplo, unos gemelos (cuff links) que le habfa regalado su suegro y que anteriormente habian pertenecido al padre del donante, un 51
Vi vir con La sombra
cliente dijo: «Sencillamente, no puedo creerme que me haya regalado estas esposas (handcuffs)», lo cual revelaba, de manera inconsciente, que sentfa invadida su intimidad y que su suegro querf~ convertirle en su hijo. 1..Que deseo secreta tiene que cree inalcanzable? :....-• La sombra tambten hace acto de presencia en los chistes y en las bromas pesadas hechas a expensas de otras personas. Asf es como podemos destemillarnos de risa ante un comentario desatinado o refrnos de los defectos ajenos y sacudir luego nuestra cabeza sorprendidos por la reacci6n que acabamos de tener como si, momentaneamente, nos hubieramos visto arrastrados por un personaje interno inusitadamente frfo y cruel. (.En que ~ocasiones nos hemos sentido sorprendidos o avergonzados por nuestra re~acci6n ante Ia desgracia ajena? • La sombra tambien se esconde tras el disfraz de los sfntomas ffsicos. Asf pues, aunque nosotros podamos tratar de mentir, nuestro cuerpo siempre dice la verdad. Podemos olvidar un abuso pero nuestro cuerpo siempre lo recordara. AI igual que un amortiguador, el cuerpo nos protege de los golpes y del sufrimiento de nuestra experiencia emocional. Y, aunque tratemos de defendernos de ella, nuestro cuerpo sufrin\las consecuencias. De ese modo iran acumulandose, lentamente y a lo largo de los afios, las pautas del estres y las situaciones traumaticas basta que, inevitablemente, si no tomamos conciencia de la sombra que se aloja en nuestras celulas y en nuestros musculos, comenzaran a relatar su historia. <,Cucil es el mensaje que nuestro cuerpo trata de transrnitir? (.Que secretos y traiciones revelarfan nuestras celulas en el caso de que pudie1:an hablar? • La sombra tam bien nos muestra su rostro durante Ia median a edad, un perfodo en el que no es preciso ir a su encuentro porque es ella Ia que nos encuentra a nosotros. Asf, aunque nuestra tarea durante Ia primera parte de nuestra vida estriba en alcanzar un mfnimo de estabilidad en el amor y en el trabajo, el objetivo de Ia segunda rnitad consiste en tomar conciencia de todo aquello que hayamos ignorado o descuidado. De este modo, Ia crisis de la mediana edad suele presentarse en forma de una noche oscura del alma entre cuyas consecuencias cabe seiialar Ia inestabilidad tanto en el trabajo como en el amor, Ia sensaci6n de perder fuerzas y la urgencia por vivir lo que no hayamos vivido. Durante Ia primera rnitad de Ia vida, pues, desarrollamos nuestra sombra, rnientras que, durante Ia segunda, debemos trabajar con ella. (.Que dios o diosa nos impulsa a emprender una nueva vida? <,De que formas podria expresarse este cambio? <,D6nde se esconde el Tramposo que podni volver del reves nuestros Mbitos y valores habituales? (. Cwiles serfan las cosas -si alcanzasemos los ochenta afios de edadque lamentarfamos haber hecho (o, por el contrario, no haber hecho)?
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Yo y mi sombra • La sombra se expresa tambien -y tal vez del modo mas elocuente- en nuestros sueiios. Los sueiios tienen Ia capacidad de revelar sentirnientos desconocidos y actitudes inadvertidas que no podrfan salir a la luz por otros medios. Asf, en el sueiio, un personaje de la sombra puede dar vida a nuestros impulsos mas prohibidos (adoptando, por ejemplo, la imagen de un sadico) o romper poderosos tabues como el criminal latente que el sofiante jamas se atreveria a reconocer en su conciencia vigflica. 1.. Que cosas ( emergen en nuestros sueiios que parecen contradecir Ia imagen que vigilicamente nos forjamos de nosotros rnismos? (.Como suelen comportarse esos personajes y cuales son sus necesidades reales? • La sombra revela tambien sus facetas mas ricas en la obra creativa, tendiendo un puente entre los mundos consciente e inconsciente. De este modo, la actividad artfstica es capaz de liberarnos del ferreo yugo de la mente consciente, perrnitiendo que afloren estados de animo e imagenes desconocidas. Asf pues, los escritores y el resto de los artistas son, de algun modo, especialistas en descorrer este velo y perrnitir que todo el mundo pueda atisbar las ilirnitadas riquezas que se esconden en el reino de Ia sombra.
Pero el encuentro con la sombra tambien puede ser dramatico y transformar completamente nuestra vida. El hombre que pierde el control, por ejemplo, puede llegar a golpear a una mujer y poner de manifiesto sus instintos mas asesinos encarnando Ia figura arquetfpica del tirano o del violador, rnientras que Ia mujer atrapada y desesperada puede abandonar a sus hijos para tratar de vivir una vida mas libre y encarnar, en tal caso, el arquetipo de la madre oscura. Y todas estas situaciones abocan indefectiblemente al encuentro con ese extrafio que habita en nuestro interior y cuyas rafces, aunque asentadas en nuestra historia psico16gica personal, no dejan de estar ligadas a nuestro entorno cultural y a la realidad mftica o arquetfpica en la que estamos inmersos. En una especie de versi6n contemporanea de Ia historia de Fausto, cierta cliente dotada de una avidez insaciable por el conocirniento se habia acostumbrado a llevar un estilo de vida hipercontrolado y excesivamente intelectual. Y, aunque ello pudiera deberse, en parte, a su trabajo como profesora de filosofia, lo cierto es que fundamental mente era un intento de escapar al ca6tico mundo emocional de su madre. AI Uegar ala mediana edad, sin embargo, nuestra cliente comenz6 a verse asaltada por sentimientos oscuros e incontrolables llegando incluso a escuchar el susurro de una voz que la incitaba a abandonar el tedioso mundo acadernico al que estaba acostumbrada y adoptara una vida mas arriesgada e incierta. Nosotros le sugerimos que emprendiese el trabajo con Ia sombra en Ia seguridad de que esos eran los sen-
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Vivir con Ia sombra
timientos de una parte desconocida de sf misma y que escribiera, en tercera persona, lo que temfa que puctiera ocurrir en el caso de que asumieran el control de su vida. He aqui un fragmento de su d~ario a este respecto: Se habfa convertido en lo que no era. Todo lo que se habfa esforzado por crear y realizar habfa quedado inconcluso. Los hilos que dirigfan su vida estaban cada vez mas tensos y el argumento se iba tomando cada vez mas claro. Todo lo que habfa desdeiiado, dejado de lado o arrojado ala hoguera de su rabia volvfa de nuevo. Y lo hacfa origimmdose en ella, brotando de ella, naciendo de ella y. aunque le pareciera perteneciente a otra vida, a una vida diferente, era, sin embargo, su propia vida, su imagen retlejada, su gemelo. Entonces pens6 en escapar muy lejos, coloc6 unas pocas pertenencias en una bolsa, dio media vuelta y se alej6, se alej6 de las palabras, se alej6 de Ia luz del amanecer y se alej6 de los limoneros. Tratando de escapar de las sonrisas, de los zapatos, del zumbido de las maquinas, se adentr6 en Ia espesura del bosque, en donde las palabras permanecfan en su garganta, el cielo era oscuro y los rostros agresivos; se adentr6 en el bosque, donde los pies carninan desnudos y s6lo se escuchan los sonidos de Ia lechuza, el coyote y el oso.
En esos momentos en que llegamos a ser extrafios ante nosotros mismos y nos hallamos cara a cara con el Otro desconocido e insospechado, podemos vislumbrar, por un instante, nuestros puntos ciegos. Cuando el destello fulgurante de Ia humillaci6n, el chispazo rojo de Ia ira o Ia gelida acometida de Ia culpa destellan de manera fugaz e inadvertida en el campo de nuestra conciencia, nuestra respuesta habitual consiste en mirar bacia otro lado y negar lo que acabamos de entrever. Pero, al igual que ocurre con las cartas que dejamos sin abrir, sus mensajes permanecen mudos y sus buenas noticias no son escuchadas. El trabajo con Ia sombra, en cambio, nos obliga a abrir las cartas y escuchar las voces que hemos silenciado, respetando lo que tengan que decirnos. Y, para ello, es nccesario, antes que nada, ser capaces de identificar los personajes de la sornbra que se ocultan en nuestra propia atma.
El idilio con la sombra: el rey Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda Son muchas las personas que cuando llegan a Ia madurez sienten la necesidad de conocerse mas plenamente y de profundizar sus relaciones con los demas, objetivos, ambos, que pueden lograrse a traves del trabajo con 54
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Ia sombra. En nuestra opinion, este deseo de despertar forma parte de un proceso natural de desarrollo que tiene Iugar en todos los adultos y que ha sido adecuadamente cartografiado por Ia literatura transpersonal y espiritual. A diferencia de Ia transici6n que tiene Iugar entre Ia adolescencia y la edad adulta -un cambio biol6gicamente determinado que ocurre, por tanto, de manera automatica-, la expansion de Ia conciencia debe ser el fruto de Ia propia elecci6n y su exito dependera, en consecuencia, de Ia intenci6n puesta en el empefio. Pero este cambio exige, antes que nada, dejar de prestar toda la atenci6n al mundo externo y comenzar a atender a nuestro mundo interior, un cambio que, en el caso de los j6venes, puede verse precipitado por los conflictos o problemas familiares, por Ia traici6n de alglin miembro de la familia, por un doloroso desengafio amoroso que nos arrastre al caos emocional y termine obligandonos a reflexionar sobre nosotros mismos o como el resultado de alguna experiencia con estados alterados de conciencia que nos proporcione una visi6n mas profunda de nosotros mismos. En las personas que se ballan en Ia mitad de Ia vida, sin embargo, este cambio evolutivo suele tener Iugar de una vez por todas y jalona el descenso al mundo subterraneo, la biisqueda de una nueva perspectiva y Ia renovaci6n del sentido de la vida. La psicoterapia tambien puede propiciar este despertar en cualquier momento de la vida porque, cuando alguien emprende una terapia, inicia un rito de pasaje que le toma mas introspectivo y le predispone a asumir Ia responsabilidad de las consecuencias de sus decisiones. Y Ia psicoterapia, como muchos rituales, puede llegar a convertirse en una busqueda de los dioses perdidos. Hablando en terminos generales, las personas que acuden a nuestra consulta suelen comenzar relatando Ja historia de su vida y sus sentirnientos al respecto. Es normal, en este sentido, que relaten su percepci6n de los problemas que les aquejan y que busquen empatia, comprensi6n y consejo. Nosotros, por nuestra parte, les relatamos la historia del rey Arturo y de los caballeros de Ia Tabla Redonda en el reino mitico de Camelot como un escenario que puede ayudar a articular las figuras de Ia sombra que acechan en su interior. Tal y como reza la historia, el noble y sabio rey Arturo orden6 construir una gran mesa redonda que perrnitiera que todos los caballeros que se sentaran en ella dispusieran de un Iugar desde el que exponer su particular visi6n de las cosas. Pero, a diferencia de los caballeros -cada uno de los cuales tenia un interes particular que defender-, el monarca, por su parte, ocupaba el sitial de poder, el sitial del soberano ~. hablando en terrninos psicol6gicos, 55
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del Sf mismo- porque solo el gozaba de una vision global que le colocaba en una situacion inmejorable para gobemar sabiamente. Desde nuestro pun to de vista, el reino de Camelot constituye una metafora de Ia totalidad del psiquismo, una totalidad que incluye tanto nuestras necesidades individuales como las necesidades de las personas con las que nos relacionamos. Los caballeros -o personajes de nuestra tabla redonda interna- representan las paut~:; v~rsonales y arquetfpicas de funcionamiento que determinan nuestra conducta, dan forma a nuestras decisiones y tiiien nuestros sentimientos. Pero en todo momento corremos el riesgo de que cualquiera de ellos trate de usurpar la posicion privilegiada que ocupa el rey y acabe provocando -como respuesta, quizas, a una necesidad infantil de afecto y seguridad, a una crftica despiadada de Ia imperfeccion o a una ansiedad compulsiva que jamas podni ser satisfecha- una especie de golpe de estado imerno, en cuyo caso, nuestro rei no interior - bajo el imperio de este caballero o personaje de Ia sombra- seve sacudido porIa ioestabilidad. Nosotros no creemos que el psiquismo constituya, por asf decirlo. una entidad compacta y fortificada sino, por el contrario, un ambito dinamico que se halla poblado de multitud de personajes que pueden irrumpir o desaparecer de escena en un abrir y cerrar de ojos, momentos durante los cuales podemos llegar a sentir que no somos "nosotros", como si Ia totalidad de nuestro ser se viera secuestrada por un fragmento, mientras el resto permanece amordazado entre bambalinas. Cada una de las figuras o personajes que se sientan a la mesa tiene su propia historia personal o mito generador y, como todo dios o diosa, tambien tiene su propia herida que curar y regalo que conferir. Cuanto mas inconscientes e indiferenciados se hallen, con mas ahinco se aferranin al trono, nos despojanin de nuestra voluntad y nos poseeran como si se tratara de fuerzas ajenas pero, en Ia medida en que comencemos a cobrar conciencia de ellos, los diferenciemos y les demos un nombre y una forma, iran perdiendo fuerza y se convertiran en una mas de nuestras posibles alternativas. El conocido psic61ogo de los arquetipos James Hillman ha escrito acerca de la relaci6n existente entre estos personajes (a los que el caracteriza como nuestras patologfas) y nuestros deseos compulsives (a los que engloba bajo el epfgrafe de Ananke, Ia diosa griega de Ia necesidad): En su opini6n, cada vez que nos sentimos bajo el influjo de un poder ajeno, secuestrados por un personaje extraiio que nos compele a actuar de un modo irracional y poco habitual, nos hallamos bajo el poder de Ananke.~ Cuanto menos capaces seamos de concebir las fuerzas que nos mueven, mas sometidos nos hallaremos a elias y mas compulsiva e inconsciente sera nuestra conducta, una situaci6n que cambia por completo cuando comenzamos a relacionarnos con 56
Yo y mi sombra
esas fuerzas de un modo mas consciente. A fin de cuentas, el trabajo con Ia sombra puede mostrarnos el Iugar que ocupan dentro del orden divino de Camelot para poder escuchar y respetar adecuadamente su voz. En cualquiera de los casos, el trabajo con Ia sombra debe comenzar rastreando las rafces de estos personajes en nuestra propia historia personal.
Rastrear las raices personales de la sombra Cada uno de los personajes o figuras de la sombra que se sientan alrededor de la tabla redonda tiene una historia que contar que siempre gira en torno a la misma linea argumental, ya que la vitalidad, el sentimiento y la dependencia del nifio desbordan tanto la capacidad de las personas que se hallan a su cuidado que, de un modo u otro, estas terminan traicionandole a traves de Ia negligencia, Ia intrusi6n, Ia crueldad y la vergiienza. Para que el niiio sobreviva a este entorno hostil debe establecer un pacto faustico que le perrnita ocultar en la sombra las facetas inisibles para el mundo y mostrar tan solo aqueLias otras que resulten aceptables (el ego). Es asf como el continuo con nuestros padres, maestros, sacerdotes y amigos va modelando la forma en que nos presentamos ante el mundo en un desesperado esfuerzo por sentimos seguros, aceptados y queridos; es asf, a fin de cuentas, como el ego y Ia sombra van creandose simultaneamente dentro de cada uno de nosotros. Este proceso universal de creaci6n de los personajes de la sombra tiene Iugar mediante diversas estrategias de enfrentamlento o estilos de defeosa que cumplen con Ia funci6n arquetfpica de servir como guardianes de las puertas del alma. Elias nos ayudan a sobrevivir en todas las situaciones insoportables, protegiendonos de la ansiedad provocada por el rechazo y el abandono. Pero, parad6jicamente, el mismo hecho de tratar de protegernos de los sentimientos inaceptables va alejandonos de nuestras jovenes y vulnerables almas al tiempo que va consolidando nuestra sombra. Este rechazo de los pensarnientos y sentimientos (negacion) comienza a una edad muy temprana, apenas descubrimos que elllanto despierta el cariiio de nuestros padres y que nuestro mal comportamiento alienta su castigo. Pero nuestros padres tambien son nifios heridos que tratan de escapar de sus propios sentimientos ocultos cuando se ven estimulados por las emociones y el erotismo natural y espontaneo de sus hijos. No es extrano, por tanto, que, en Ia medida en que sus defensas se desmoronan, los padres se protejan juzgando y condenando inconscientemente a sus hijos con el rechazo y la vergilenza. 57
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Si, durante nuestra infancia, hemos intemalizado Ia voz crftica de nuestros padres, la vergtienza y el autorrechazo quedanin integrados en la imagen que tengamos de nosotros mismos. De e§te modo aprenderemos a sentimos desvalidos, falsos e inaceptables. La cualidad de los valores y sentimientos de los padres determina, pues, el estilo de defensa psicol6gica que posteriormente adoptara el hijo en la vida. Entonces, por ejemplo, es ) cuando decirnos «Yo no soy asf» o «Yo no lo he hecho» en un esfuerzo denodado por esquivar el juicio, Ia culpabilidad y Ia condena y sentimos aceptables. Es asf, en suma, como los rasgos negatives de Ia sombra -que se consideran indeseables-se ven desterrados al inconsciente (represi6n), se destierran al cuerpo (somatizacion) o se atribuyen a los demas (proyecci6n), mientras los llamados rasgos positives -que se consideran aceptables- acaban convirtiendose en nuestro ego ideal (identificaci6n). Pero la enajenaci6n de los sentimientos desagradables para evitar relacionarnos con ellos (mediante Ia negaci6n o Ia represion) conlleva el elevado precio de terminar despojandonos de nuestra propia vitalidad. Cierta cliente -a la que llamaremos Carol- acudi6 a nuestra consulta cuando estaba atravesando Ia tfpica depresion de la mediana edad. Cuando solo era una nifia que vivia en un entomo rural del Medio Oeste -en una familia de siete hermanos-, aprendi6 a ocultar sus sentimientos de tristeza -que inconscientemente vivfa como inaceptables para sus padres- en un esfuerzo por impedir que estos se sintieran fracasados o impotentes y a mostrarse siempre feliz (personaje 1), desarroUando una personalidad con un rango tan estrecho de sentimientos y de conductas que Ia hacfa parecer tan unidimensional como una Barbie. lntemamente, sin embargo, segufa tratando de proteger a sus padres, se sentfa responsable y actuaba de manera moralista (personaje 2), compelida por Ananke a obedecer las ordenes de un dios vengativo y colerico. Y siendo mujer tambien se sinti6 obligada a vivir la persona de la nina, de modo que, cuando contrajo matrimonio, crefa que su unica tarea consistfa en convertirse en una esposa ejemplar y cuidar de su marido. En la medida en que la seguridad que le proporcionaba el matrimonio y la crisis de la mediana edad alent6 el proceso natural de desarrollo, sus sentimientos reprimidos acabaron irrumpiendo bruscamente en su conciencia. Fue entonces cuando descubri6 que "la melanc6lica" (personaje 3) -el nombre con el que bautiz6 a la figura que encarnaba el mensaje transmitido por sus padres de que la tristeza no es aceptable- usurpaba el poder mientras ella, incapaz todavfa de afrontar sus sentirnientos, cafa en una seria depresi6n. Es frecuente que percibamos nuestro estado de animo como una serie de sentimientos indiferenciados y, en este sentido, el estado depresivo de
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Carol -encarnado en el personaje llamado "la melanc6lica"- estaba compuesto de sentirnientos indiferenciados de tristeza, arrepentimiento, perdida, desesperacion, impotencia y basta rabia, que se habfan visto reprimidos al rnismo tiempo. Gracias al trabajo con Ia sombra. sin embargo, Carol comenz6 a reconocer que su depresi6n no se debia tan s6lo a la insatisfaccion que le producia su vida externa o a un desequilibrio hormonal. sino que se originaba en la falta de conexi6n con las profundidades de su alma. La adopci6n inconsciente de las cualidades de uno de nuestros progenitores o de otra figura autoritaria (identificacion) reduce el dolor que nos provoca la separaci6n y Ia perdida en un intento de defendernos de la sensaci6n de separaci6n y vulnerabilidad. La afirmaci6n ufana del niiio que dice «Soy tan listo como rni papa» ilustra la asirnilaci6n de los valores de su padre en un intento de defenderse del hecho de sentirse torpe y desvalido. Pero cuando el "hijo del padre" se convierta en adulto, ese niiio todavfa puede permanecer vivo en su interior sometido a los imperatives de un complejo patemo que, en forma de voz interior, le dicta como debe presentarse al mundo para parecer poderoso, importante y productive. La sombra emerge cuando el adoctrinamiento que le ayuda a evitar sentirse insignificante e irnpotente le obliga a boicotearse a sf rnismo y le convierte, por ejemplo, en un adicto compulsive al trabajo que sacrifica su matrimonio y su autenticidad en aras de la productividad. Uno de nuestros clientes llamado Anthony -de cuarenta y dos afios de edad- se habfa sentido tan amedrentado por su padre y por su hermano cuando era pequeiio que, en el presente, no podia soportar a los hombres debiles y desvalidos y los juzgaba y desdeiiaba como meras vfctimas. Como reacci6n a esa situacion infantil, Anthony desarroU6 un personaje exageradamente responsable y adicto al trabajo que ejercfa dos profesiones que le permitfan sentirse importante y poderoso pero, cuando cumpli6 los cuarenta, comenzo a sufrir de agotamiento y letargia y acabo deprimiendose y odiandose a sf mismo por sentirse debil. Fue asf como su protector acab6 convirtiendose en su principal enemigo. Con el tiempo, sin embargo, Anthony llego a comprender que Ia rnisma identificaci6n con su padre/agresor que le perrnitfa sentirse poderoso, habfa acabado convirtiendole en un tirano para los demas y para sf rnismo. De este modo se vio compelido a proyectar en los demas su propia debilidad e insatisfacci6n y a tratarlos del mismo modo en que el habfa sido tratado, desterrando a la sombra sus sentimientos de vulnerabilidad, que emergieron bruscarnente en escena en cuanto alcanz61a mediana edad. Cuando las defensas se desmoronan y los sentimientos ansi6genos mienzan a irrumpir en Ia conciencia, nos sentimos desbordados por el rnie-
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do. Entonces es cuando, en un esfuerzo desesperado por protegernos de Ia ansiedad, tratamos de adoptar Ia conducta propia de un estadio anterior de Ia vida (regresi6n). La regresi6n nos obliga {!. emprender un viaje bacia el / pasado, inhibiendonos de nuestra responsabilidad en tanto que adultos y buscando ser adorados o cuidados por otra persona. En tales ocasiones, podemos renunciar a nuestra responsabilidad, ser incapaces de actuar indepeudientemente, aiiorar un antiguo amor, sumirnos en Ia depresi6n yen Ia enfermedad o regresar literalmente a casa de nuestros padres. En esos diffciles momentos, podemos tratar de automedicarnos (negaci6n), aturdirnos con el abuso de todo tipo de sustancias o de distraernos mediante alguna actividad compulsiva. En este sentido, Ia negaci6n acrua como una especie de trampolfn para Ia creaci6n de los personajes desgajados que se presentan en los trastornos disociativos, como los trastornos de personalidad multiple, por ejemplo. Esta ruptura extrema (disociaci6n) de una forma particular de pensamiento o sentimiento ocurrida durante un evento traumatico -como un abuso sexual, por ejemplo-, desemboca en Ia creaci6n de uno o mas personajes aut6nomos que llevan vidas separadas y carecen de toda relaci6n con el verdadero Sf mismo. Estos son algunos de los mecanismos que originan esos personajes internos que, aunque viven mas alia de los Hmites de nuestra conciencia, ejercen una influencia secreta y poderosa sobre nuestros estados de animo, nuestras respuestas y nuestras decisiones vitales.
Los escudos con que tratamos de defendernos: el poder, el sexo, el dinero y las adicciones En Ia medida en que vamos creciendo, los personajes de Ia sombra alzan sus escudos y blanden sus espadas --el poder, el sexo, el dinero y la adicci6n- en un intento de proteger su identidad, de compensar los sentimientos de vergiienza y de defenderse de las nuevas beridas. Primeramente, esos personajes tratan de subsanar sus sentimientos de debilidad, inferioridad, incompetencia e impotencia y, en suma, su miedo a no existir recurriendo, para ello, a Ia violencia, el abuso verbal, el control emocional o negando el amory la aprobaci6n. Pero, en cualquiera de esos casos, el resultado es siempre el rnismo, puesto que los personajes internos portadores de los sentirnientos mas vulnerables acaban desterrados a las profundidades de Ia sombra y atrincberados en el inconsciente. Paralelamente, el ego va tornandose cada vez mas poderoso ya que, al igual que un monarca, trata de erigir su imperio apoyandose en su estatus,
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autoridad o fama, mientras el personaje de Ia sombra, que parece presentarse como un amigo, esta inhibiendo Ia autentica voz del Sf mismo y se porta, en realidad, como un enemigo. Utilizando el poder del ego, los personajes de Ia sombra convierten el arquetipo del poder en un complejo, en un demonlo insaciable, que no s6lo nos despoja de todo poder sino que acaba dejandonos a su merced. (La importancia de este tema concreto es tal que, en los pr6ximos capftulos, volveremos a encontrar una secci6n acerca de la sombra del poder.) Es necesario distinguir entre dos tipos de poder, el poder autentico, es) decir, Ia capacidad o disposici6n a escuchar la voz del Sf mismo, un tipo de poder que nos infunde fortaleza, y el poder inautentico, que dlmana del ego y no bace mas que reforzar las estrategias de defensa o de adaptaci6n. En ocasiones, Ia expresi6n del poder autentico del individuo puede asemejarse a un "viaje de poder" que asume la forma de una manifiesta incapacidad para adaptarse a toda autoridad externa. En cualquiera de los casos, es necesario aprender a distinguir entre el tirano, el ogro o Ia bruja interna y el poder asertivo de Ia voz del Sf rnismo o, dicho en otras palabras, debemos aprender a utilizar el poder sin que nuestros actos se conviertan en una imposici6n autoritaria. La rnitologfa nos dice que Ares -dios del poder y de Ia guerra- es el amante de Afrodita -diosa de Ia sexualidad- , lo cual sugiere que, en muchas ocasiones, el poder y el sexo van de la mano. Los personajes de nuestra tabla redonda interna utilizan tambien el sexo -al igual que el podercomo un escudo para defendernos de Ia sensaci6n de aislamiento, impotencia y falta de atractivo. La sexualidad transrnite Ia fuerza vital de un ser humano a otro y, en tanto que dadora de vida, nos permite experimentar una de las conexlones mas intimas con el Creador, con los dioses. No obstante, a lo largo de los milenios, el arquetipo de la sexualidad ba sido objeto de un profundo dualismo que nos ha llevado a venerarlo por su poder para crear vida humana y a denostarlo por su relaci6n con el oscuro dominio de los instintos y el cuerpo. Es comprensible, por tanto, que las sombras del sexo irnpregnen todas nuestras relaciones intimas. Eros --el dios del amor- abre las puertas del deseo, pero puede volver a cerrarlas con Ia misma prontitud u orientarse por los caminos mas ins6litos. Noes de extrafiar, en este sentido, que el personaje de la vampiresa seductora oculte un profundo recbazo al propio cuerpo o que eldonjuan trate de seducir a todas las mujeres que se le presentan en un desesperado intento por sentirse joven y poderoso y ocultar su miedo ala inseguridad y a Ia intirnidad. (En los pr6ximos capitulos tambien encontraremos una secci6n dedicada a la sombra del sexo.)
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Los personajes de nuestra tabla redonda intema pueden utilizar tam bien el dinero para alimcntar una imagen opulenta de sf mismos y aumentar, de ese modo, su autoestima. Y, aunque actualmente ha quedado reducido al papel de una mera herramienta del ego, el dinero -al igual que el sexotambien tiene -en tanto que vehiculo del alma y proyecci6n de las energfas divinas- un origen arquetfpico. Anhelamos el dinero como anhelamos el amory nuestra propia salvaci6n y no dudamos en sacrificarnos e incluso en luchar por el con las personas mas queridas. En este sentido, en suma, adoramos al dinero como si se tratara de un false fdolo. La palabra "moneda" se deriva del nombre de Ia diosa romana Moneta, en cuyos temp los se acuii6 por vez primera el dinero tal y como lo conocemos.6 Moneta era una de las facetas de Juno, Ia diosa madre protectora de Roma, que tambien era Ia protectora de las mujeres, el matrimonio y el parto. Como diosa de Ia fertilidad, Juno Moneta fue Ia madre del dinero, del que se deriva todo tipo de riqueza. En Ia actualidad, el dinero ha terminado convirtiendose en el unico valor de cambio y, por tanto, en un poderoso simbolo de Ia transmutaci6n, del arte de convertir una cosa en otra, in versa, por asf decirlo, a Ia busqueda de los alquimistas que nos permite convertir el oro en materia (ya sea alimentos, ropa, cobijo, placer, estatus, movilidad, etcetera). Pero, aJ igual que ocurre con tantos otros arquetipos que son portadores del alma, el dinero tambien alberga sombras, significados ocultos y fuerzas desconocidas. En los seminaries publicos sobre trabajo con Ia sombra que hemos impartido constatamos que Ia simple pregunta por el saldo bancario despierta tanta o mas ansiedad que las cuestiones ligadas a! sexo. Porque el hecho es que Ia gente que cree que tiene mucho dinero se siente culpable o, dicho de otro modo, el dinero constituye, para ellos, una asunto turbio relacionado con sentimientos tales como Ia "dignidad". Nuestra cultura alberga una relaci6n arquetfpicamente ambigua con el dinero, como rafz de todo mal al tiempo que grial que debemos buscar denodadamente. En cierto modo, pues, Ia relaci6n que mantenemos con e l dinero es un reflejo del tipo de relaci6n que mantenemos con todos nuestros objetivos vitales, incluido el destino. En este sentido, podemos pasar toda nuestra vida ignorando el dinero o persiguiendolo en funci6n del mito que vivamos. En cualquiera de los cases, sin embargo, debemos cobrar conciencia de su importancia, porque el dinero vive en las sombras de nuestra vida, en Ia codicia de aquellos de nuestros yoes que se asemejan a1 rey Midas, en las rencillas farniliares que alejan a los padres de los hijos, en los divorcios violentos que distancian a los amantes, en las arnistades de toda Ia vida que se oscurecen cuando el dinero cambia de mano. (En cada uno
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de los pr6ximos capftulos dedicaremos tambien una secci6n a Ia sombra del dinero.)
Hay que senalar asimismo, por ultimo, que los personajes de nuestra ta- \ bla redonda utilizan las adicciones como un escudo con el que amortiguar el dolor que genera un personaje rechazado y, de ese modo, huir de los oscuros sentimientos que suscita. En este sentido, las adicciones cumplen con una fu nci6n de camuflaje, como un modo de ocultamos y protegernos de nuestras verdaderas necesidades que siguen siendo ignoradas. Pero, en Ia medida en que la dependencia psicol6gica acaba convirtiendose en un babito fisiol6gico que conduce a1 abuse, el consumidor se ve asaltado por Ia culpa y Ia vergiienza que le produce su conducta autodestructiva. Por ello, en Iugar de escapar de los sentimientos oscuros, los adictos se ven atrapados en ellos llegando, finalmente, a Ia conclusi6n de que son malvados, indignos y despreciables. Asf pues, dado que no aciertan a afrontar directamente la sombra, las adicciones no hacen mas que aumentar el contenido del inconsciente y acaban provocando su violenta irrupci6n en el mundo de Ia conciencia. Cuando la adicci6n se encuentra en su punto aJ.gido, constituye un sintoma que desvia nuestra atenci6n de los sentimientos oscuros y dificiles que se ocultan detras de esa conducta. Y Ia lucha contra este demonic acapara toda nuestra atenci6n. El demonio de Ia adicci6n asume formas muy diversas y puede esconderse bajo el disfraz de Ia blanca cocaina, del vodka ruso ode Ia obsesi6n sexual, pero, en cualquiera de los cases, la vida del consumidor gira exclusivamente en torno a esa sustancia, deseandola, tanteandola, usandola, abandonandola y volviendo de nuevo a desearla basta tal punta que se halla tan a merced de este demonio que el resto de Ia vida palidece y pierde todo su color y su sentido. La adicci6n esconde un profunda vacio interior, un gran agujero en el centro de la persona que Ia cocaina, por poner un ejemplo, encubre con el manto del poder, generando una especie de globo de nada recubierta de poder. Pero Ia adicci6n tambien puede ocultar el miedo a Ia intirnidad, el rnie- ~ do a perderse en el territorio desconocido de otra persona o de ser considerado como una persona mezquina y egofsta que necesita ser amada. La obsesi6n sexual, por su parte, desvfa Ia atenci6n de Ia persona de estes sen-J timientos y la fija en un objeto cegador, Ia mujer o el hombre que posee Ia varita magica que sanara a1 adicto, le hani sentirse seguro y le permitiran, en suma, convertirse en un ser humano. La intoxicaci6n dionisfaca presente en tantas culturas satisface una necesidad humana basica. Beber vino puede ser un acto sagrado y el heche de mascar o fumar plantas psicoactivas puede abrirnos las puertas de la reali63
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dad divina. Pero, cuando la Iglesia cristiana se despoj6 de todo vestigio de los antiguos ritos paganos, se torn6 cada vez mas triste y seria y acab6 convirtiendo al dios del vi no en el demonio, en el dios de la oscuridad. Entonces, la intoxicaci6n divina se convirti6 en una adicci6n maligna que dejaba al sujeto a merced del arquetipo desdenado. La racional y autocontrolada · mujer apolinea, por ejemplo, puede beber alcohol y tornarse vulnerable a la irrupci6n de la sombra sexual de Afrodita o de los s de ira de la diosa Kali; los hombres excesivamente l6gicos y rfgidos, por su parte, pueden utilizar las drogas y caer bajo el influjo del seductor Eros o del marcia! Ares. Es asf como hay personas que pueden utilizar este tipo de sustancias para liberar aspectos reprirnidos de sf mismos y expresarlos sin trabas. En lo que a nosotros respecta, la adicci6n representa la busqueda de una experiencia que las drogas jamas podran proporcionarnos. Por ello el consumidor ira en pos de esa experiencia recurriendo a dosis cada vez mayores, con lo cual abortara una nueva oportunidad para el renacirniento. El adicto, a nuestro juicio, hace frente a sus demonios internos invocando al sufrimiento de Job, quien gritaba de desesperaci6n por la indiferencia que Dios mostraba ante su aflicci6n. Asf pues, del rnismo modo que los dioses nos hablan a traves del poder, el sexo y el dinero, tambien lo hacen mediante nuestras adicciones. 0, dicho de un modo mas exacto, los dioses hablan a traves de nosotros, pero no sabemos c6mo escucharles y responderles porque nos hallamos presos en un complejo inconsciente que nos mantiene separados de los arquetipos divinos. Pero, ademas de las rafces personales que se asientan en la dinarni.ca psicol6gica individual y familiar, cada una de estas negaciones y sus correspondientes defensas tambien tienen profundas rafces culturales. En este sentido, la psicologfa personal resulta necesaria -pero insuficientepara dar cuenta de todos los aspectos relacionados con Ia sombra.
Rastrear las raices culturales de la sombra La sombra cultural constituye el contexto general en que se desarrolla Ia sombra personal y nos ayuda a determinar, en una escala mas amplia -ya sea polftica, econ6mica, educacional, artfstica o mediatica-, lo que esta permitido y lo que es, por el contrario, tabu. En Ia mutable sociedad contemporanea, muchas situaciones que hace tan s6lo un par de decadas no hubiesen podido ni mencionarse en voz alta -como el abuso sexual infantil, Ia violencia domestica, el alcoholismo o la adicci6n a frumacos, por ejemplo-, han llegado a ser de dominio publico. Actualmente, la sombra tambien iJTumpe a traves
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de las canciones violentas de los roqueros y los raperos, en el creciente numero de publicaciones especializadas en el mal y el satanismo y tambien en el ciberespacio, donde algunos usuaries de Internet asumen identidades oscuras para experimentar con sus multiples yoes. Aunque el arquetipo de Ia sombra sea universal, su contenido, sin em- l bargo, se halla siempre determinado por el entomo cultural, es. decir, por las creencias, valores, lenguaje y mitos del grupo cultural en el que nos hallemos inmersos. Las diferencias culturales que existen en torno al becho de competir y veneer, por ejemplo, responden a contenidos diferentes de la sombra.7 Los nifi.os holandeses, por ejemplo, que necesitan estar preparados para vivir en una sociedad igualitaria, aprenden que llegar el primero no siempre es una virtud, con lo cual, en ocasiones, se ven obligados a desterrar su ambici6n a los dominios de la sombra. En los pafses meditemineos -como Grecia o Italia, por ejemplo-, los nifios aprenden a sentirse unicos y especiales -e incluso superiores-, relegando entonces a la sombra sus sentimientos mas solidarios. Y los niiios britanicos, por ultimo, aprenden que el hecho de terrninar el primero s6lo resulta aceptable en el caso de que demuestren haber trabajado duro para conseguir sus objetivos. Las diferencias en la conducta moral tambien reflejan diferentes actitudes culturales bacia la sombra. Asf, en los pafses cat6licos, el reino de Ia oscuridad constituye la antftesis del reino de la luz y, en consecuencia, la conducta moral esta deterrninada por los siete ~ados capitales: odio, envidia, orgullo, avaricia, lujuria, gula y pereza. En tal caso, pues, los carninos que conlucen al cielo se hallan - al igual que los que conducen a1 infiemo- claramente deterrninados. En la isla hinduista de Bali, por el contrario, el mundo de las sombras esta entretejido con el mundo de la luz -en cuyo caso se desvanece toda diferencia entre los dioses y los diablos-, algo perfectamente ilustrado por las representaciones teatrales de sombras chinescas que reproducen antiguas escenas de los Vedas. El budismo tibetano, por su parte, considera que los demonios carecen de realidad objetiva y que no son mas que energfas que habitan dentro de Ia mente bumana y, en consecuencia, sus prescripciones morales se ven reemplazadas por practicas espirituales contemplativas capaces de transformar los cinco venenos (el odio, el orgullo, la envidia, la ignorancia y la codicia). Dadas estas abismales diferencias en la conceptualizaci6n de los "pecados capitales" resulta extraordinariamente importante que tomemos conciencia de nuestro contexte cultural y subrayar que Ia visi6n de la sombra l \ contenida en el presente libro bunde sus rafces en el contexto cultural nor- • • teamericano o europeo occidental, blanco y postindustrial, y constituye, por tanto, el reflejo inevitable de un tiempo y de un Iugar deterrninado. No-
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sotros asumimos, por ejemplo, el respeto por los derechos individuates del nino y las libertades civiles de los adultos, mientras que las culturas no europeas, por ejemplo, pueden hacer to propio ~on las necesidades tribales o comunales; en este mismo sentido, tambien ponderamos el respeto por Ia igualdad economica y social entre los hombres y las mujeres, mientras que ciertas culturas de Oriente Medio se apoyan en un modelo de dominic del varon y sumision de Ia mujer; y tambien asumimos el respeto por la diversidad multicultural y Ia tolerancia frente ala diversidad, donde comunidades religiosas mas ortodoxas prirnan una vision monolitica de Ia religion y los valores etnicos. Nuestra visi6n de la sombra, pues, no puede sustraerse del contexte cultural en que nos hallamos inmersos porque es precisamente en ese escenario mental donde se forja nuestra actitud hacia el sexo, el poder, el dinero, Ia adicci6n. Hasta ellenguaje que utilizamos refleja esta problematica cuestion en el uso de los terminos "sombra" y " lado oscuro" que, desafortunadamente, tienen ciertos matices racistas al jmplicar la superioridad de lo blanco. En este sentido, Jaffies Hillman ha seiialado que el termino "blanco" esta relacionado con las palabras cielo, pureza, inocencia y luz, mientras que el termino "negro" suele ir asociado al infierno, la poluci6n, el mal y el descenso.8 Desde un punto de vista psicol6gico, la conciencia es blanca, algo que implica un matiz positivo, mientras que la inconsciencia es negra, lo cual conUeva matices de negatividad, suciedad, perversi6n y prohibici6n. Pero este tipo de escisi6n -o de apartheid lingiiistico- no refleja ninguna realidad psicologica porque, de hecho, el lado luminoso y ellado oscuro estan fntimamente relacionados. A lo largo de la historia, la proyeccion cultural de la sombra -que nos lleva a atribuirnos Ia luz a nosotros y la oscuridad a "los demas"- ha pesado sobre grupos sociales muy diferentes. En nombre de to correcto, poblaciones enteras han vertido su oscuridad sobre otras con un celo casi religiose, reviviendo, de ese modo, Ia vieja herencia tribal de Isaac e Ismael. Durante el Holocausto, los nazis optaron abiertamente por la exterminaci6n de todos aquellos que no pertenecieran a "la raza aria", y no hace tanto tiempo que el odio racial ha provocado la muerte de doscientas cincuenta mil personas en Bosnia-Herzegovina. Estados Unidos tambien lleva sobre sf la mancha del genocidio de los natives americanos, de la esclavitud de los negros africanos y de la carnicerfa de Ia caza de brujas de Salem. En la actualidad, gays y lesbianas -especialmente aquellos infectados con el virus del sida- han sido relegados al dominio de to Otro y obligados a ocultar sus tendencias sexuales o, en su Iugar, a hacer gala de ellas en un esfuerzo por poner fin a los sentimientos
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de autorrechazo. Asimismo, tratamos de desviar nuestra atenci6n de los sin techo, que forman una especie de casta inferior, de parias sobre los que proyectamos nuestra sombra. Los irunigrantes ilegales, por ultimo, que parecen amenazar seriamente nuestra seguridad violando nuestras fronteras y consumiendo nuestros recursos, han sido oficialmente declarados como el nuevo enemigo a combatir. Pero, al igual que ocurre con la cultura, Ia naturaleza misma tambien puede terrninar convirtiendose en contenido de la sombra. Los mitos y cuentos populares de todas las epocas han representado a Ia sombra humana como una Bestia brutal, como un salvaje ingobernable cuya agresividad y apetito insaciable se originan en sus instintos animates. De este modo, hasta los anirnales mismos han sido demonizados para poder representar adecuadamente el papel del Otro convirtiendolos, entonces, en el lobo predador, el incansable jaguar, el astuto zorro o el voraz depredador en busca de su presa, por ejemplo. Porque la sombra, al igual que los animales, no puede ser domefiada y se rige por su propia ley. Por ello la actitud cultural, que exilia a nuestra biologfa y nuestra naturaleza animal en aras de Ia civilizaci6n, nos enseiia a identificarnos con la mente mas que con el cuerpo y a honrar at espiritu por encima de la carne, contribuye tambien a Ia formacion de una sombra biologica. Todos estos estratos de proyecci6n pueden ser concebidos como las mu- ) fiecas rusas que se haJlan contenidas unas dentro de otras. En este sentido, Ia sombra personal esta contenida dentro de Ia sombra familiar que, a su vez, esta inserta en la sombra cultural, Ia cual, a su vez, se halla contenida dentro de la sombra global. Y Ia resultante de todas esas fuerzas, de los factores biol6gicos y de Ia dinamica de nuestra familia de origen, terrnina articulando nuestra particular version individual del pacto faustico y del expolie de Ia riqueza de nuestra alma por parte de Ia sombra. Asf es como perdemos el o con nuestra vitalidad y energfa original y, en suma, nuestra autenticidad. Pero este tesoro perdido retorna cuando el personaje exiliado en la sombra -como el extranjero que trata de hacerse un lugar en el reino- asoma, en los momentos mas insospechados, en los lfmites de la conciencia, obligandonos a enfrentamos con nuestro laoo oscuro.
La sombra como redentora: descubrir el tesoro que se oculta en ellado oscuro Hacia el final del relato de Goethe, Fausto es dueno de toda Ia tierra que puede alcanzar su vista, con excepcion de una pequena parcela en Ia que
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hay una capilla, propiedad de una pareja de ancianos llamados Baucis y Filem6n. Cegado por la codicia, ordena entonces a Mefist6feles que conquiste esa tierra por la fuerza, provocando asi su asesinato. Jung estudi6 en profundidad la obra de Goethe y aplic6 sus conclusiones ala psicologia de la sombra.9 Segtin ciertas fuentes, Jung podria ser el biznieto de Goethe, pero, en cualquiera de los casos, el psic6logo retorno la tradici6n del genio literario al bautizar con el nombre de Filem6n a su propic guia intemo, tal vez como un modo de tratar de compensar el sacrificio exigido por el ego de Fausto. Asf fue, como sefialaba en su autobiografia, Memorias, sueiios y reflexiones, que Ia figura sabia de Filem6n le mostr6 Ia realidad profunda que se oculta en el psiquismo. En cierto modo, la historia de Jung nos permite advertir que el trabajo con Ia sombra puede convertirse en un proceso multigeneracional. En todo caso, lo cierto es que ocupa toda una vida y constituye un proceso de transformaci6n que augura la renovaci6n en las epocas mas aridas. Segtin Jung, Mefist6feles no s61o encarna el lado oscuro d i ta ' energ1a, VIta 1dad e imaginaci6n. Sin el, Fausto se encuentra seco, insensible y muerto. AI luchar con el, sin embargo, Fausto puede resucitar. Asi, aunque adopte la apariencia de Judas, Mefist6feles, a la postre, demuestra ser un salvador. Cada uno de nosotros debe enfrentarse a su modo con ese gigante oscuro. Para ciertas personas, por ejemplo, el trabajo con Ia sombra puede exigir el sacrificio de la amabilidad en aras de Ia sinceridad, lo cual significa, obviamente, renunciar a las apariencias del ego a cambio de Ia autenticidad del Sf mismo; para otras, en cambio, puede exigir el sacrificio de la ostentaci6n en aras de la humildad, lo cual necesariamente conlleva Ia renuncia a Ia ingenua inocencia a cambio de un conocimiento mas maduro. Asi, en Ia medida en que vayamos descorriendo cada una de los velos que ocultan a Ia sombra, en la medida en que vayamos baciendo frente a cada miedo y vayamos reapro iandonos de cada ro ecci6n, nos hallaremos en mejores con ICiones de vislumbrar el tesoro ue se oculta en el ·nnor e a som ra. ntonces nos daremos cuenta de que esa tarea es conlmua y de que ese t esoro es inagotable. De algun modo, no obstante, el hecho de abrazar ellado oscuro de la realidad nos convierte -al igual que Lucifer- en portadores de la luz. Entonces es cuando nos abrimos al Otro -el extrafio, el rechazado, el debil, el despreciado-, y su aceptaci6n nos permitira transmutarlo y despertar a una vida superior. Entonces es cuando empezaremos a escuchar Ia voz del Sf mismo y ya no tendremos que creer en la magia porque esta se hallara a nuestro alcance.
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2. LA SOMBRA DE LA FAMILIA: CRISOL DE LO MEJOR YDELOPEOR Hay ocasiones en que, a mitad de Ia cena, un hombre se levanta, sale de su casa y emprende el camino que habra de conducirle a una iglesia que se yergue en algun Lugar incierto, y sus hijos lo ensalzan como si hubiese muerto. Otro, en cambio, permanece encerrado en su casa, protegido por su plato y por su vaso, y son sus hijos, entonces, quienes se ven obligados a salir al mundo • en busca de la iglesia que su padre olvidara. 1 RAINER MARIA RrLKE
La sombra se forja en el seno de nuestra familia; ella es la que nos convierte en lo que somos y la que nos lleva a emprender la misi6n que acaba transformandonos en lo que podemos ser. En Ia familia se asientan nuestras raices y, para muchos de nosotros, tambien nuestro destino. Nacemos, en d seno de una familia, crecemos en el seno de una familia, nos alimentamos en el seno de una familia y somos queridos en el seno de una familia, pero tarnbien podemos ser ignorados o traicionados por ella o ser testigos de la violencia en nuestra propia familia. En cualquiera de los casos, ademas, tambien moriremos rodeados de nuestra familia. La familia encierra, pues, un poder rnftico que entrafia la fuente de todo bien y la salvaguarda de todo mal. En este sentido, puede ser glorificada en tanto que ideal sagrado que nos proporciona arraigo, lazos de sangre y una
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cierta inmortalidad. La familia liga cada vida individual a su destino, marcandola genetica, bioqufmica y psico16gicamente con un conjunto de bendiciones y de maldiciones. Una vida sin fall)ilia es una vida sin suelo en el que echar raices y sin cauce que determine nuestro discurrir. En los ultimos treinta afios hemos llegado a comprender que nuestra imagen de Ia familia no es mas que eso, una simple imagen. Pero lo cierto es que no se trata tan s6lo de una imagen sino tambien de una fantasia capaz de movilizarnos porque el arquetipo de Ia familia se halla en el centro de esa imagen, una fantasia que nos impulsa a seguirla, a relacionarnos, a amar y a recrearla formando nuestra propia familia. Por ello anhelamos un continente que sustente las relaciones consangufneas, una comunidad de parientes que nos comprenda y nos haga sentir seguros y aceptados. A fin de cuentas, nuestro hogar se encuentra alli donde establecemos nuestra familia porque, mas que un Iugar, la familia constituye Ia morad_A.de Auestra
l!!wa. Recientemente, secretos familiares tan ocultos como los abusos infantiles, Ia violencia conyugal y las adicciones han irrumpido desde Ia sombra cultural, socavando nuestra fantasia -tan bien ilustrada por las pinturas de Norman Rockwell- acerca de Ia familia perfecta. De hecho, muchas familias parecen cumplir unicamente con la funci6n de infligir el mismo tipo de . sufrirnientos del que supuestarnente deberian protegernos. Y, si en lugar de desviar nuestra mirada, abrimos bien los ojos y observamos la situaci6n con mas detenimiento, veremos por doquier que el amor y las promesas ( van de Ia mano de Ia violencia y Ia traici6n porque el hogar familiar tambien constituye la morada de Ia sombra.2 - son mucnas, pues, las farru has qiie hoy en dfa se ven afectadas por la sombra de las generaciones precedentes. Las familias unipersonales, las familias con hijos procedentes de distintos padres, las relaciones multirraciales y las familias de homosexuales han carnbiado para siempre Ia apariencia de la familia americana exponiendo los viejos tabues a Ia luz del dia. Como resultado de todo ello, son muchas las personas que consideran que Ia crisis de Ia estructura familiar tradicional es Ia causante de una enfermedad cultural generalizada que se manifiesta en el aumento de Ia adicci6n a las drogas, los embarazos de adolescentes, el suicidio infantil y Ia violencia callejera. Son muchos, pues, los que, lamentandose de esta perdida de los valores tradicionales, afioran el retorno a Ia vieja imagen de una familia nuclear estable y patriarcal-una imagen que opera a modo de dedo que sefiala a los cielos, bacia Ia promesa de una vida mejor-, que no hace sino evocar el conocido dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor. A nuestro entender, sin embargo, Ia disoluci6n de Ia familia y el clima
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correlativo de desorden moral que nos rodea nose debe, en modo alguno, ala ausencia de un orden moral impuesto desde el exterior. Desde nuestro~ punto de vista, por el contrario, Ia causa de toda esa problematica se asienta en el hecho de que, en muchos hogares, el alma de La familia se sacrifica en aras del mantenirniento de la ilusi6n de Ia mascara familiar y, como resultado, Ia sombra familiar acaba irrumpiendo y desgarrando el tejido vital que mantiene unidos a sus . AI igual que ocurre en el ambito individual, cada familia posee una mascara -o persona- apropiada, creada unicamente para granjearse Ia aceptaci6n en el seno de un determinado grupo. Asf, las familias que han intemalizado la imagen tradicional judeocristiana pueden ocultarse bajo una apariencia de amabilidad, honestidad, laboriosidad y caridad. Otras familias --cuya imagen se halla mas acorde con las tendencias de Ia decada de los sesenta- pueden adoptar una fachada liberal e iconoclasta que rechace las convenciones morales centradas en Ia etica del trabajo propia de la cultura dominante. Aquellas, en cambio, cuyo estandar de conducta se ha visto condicionado por un entorno econ6micamente pauperrimo, pueden ocultarse bajo la mascara de Ia frialdad, Ia indiferencia, el fracaso y Ia negativa a participar en un juego social manifiestamente injusto. E incluso hay familias, por ultimo, que siguen sosteniendo una imagen ideal de personas exquisitamente educadas y de alto nivel cultural que pueden revestirse con los ropajes de Ia opulencia y el elitismo, obligando a sus hijos a conquistar deterrninadas metas academicas y asistir a actividades extraescolares sin tener en cuenta sus capacidades y talentos personates. En cualquiera de estos casos, los rasgos y conductas que suelen ser tildadas de negativas (como la rabia, los celos, el adulterio, Ia codicia, la pereza o el alcoholismo), asf como los talentos latentes habitualmente menospreciados (como el arte, el atletismo y la capacidad intelectual, por ejemplo), yacen soterrados bajo Ia superficie, ocultos detras del modo habitual de presentaci6n de la familia, alimentando, de ese modo, la sombra familiar. Porque hay que decir que Ia sombra de la familia se desarrolla de manera natural e inevitable en la medida en que el grupo familiar se identifica con determinadas caracteristicas ideales -como la generosidad y Ia educaci6n- al tiempo que desdefia otras -como el egocentrismo y la rudeza- que no se adaptan a su modelo ideal. La mascara de Ia familia nace, pues, al mismo tiempo que su sombra, deterrninando las experiencias vitales de cada uno de sus integrantes. Padres, hijos, maestros, sacerdotes y arnigos van aportando su propia contribuci6n a esta mezcla, determinando asf lo que puede o no ser expresado. Asf, mientras ciertas familias alientan Ia vulnerabilidad emocional y 71
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la expresion del llanto, otras, por el contrario, destierran a Ia sombra este ,tipo de manifestaciones. Hay familias que toleran el enojo y los conflictos, mientras que en otras, por el contrario, con~tituyen el peor de los tabues; hay familias que aceptan el desnudo del cuerpo y los procesos corporales naturales, mientras que otras se empefian en ocultarlos a toda costa; hay famnias que fomentan el desarrollo de los talentos artisticos, pero existen otras que lo consideran como una completa perdida de tiempo. Todo, pues, puede acabar convirtiendose en un contenido de Ia sombra, algo que no depende tanto del asunto en cuestion como del modo en que los de la familia se relacionan con el. t Si cuando un niiio agrede a otro se le reprende con un «jEState quieto!» «i Ya esta bien!», se vera obligado -como una defensa natural contra el olor que le provoca Ia desaprobacion y el desamparo de que es objeto por ·arte de los adultos- a desterrar ese sentimiento - junto a la parte de sf que o experiment6- al dominio de la sombra. Si, por el contrario, el adulto se sfuerza en comprender y respetar los sentimientos del nifio, ensenandole expresarlos adecuadamente o encauzarlos de un modo mas constructive omo el ejercicio fisico, por ejemplo-, sera menos probable que este tipo e sentimientos acaben desterrados a Ia oscuridad y se vean condenados a rrumpir posteriormente en forma de un violento de ira, una depreion o el abuso del alcohol. Al igual que el individuo permanece inconsciente de los contenidos de su sombra personal, los de Ia familia tambien son inconscientes de la sombra familiar, que se convierte en el bau l de los secretos ocultos olvida~en un ri~n en el desvan . Y al igual que ocurre con Ia sombra personal, la sombra familiar tambien pu~e aparecer de manera ineseerada y se patente en Ia ru tura, or e·em lo, de las realas de Ia farriilia («Nosotros no u 1 1zamos ese lenguaje»), en ciertos actos impuls1vos (cuando, por ejemplo, se descubre a un niiio robando), conductas compulsivas (los des6rdenes alimenticios de los adolescentes, por ejemplo), o ciertos trastornos del estado de animo (como Ia ansiedad y Ia depresi6n cr6nicas). 0 tambien pueden ser objeto de una proyecci6n como ocurre, por ejemplo, cuando un miembro de Ia familia culpa a otro de un rasgo propio que le resulta inaceptable («No puedo soportar que seas inca paz de comportarte como un hombre y tengas que llorar como un nifio» ), o cuando un padre rechaza un rasgo de su hijo que le molesta («Es evidente que eso no lo has heredado de mi»). El hecho es que las familias disponen de modos muy sofisticados para desterrar ciertas cuestiones a Ia sombra: los llarnados «triangulos familiares». Es precisamente asf como los c6nyuges pueden tratar de evitar ode 72
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reducir Ia ansiedad focalizandose en una tercera persona sobre la que proyectar su sombra. De este modo, por ejemplo, el marido puede tratar de desviar el enfado que siente por su esposa castigando rutinariamente a su hijo; Ia esposa puede tratar de establecer un vinculo demasiado estrecbo con su hijo y transformarlo en el marido ideal, con lo cual es el marido el que termina convirtiendose en el portador de Ia sombra; una mujer puede tratar de desentenderse de su crftica maliciosa atribuyendola ala ex mujer de su marido, a "la otra"; una familia puede acabar tranformando inconscientemente a uno de sus hijos en la "oveja negra", en el cbivo expiatorio de todo el grupo familiar. con Ia lamentable consecuencia de que esa persona acabara convirtiendose en el Otro (en el problema identificado), camuflando asi problemas mucho mas profundos en aras de que el resto de Ia familia puede seguir manteniendo el statu quo. Asf pues, la sombra familiar y Ia mascara familiar reproducen -a modo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde- un antiguo antagonismo que mantiene a los de la familia centrados en los objetivos externos de Ia vida (una apariencia de dignidad, seguridad econ6mica, educacion de los hijos) que trataran de transmitir a la proxima generacion. Pero, en el rincon mas profundo de su alma, son muchos los que sienten que no han hecho lo suficiente y albergan Ia inquietante sospecha de que han fracasado como padres y como esposos, de que Ia vida familiar, en suma, tiene que ser algo mas que una mera fachada.
El eslabon perdido: el alma de lafamilia Y ese algo mas, ese eslab6n perdido, es, en nuestra opini6n, el alma de la familia, un entorno o un espacio psicol6gico natural que posibilita el desarrollo y la profundizacion de las almas individuates de cada uno de los integrantes del grupo familiar. Cuando el alma de la familia se balla presente, sus distintos integrantes se sienten contenidos, es decir. mantieneo una relaci6n interna sin sentirse obligados a ello; cuando el alma de Ia fa- f milia se halla presente. sus distintos integrantes se sienten tenidos en cuen-\ ta y respetados; cuando el alma de la rarnilia se halla presente. sus integrantes no tienen nada de lo que ocultarse; cuando el alma de Ia familia se balla presente, en suma, cada uno de sus integrantes ama a los demas y se siente amado por ellos.3 Los antiguos griegos poseian un termino para referirse a este tipo de amor familiar (storge}, que tiene que ver con Ia devoci6n y el afecto que fluye naturalrnente entre los de Ia familia, una noci6n, por otra 73
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parte, claramente diferenciada de los conceptos de agape (el amor espiritual) y de eros (la atraccion erotica). La familia centrada en el alma respeta las.peculiaridades individuales y, en Iugar de reprimir los conflictos, es capaz incluso de estimularlos y de sa\ car provecho de ellos. Son familias que no alientan la imitacion y el conformismo, sino que promueven el aprendizaje y la exploracion de nuevas actitudes, sentimientos y competencias; son familias que trabajan codo con codo para afrontar cualquier desaffo y disfrutan compartiendo las alegrfas de Ia vida. El alma de Ia familia crea un espacio psicologico seguro en el que resulta posible emprender el trabajo con Ia sombra y recargar el alma individual. Podrfamos relacionar al alma de la familia con Ia diosa virgen Hestia, que simboliza a Ia tierra que contiene el fuego que arde en el centro del hogar, de Ia ciudad y del planeta. No hay mitos relativos a Hestia, que se Ji• mita a permanecer en el hogar difundiendo su calma, su protecci6n y su dignidad. Es Hestia Ia que transforma la casa en un autentico bogar, en un entorno en el que los de Ia familia pueden sentir aceptada su particular idiosincrasia. Pero cuando se apaga el fuego de Hestia -como sucede en muchos hogares actuales-, no hay Iugar para el alma de la familia ni descanso que irradie desde el centro del hogar, sino que, en Iugar de ello, el orden acaba convirtiendose en una irnposici6n arbitraria que no hace ) mas que crear una mera apariencia de cohesion. La fortaleza de esta fachada -o mascara familiar- reduce el espacio del alma y restringe Ia capacidad de los rniembros de Ia familia para permanecer juntos de un modo vulnerable y sincero, empezando a comportarse de forma rutinaria -y basta mecanica- con los demas, perdiendo honestidad y fuerza. Tal vez, entonces, un niiio de s6lo cinco afios de edad empiece a comportarse "como un hombrecito" y una joven que recien acaba de salir del instituto puede tratar de convertirse en una esposa modelica, pero inconscientemente tienen miedo a correr el riesgo de expresarse con sinceridajl porque saben que sus sentimientos no seran aceptados J?Or aguellas personas de cuya aceptaci6n precisamente dependen. Tienen miedo a enfientarse a las normas 1mperantes porque temen Ia vergiienza y el castig£>. Ala postre, Sienten ue henen que ocultarse de las umcas rsonas ue 0dflan nndarles su tranqu JZa ora apro aci6n. Al igual que ana vieja reltqUia, Ia sombra de Ia familia de la madre y Ia sombra de Ia familia del padre se entrelazan dando Iugar a un tapiz de artificiosidad, desilusi6n, secretos, mentiras y traiciones. Y, en el caso de que esta situaci6n no se reconozca, este tapiz se transmitira a Ia siguiente generaci6n perpetuando ellegado del dolor. A falta de un trabajo con la sombra,
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los del grupo familiar permaneceran atrapados en esta red de complejos parentales y, por muy lejos que se desplacen ffsicamente, seguiran irremediablemente presos de Ia red del hogar familiar. Gracias al trabajo con Ia sombra, sin embargo, las heridas inconscientes ~e la farruha pueden mostrarnos el camino hacia la conc1enc1a. Porque el hecho es que cuanao, en Iugar de considerarlas desde la lmutada perspectiva del ego como meras heridas profanas que despiettan nuestra amargura y alientan sentimientos de venganza, las contemplamos desde la perspectiva del alma como heridas sagradas, pueden abrir nuestra conciencia a las dimensiones superiores. En tal caso, en Iugar de aprender inconscientemente a enterrar nuestras heridas, aprendemos a llevarlas conscientemente con nosotros, a identificar nuestras proyecciones y a profundizar nuestra empatia por los demas y por nosotros mismos. Es asf como Ia traicion y sus cicatrices se convierten en un vehfculo para Ia construccion del alma . El miembro del grupo familiar que comienza a cobrar conciencia de es- ( tas heridas («Sf, tienes razon; te he fallado») puede fomentar Ia reconciliaci6n del grupo, creando el potencial para el desarrollo de una mayor conciencia familiar y la emergencia del alma de Ia familia. Asf pues, Ia persona que aprende a utilizar las herrarnientas que le aporta la experiencia del trabajo con Ia sombra cumplira perfectamente aquel precepto hebreo que reza asf: «El hijo quiere recordar lo que el padre desea olvidar». Cuando un hombre que se halla en presencia de su hijo, por ejemplo, siente en su interior el enojo de su propio padre y, en Iugar de expresarlo, es capaz de observarlo y contenerlo, deja de transmitirlo a Ia siguiente generacion. Y, de modo parecido, cuando una mujer, cuya madre estaba desconectada de su propia belleza femenina, descubre Ia naturaleza de esa desconexion en sf rnisma, aprendera a no inhibir Ia femineidad de su propia hija. lQue oculta nuestra sombra familiar? lC6mo se sacrifica, en nuestro hogar, el alma de Ia familia? Afrontar las sombras familiares intergeneracionales puede ayudarnos a redimir el alma de la familia. _Pero, para ello, el primer paso sera identificar los pecados de nuestros padres.
Los pecados de nuestrospadre§_: vergiienza, envidia, depresiOn, ansiedad, adiccwn y odio hacia uno mismo En los orfgenes mismos de nuestra civilizaci6n, los Titanes -nuestros ancestros mas remotos- sentaron un terrible precedente. Urano -dios del cielo- y Gaia -su esposa y, a Ia vez, diosa de Ia tierra- tuvieron seis hijos 75
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y seis hijas.4 Pero puesto que Urano odiaba a sus hijos y los habfa ocultado en los rincones mas profundos de la tierra, don de jamas pudieran ver la luz, habfa provocado la ira de Gaia, que, a fin de vengarse, recabo la ayuda de uno de sus hijos -llamado <;ronos-, cogio una gran hoz y, cuando Urano regreso al caer la noche y se acosto sobre la tierra, Cronos le castro. Luego Cronos se caso conRea, con la que tuvo tres hijas y tres hijos, la primera generacion de los dioses olfmpicos. Cronos -cuyo nombre significa "tiempo"- reino durante la Edad de Oro, un perfodo en el que las estaciones y los ciclos del nacimiento, la muerte, la gestacion y el renacimiento se sucedfan ordenadamente. Sin embargo, Cronos luchaba contra las mismas leyes cfclicas que habfa instaurado ya que sabfa que su destino le llevarfa a ser derrotado por un hijo mas fuerte que el. Asf fue como Cronos quiso deshacerse de su progenie, desterrando a Hades al inframundo y a Poseidon al fondo de los oceanos. Ante esta situacion, Rea se sintio tan afligida que, cuando nacio Zeus - su tercer hijo-, lo ocuito en una cueva de la isla de Creta y, en su lugar, entrego a Cronos una piedra envuelta en pafiales que este devoro al instante. Zeus siguio creciendo en secreto y, gra. cias a su fuerza y astucia, pudo finalmente veneer y castrar a su padre. Pero esa pauta sombrfa no concluyo ahi, puesto que Zeus tambien se hallaba a merced del mismo destino. Ala vista de todo ello, Zeus tomo numerosas esposas y engendro hijos por doquier, pero sabfa que la progenie de Metis serfa mucho mas sabia y fuerte que el mismo. De ese modo, a fin de evitar ser derrocado, se trago a Metis durante el embarazo basta que la acorazada Atenea emergio de su frente. Las peligrosas caracterfsticas que comparten estas tres generaciones de padres devoradores reaparecen en la actualidad en pecados ancestrales tales como el incesto sexual, el incesto emocional e incluso el asesinato de los hijos a manos de sus propios padres. No resulta diffcil, por otra parte, imaginar, que los horribles actos de esos padres mitologicos se originen en la envidia que suscita en ellos el potencial creciente de los hijos, que despierta su sombra del poder. Y, como resultado de todo ello, el poder emergente de la voluntad de la pr6xima generacion sufrira una considerable merma. Esta actualizacion de los pecados de la familia parece ser el modo cruel que tiene la sombra de hacernos aprender las lecciones que nuestros ancestros ignoraron. Y en el caso de que nosotros tampoco seamos capaces de cambiar, perpetuaremos la maldicion familiar, como lamentablemente ilustra el caso de aquellos adultos que fueron objeto de abusos sexuales y que abusan de sus hijos, transmitiendo asf un pecado de generacion en generacion. A menos, por tanto, que emprendamos algun tipo de trabajo psi-
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cologico -como el trabajo con la sombra-, estas cuestiones seguiran acosandonos. En opinion de Jung: «Cuando una situacion interna nose hace consciente, tiende a manifestarse externamenfe en forma de destino».5 Y eSO, precisamente, eS {O que parecen COnfiliilat las Vldas de UUeStroS hijOS y las vidas de los hijos de nuestros hijos. Es muy probable que los pecados intergeneracionales se transmitan en forma de una predisposicion bioqufmica, como un sfndrome alcoh6lico en el feto, una depresion endogena o una esquizofrenia. Pero, en el presente contexte, no estamos utilizando el termino "pecado" en ese sentido y tampoco le atribuimos ninguna connotacion moral convencional, tal como la ruptura de un mandarniento religiose o un imperative etico. Para nosotros, el termino "pecado" significa, antes que nada, la conservacion de pautas inconscientes autodestructivas que nos mantienen atrapados en los dominies de la sombra de la familia. Si -como tratamos de subrayar a lo largo de este libro- el desarrollo individual tiene un sentido y un proposito, este tiene que ver con el significado etimologico del terrnino "pecado", ya que pecar es quedarse fuera de lugar, es decir, inhibir el desarrollo, contraerse y regresar en lugar de expandirse y crecer. En la transmisi6n psicologica de los pecados, las actitudes y sentimientos inconscientes pasan de los abuelos a los padres, y de estos a los hijos, es decir, desde los parientes mayores a los mas jovenes. De este modo, los conflictos, las preocupaciones y los deseos soterrados de los mayores son absorbidos por las impresionables mentes de los mas jovenes y les llevan a reproducir las mismas actitudes, gestos y estados emocionales. Como si se tratara de pequefias esponjas, los nifios van asf im_Eregnandose de los reocores, las depresiones, los temores y las adicciones de su familia, aunque nunca se haya hecho la menor mencion explicita de ellos. on muchos los modos en que pueden transmitirse estos pecados. Si el marido mantiene una actitud despectiva o formula de continuo agrios comentarios sobre la apariencia de su esposa o la avergiienza delante de sus hijos, estos no tardaran en infravalorarla y se identificaran de manera natural con la figura mas poderosa del padre. De este modo, los hijos -y tambien las hijas- absorbenin inconscientemente el sexismo de su padre perpetuando, de ese modo, la sombra colectiva y transmitiendo el rechazo hacia el papel de esposa y madre. Pero, al mismo tiempo, y aunque la vergiienza no se halle dirigida bacia ellos, el amor que siguen sintiendo por su madre les lleva a identificarse con ella y a internalizar su reaccion de vergiienza, con lo cual acabaran sintiendose avergonzados de sf mismos y comportandose en consecuencia. Finalmente, esta situacion puede acabar desarrollando en los hijos un 77
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complejo de vergtienza que les tome hipersensibles al rechazo, predispuestos a culpabilizarse y ansiosos de la aceptacion y Ia aprobacion. 6 En el dorninio del alma, se sienten indignos, perversos, despreciables y temerosos de la proxima crisis de vergtienza. Yen ef seno de este complejo se asienta la imagen arquetfpica del gusano o de Ia termita. Como consecuencia de todo ello, Ia persona avergonzada termina queriendo ser invisible y permanecer oculta como una anemona de mar que se repliega al mas leve o. La vergtienza, pues, es el cancerbero de Ia sombra familiar que contribuye a mantener Ia fachada familiar al tiempo que refuerza Ia negacion, estimula Ia proteccion y nos protege de cualquier tipo de conocimiento que pueda poner en peligro la imagen ideal de la familia. La vergtienza nos aleja, en suma, tanto de nosotros mismos como de las personas a quienes amamos, desarticulando, de ese modo, el alma de la familia. Por todas estas razones podemos considerar a Ia vergtienza, en tanto que portadora de sentirnientos mas autenticos, como el indicador que nos sefiala el camino bacia Ia sanacion. j,Quien nos avergonzo? l,CmH es el personaje de nuestra tabla redonda intema que porta consigo la vergtienza de la familia? l,A quien avergonzamos? l. CuaJ es la necesidad profunda que puede ocultarse tras ese tipo de conducta? La envidia tambien transmite los pecados farniliares. EI hombre que trabaja denodadamente para mantener a su familia puede llegar a envidiar el supuesto tiempo libre del que dispone su esposa, y, por su parte, la mujer que sacrifica su carrera profesional para hacerse cargo de su farnilia puede sentir envidia de los exitos profesionales de su marido e, igualmente, puede incluso sucumbir al peligro de envidiar las oportunidades de que gozan sus hijos. En el caso de que Ia madre, con manifiesto orgullo, trate de vivir vicariamente a traves de su hija, tambien puede ballarse intemamente resentida y expresar ese sentimiento a traves de un enojo igualmente inconsciente. Si la madre no acierta a reconocer sus propios sueiios y ambiciones, si siente remordimientos por Ia vida no vivida y se considera una fracasada, puede desarrollar un interes oculto por gobemar Ia vida de su hija, quien, a su vez, puede verse atrapada porIa necesidad de Ia madre de vi vir a traves de ella, e incluso, llegar a odiarla en silencio, saboteando su propio exito con conductas autodestructivas como comer compulsivamente; o bien, por el contrario, puede acomodarse a los deseos de la madre y sacrificar su propia autenticidad convirtiendose en una hija obediente. El oscuro sentimiento de Ia envidia, entonces, surge del descontento y del resentimiento suscitado porIa frustracion de un deseo. 7 Sentimos que si
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nos falta algo que anhelamos ansiosamente o carecemos de Ia oportunidad que estamos buscando, somos menos que las personas que disfrutan de esas oportunidades y menos, en suma, de lo que podrfamos llegar a ser. l. Quien nos hace sentir envidia? l. Cuai es el deseo profunda que yace oculto tras ese sentimiento? l,Quien nos envidia? j,Como nos hace sentir el hecho de ser envidiados? La ansiedad tambien puede ser un vehfculo de Ia transmision de los pecados de Ia familia. Si el padre no se sintio seguro cuando era pequeiio y desconfiaba de las demas personas, tiene miedo de cosas tan sencillas como viajar en avion o conducir, o si tiene dificultades para relajarse y dormir, es muy probable que su hijo tambien sea vulnerable al mismo tipo de ansiedad. Cierta guionista de cine de Chicago muy atractiva, por ejemplo, habfa intemalizado basta tal punto el temor y Ia ansiedad de su madre ante Ia vida que continuamente dudaba de las desastrosas consecuencias que podria acarrearle cualquier decision. Carecfa de espontaneidad y sentfa autentico pavor a asumir el mas pequefio riesgo. Por ello, para protegerse de su sombra, desarrollo complicadas conductas autoperfeccionistas, con el resultado de que sus propios valores permanecieron ocultos basta que comenzo a cobrar conciencia del enojo, largo tiempo soterrado, que sentia por las imperfecciones de su madre. l,Quien es el portador de la ansiedad de su familia? l,Que es lo que le hace sentirse nervioso? i,De que modo puede un personaje ansioso de la sombra boicotear nuestras intenciones? l,Que necesitarfamos para sentirnos mas seguros? La depresi6n, por su parte, tambien puede ser un vehfculo de los pecados de Ia familia. Un padre puede mirar a su hijo sin esperanza alguna o acariciar a su hija sin el menor afecto; una madre puede permanecer varios dfas seguidos en la carna; un padre puede evadirse noche tras noche mirando la television hasta altas horas de Ia madrugada conductas todas elias rutinarias que despiertan sentimientos de vacuidad, desesperanza e impotencia mediante los cuales los padres pueden ir generando leota e inadvertidamente Ia depresion en sus propios hijos. De este modo la depresion terminara perpetuandose -a modo de una enfermedad contagiosa- a las sucesivas generaciones. El terapeuta familiar Terence Real ha escrito acerca de Ia transrnision de Ia sombra familiar de padres a hijos. 8 Real diferencia entre Ia depresion masculina abierta (que es debilitadora pero manifiesta) y la depresion masculina encubierta (que puede ser cronica pero hallarse oculta detras de la adicci6n y de una conducta heroica). En opinion de Real, existe una epidemia de depresion masculina no diagnosticada a causa de los prejuicios de
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genero originados por la sombra cultural. De este modo, las mujeres son educadas para internalizar el dolor y autoculpabilizarse, y suelen ser mas proclives, por tanto, a experimentar depresiones manifiestas, que podrian ser consideradas, en ese sentido, como una especie de opresion internalizada o una experiencia de victirnizacion. Por su parte, la educacion que reciben los varones les alienta a externalizar el dolor y a culpar a los demas por su sufrimiento y tienden a sufrir, en consecuencia, de depresioo encubierta, que podrfa ser considerada, desde esta perspectiva, como una desconexion internalizada o como el intento de defenderse de la experiencia de victirnizacion a traves de la ostentacion y la victimizacion de los demas. El sufrirniento inconsciente irresuelto que se deriva de la depresion de las generaciones previas acrua en el seno de la familia como una deuda emocional. Y la unica posibilidad es, en opinion de Real, «afrontarlo o transrnitirlo a nuestros hijos». 9 ~Quien es el portador de la depresion de nuestra familia? ~Quien es el que la niega? ~Que esta tratando de decide el personaje deprirnido que se sienta en su tabla redonda interna? ~Cu~Hes son sus intenciones mas profundas? Son muchas las personas que, para evitar los sentimientos conflictivos que pueden presentarse cuando la ansiedad o la depresion amenazan con superar el umbra! de la conciencia vigilica, se entregan a todo tipo de adicciones, como el alcohol, las drogas y el sexo o el trabajo compulsive. Una mujer decfa que se sentia tan contarninada por la sangre alcoholica de su padre que coma por sus venas que temfa no poder escapar al destine de su farnilia. Tanto su hermana gemela como otra hermana mayor habian sucumbido al alcoholismo mientras que ella luchaba desesperadamente por salir de la sombra de la familia. ~Quien es el adicto de la familia? ~Quien cuida de el? ~Quien es el que niega Ia existencia del problema? ~Cuales son los temas de Ia sombra que tratan de camuflarse detn1s de la conducta adictiva? Ciertos pecados se representan abiertamente en el escenario del hogar familiar. El nino que ve como su padre golpea a su madre o Ia madre que pega a su hijo puede no parecer una vfctima, pero, en cualquiera de los cases, su alma tambien ha sido violada. Ese nino o esa nina pierde la inocencia y la seguridad, asi como tambien la libertad para sentir o expresar plenamente sus sentimientos, debido al miedo que tiene de convertirse en el objeto de la violencia. De este modo, el nii'io que ha sido testigo de la violencia puede desterrar inconscientemente cualquier sentimiento de autenticidad y vitalidad al dominio de la sombra tormindose pasivo, depresivo, ansioso o hiperalerta. 10 80
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Otros pecados no resultan tan crueles ni concretes, pero tambien pueden verse transmitidos mediante la actitud silenciosa o la proyeccion invisible. Una familia con un linaje de mujeres fuertes puede transrnitir a sus bijos el meosaje implicito de que los hombres son inutiles y crear un clima de menosprecio desde una edad muy temprana. Las familias que han alcanzado metas muy elevadas puedeo ensefiar que "somos lo que hacemos", de modo que sus hijos no aprenden a valorar adecuadamente los sentimientos ni la vida interior. Otra puede ensefiar que las personas con un bajo nivel socioeconomico son pura basura o, por el contrario, que los ricos son malos o que los ancianos son despreciables. Pero, en cualquiera de estos casos, cuando el nino se identifica con los sentirnientos de superioridad o inferioridad de los padres, su alma siempre se vera mutilada. El inevitable resultado de Ia transmision de estos pecados es algun tipo de resentirniento bacia uno rnismo que puede ser experimentado como una actitud continua de crftica interna, el menosprecio del propio cuerpo o el rechazo de algt1n aspecto esencial de nuestra naturaleza. William, por ejemplo - un cliente de uoos veinte anos-, habfa internalizado la proyecci6n homofobica de la sombra de su padre. Se trataba de un muchacho delicado, aferninado y con talento artfstico, pero que todavia no habfa comunicado a su familia que era homosexual porque temfa que su padre, un hombre muy religiose, le recbazara y no volviera a dirigirle la palabra. Cuando aun no habfa alcanzado la adolescencia, William comenzo a beber alcohol y a fumar marihuana, cayendo finalmente en las garras de la heroina en uo desesperado intento de ocultar la mentira y aplacar el dolor que Je producfa su doble vida. Cuando emprendio la terapia, William comenzo a afrontar lentamente su orientacion sexual, cobrando conciencia de que no era intrfnsecamente malo, repulsive y perverse, sino que ese era el mensaje que le transrnitia uno de los personajes que albergaba en su interior y que habfa beredado de su padre. Entonces advirtio y comenzo a apreciar la belleza de su talento artistico y que era unicamente la voz de su padre la que le decia que su temperamento era femenino. No obstante, el personaje homofobico oculto -que se alimentaba de los tabtles culturales y religiosos- segufa atormentandole con pensarnientos autodestructivos. Fue precisamente esa la razon que le llevo a sucumbir a la berofna. A pesar del conocimiento que tanto le babfa costado alcanzar, fue incapaz de consumar el sacrificio requerido para seguir aprendiendo a aceptarse a sf rnismo. No pudo dejar que muriera el personaje homofobico y, en Iugar de ello, acabo muriendo de sobredosis, una baja mas en el combate cuerpo a cuerpo con la sombra. Asirnismo, en tanto que portadores de Ia proyeccion de la sombra co81
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lectiva del racismo, muchas personas de color se ven obligadas a afrontar alguna modalidad de baja autoestima o de rechazo bacia sus propios hijos, un tipo de proyecci6n que, en la actualidad;tambien comienzan a padecer los niiios caucasianos que viven en el seno de alguna minorla etnica. Como decla cierto cliente: «Me siento como el pan blanco del barrio». De manera similar, muchos sobrevivientes judios del Holocausto internalizaron una especie de antisemitismo que, a pesar de sus esfuerzos en adaptarse, sus hijos y sus nietos heredaron inconscientemente. En ocasiones, los pecados de nuestros padres son mantenidos en secreto. De este modo, los secretos familiares pueden permanecer ocultos no solo a los ojos de los extraiios, sino tambien a los propios de Ia familia. De hecho, gracias al poder combinado de Ia represion y Ia negaci6n, ese tipo de secretos pueden permanecer ocultos incluso dentro de nosotros mismos.
Los secretos de Ia familia: el sacrificio de Ia autenticidad Los secretos familiares cumplen con la funcion de salvaguardar aquellas partes vulnerables de la familia -<<Escapamos del Holocausto», «Nuestros abuelos tenian sangre afroamericana», «Mi hermana es esquizofrenica», «Eramos muy pobres»- o la conducta reprobable de alguno de sus -«Mi madre era adicta a las pastillas», «Mi tio abus6 de mf», «Mi hermano se suicido» o «Mi esposa tuvo una aventunl>>- manteniendo ocultas las mentiras, las adicciones y la violencia o, dicho de otro modo, los pecados multigeneracionales de Ia familia. Cierta cliente de origen asioamericano revelo en un comentario de pasada que, cuando s6lo tenia seis meses de edad, sus padres emigraron a Estados Unidos pero, como eran incapaces de mantener a toda Ia familia, s6lo se quedaron con su hijo var6n y la enviaron de vuelta a Taiwan para que permaneciera con su tfa durante un aiio. Nunca mas se volvi6 a hablar de aquel asunto y Ia mujer reprimio sus sentimientos, minimizando basta tal punto el valor de aquella experiencia que no se daba cuenta de la relaci6n que guardaba con su miedo a ser abandonada. Una hermosa mujer de color que, por aquel entonces, vivfa con un hombre blanco -aunque carecfa de amigos blancos-, por su parte, confeso a su terapeuta que su madre negaba su ascendencia afroamericana vistiendose con un sari hindu. Una tercera mujer, por ultimo, que habia sido educada en colegios privados muy selectos confes6 a su terapeuta que su hermana men or era anorexica, aunque nadie mas en Ia familia se habfa percatado de este hecho. En cualquiera de los
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casos, los secretos familiares minan la sinceridad de la familia y terminan debilitando su alma. Pero el hecbo de desvelar un secreto familiar no resulta nada facil porque sus repercusiones pueden llegar a ser catastroficas. Hay ocasiones en las que Ia familia deja de servir de continente adecuado y se desmorona becba aiiicos; en otras, en cambio, todo in ten to resulta esteril porque el poder de la negacion se yergue como un muro infranqueable. AI igual que Casandra, Ia profetisa de Ia tragedia griega La Orestiada que habfa sido condenada a no ser crefda, quienes revelan los secretos no suelen despertar Ia credibilidad y pueden llegar a ser expulsados del redil. En una epoca como Ia nuestra, en Ia que Ia tribuna publica esta llena de rumores acerca de abusos ocultos cometidos en el seno de la familia, parece un topico asumir que los secretos deben airearse tan pronto como sea posible. Pero lo cierto es que el heroe que esta inmerso en un viaje arquetipico no suele poder hablar de lo que ha visto basta que no ha culminado su mision, de modo que la necesidad de mantener un secreto puede, en ocasiones, ser tan imperiosa como la de revelarlo. En otros casos, sin embargo, es necesario revelar los secretos de la familia para acabar con Ia "maldici6n" que pesa sobre ella, por mas graves que sean las consecuencias para quien ose revelarlo. Miranda -conminada por sus padres a no desvelar jamas el secreto de su familia- se mantuvo en silencio durante cuarenta aiios. Como una nina obediente, paso toda su vida con la boca bien cerrada, convencida de que, en el caso de que se atreviera a decir la verdad, sus padres la abandonarfan, la desheredarfan o tal vez incluso la asesinarian. Fue entonces cuando se le diagnostico un cancer de pecho y la proximidad de la muerte actu6 a modo de despertador. A partir de ese momento, sintio un impulso que Ia llevo a tratar de vivir con mayor autenticidad y tom6 la decision de contar Ia verdad -arriesgandose a perder el afecto de sus padres- en un desesperado esfuerzo por volver a tomar las riendas de su vida. La madre de Miranda -que habfa quedado embarazada a los veintiun aiios y era madre soltera con dos hijos mas-la habfa dado al nacer en adopcion a un acomodado matrimonio del Upper East Side, en Manhattan. Miranda recordaba muy claramente como, a los seis aiios de edad, se le dijo que babfa sido adoptada y que, si no querfa acabar lamentandolo, no debia contarselo a nadie, a la vista de lo cual adopt6 el papel Ia hija perfecta y mantuvo el secreto. Pero, cuando lleg6 a la adolescencia, se odiaba a sf misma y, aunque destacaba en Ia escuela, tomaba drogas despues de clase abriendola, asf, a una doble vida. Al cumplir los treinta afios, Miranda se caso en Nueva York pero, al
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mismo tiempo, inici6 una aventura en Los Angeles, de modo que no solo era bfgama, sino que tambien tenia dos familias politicas distintas. Desde un punto de vista externo, se hallaba envuelta con los ropajes del exito social. Conducfa un BMW, posefa una casa en un barrio de lujo y ascendfa imparablemente bacia las cotas mas elevadas de su escalaf6n profesional. Internamente, sin embargo, se rechazaba a sf misma porque habfa desterrado inconscientemente su autoestima a la sombra. Tambien odiaba y se sentia resentida con sus padres adoptivos porque nunca le habfan permitido revelar el secreto y ser ella misma. Asimismo, estaba resentida contra su marido porque, a su lado, se sentfa controlada, autoconsciente y falsa. De este modo, su autenticidad y poder personal segufan ocultos en la sombra. Cuando Miranda se decidi6 finalmente a buscar a su madre biol6gica, descubri6 que vivfa en un pequeiio pueblo cercano ala ciudad en la que habfa crecido y, tras una tormentosa lucha interna, le confes6 a sus padres adoptivos que habfa encontrado a su verdadera madre, ante lo cual estos se enfurecieron y amenazaron con repudiarla si se atrevia a desobedecerles nuevamente. En la medida en que Miranda prosigui6 su trabajo con la sombra, fue cobrando conciencia de que, aunque tenia cuarenta aiios, proyectaba su poder sobre sus padres y su marido del mismo modo que lo haria un nino y, aunque albergaba resentimiento y desprecio bacia ellos, tambien sentia que no tenia mas elecci6n que ocultarse y seguir dependiendo emocional y econ6micamente de ellos. Asf pues, para poder llegar a descubrir su autenticidad -es decir, para poder convertirse en una persona adulta con una sensaci6n positiva de sf misma-, necesitaba volver a establecer o con la rabia y el poder ocultos y dejar de proyectarlos extemamente. Miranda necesitaba aceptar sus propios orfgenes y, para ello, debia desobedecer a sus padres adoptivos y revelar el secreto de la familia. Miranda identific6 al personaje de la sombra que habfa dirigido basta entonces su vida como "la rechazada", un personaje al que imaginaba como una nifia pequefia desamparada y avergonzada, como si, desde un punto de vista arquetfpico, se viera a sf misma como una huerfana, una nifia perdida y desesperada que jamas encontrarfa el camino de regreso al hogar. Sin embargo, en la medida en que fue conectando mas profundamente con su verdadero Sf mismo, Miranda lleg6 a experimentar que el personaje rechazado no era tanto ella como un fragmento de sf misma, un personaje de la sombra que habfa acabado asumiendo el control. Y, aunque no fuera una vfctima impotente y marginada, las experiencias de su vida infantil habfan acabado modelando una parte de su personalidad que la lle-
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vaban a identificarse con ese tipo de sentirnientos. No obstante, con la toma de conciencia de su relaci6n con ese personaje y de los sentimientos que le suscitaba sin llegar a identificarse con ellos, Miranda pudo ir recuperando lentamente su propia autoestima y empezar a expresar su creatividad a traves de la poesfa. Entonces fue cuando revel6 a su esposo que habia estado viviendo en una mentira y le dijo que querfa el divorcio. En medio del dolor que sigui6 a la ruptura, Miranda cont6 la verdad a sus amigos. Dos aiios despues conoci6 a Gary, un ingeniero, y la poderosa combinaci6n del trabajo con la sombra y la sinceridad que trataba de imprimir a esta relaci6n, le perrnitieron poder aceptar los limites de los vfnculos con sus padres adoptivos. El creciente amor entre Miranda y Gary tambien la hizo considerar la idea de la maternidad, una idea, debido a las penosas circunstancias que rodearon a su nacimiento, que siempre habfa mantenido relegada ala sombra. De hecho, comenz6 a considerar mas seriamente la posibilidad de tener un hijo a partir del momento en que, por asf decirlo, se dio a luz a sf misma. De este modo, al afrontar el secreto de la familia, habfa logrado acabar con la maldici6n que pesaba sobre su familia. (.Cuales son los secretos de nuestra familia? (,Quien los guarda? i,A quienes no hay que revelarselos? i,De que modo impiden la sinceridad entre los rniembros de la familia y terrninan dafiando su alma? Ahora que ya hemos explorado el modo en que se transmiten y perperuan los pecados familiares de padres a hijos, nos detendremos a considerar la cuesti6n de Ia sombra entre los hermanos.
Hermanos de sombra y hermanas de sombra Hemos utilizado la historia del rey Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda como una alegoria del mundo interno en el que habitan los distintos personajes de Ia sombra que pueden llegar a usurpar el sitial del poder. Desde este rnismo punto de vista, podrfamos proseguir diciendo que la familia es el reino y los caballeros son los hermanos que se sientan en torno a la mesa del comedor en busca de amor, atenci6n y dinero. En el caso de que el reino permanezca en equilibrio, podemos decir que se halla bajo los auspicios de Ia diosa Themis, Ia diosa que rige el apropiado orden de las relaciones humanas, establece claramente los limites y nos protege de las intrusiones de los personajes de la sombra. En este clima es poco probable que se manifieste la sombra de los hermanos, pero cuando el rey esta ausente o es alcoh6lico o se halla domina-
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do por una reina tininica o depresiva, se vera inevitablemente sumergido en el caos y Ia sombra de los hermanos irrumpira en un esfuerzo inconsciente por restaurar Ia armonia. Una de nuestras clientes, Felice, tuvo, a este respecto, el siguiente sueno: Sofie que abandonaba mi asiento en La mesa familiar y que, cuando volvf a el, ya no estaba allf y tuve que sentarme en el suelo. Felice babia crecido en el seno de una familia numerosa en la que las seis hermanas siempre habian luchado por no diluirse en la multitud (como, de hecho, habfa ocurrido literalmente con una de sus hermanas que murio de anorexia) y hacerse un Iugar. Pero la estrategia de supervivencia de Felice era mucho mas sutil, el suicidio emocional. Habiendo sido maltratada por una hermana mayor ante Ia indiferencia de los padres, Felice comenzo a callar y a ocultar sus verdaderos sentimientos, como consecuencia de lo cual acabo sintiendose completamente incomprendida. Cuando tenfa diez aiios de edad, su padre volvio de un viaje con una cadenilla de regalo para cada una de sus hijas. Felice dejo que una de sus hermanas mayores eligiera Ia que mas le gustaba, pero despues de haber tornado la decision, su hermana cambio de idea y quiso la suya, con lo cual se sintio nuevamente defraudada e inmerecedora del regalo, y su sensacion de autoestima volvio a quedar relegada a Ia sombra. Muchos aiios despues, Felice segufa todavfa reproduciendo la misma pauta. Asf, cuando fallecio su madre y las hermanas repartieron Ia herencia familiar, Felice no fue capaz de averiguar lo que le habia correspondido. Hubieron de transcurrir varios anos antes de que se hallara en condiciones de saber cual era su parte de Ia herencia. El trabajo con la sombra fue permitiendole comprender y aceptar gradualmente que ella tambien tenfa necesidades y deseos y que tambien merecfa la oportunidad de satisfacerlos. Asirnismo, dejo de considerarse responsable de los celos de sus hermanas, se hizo un Iugar en lamesa familiar y pudo recuperar el tesoro oculto -es decir, la asertividad y la sensacion de autoestima- que habfa desterrado en su lado oscuro. Hay hermanos que crecen en di.recciones opuestas luchando entre sf y que, alllegar a Ia edad adulta, parecen ser los portadores de la sombra del Otro. En tal caso, al igual que ocurrfa con las hermanas mitologicas Eva y Lilith -o Psique y Orual-, cada uno de los hermanos constituye el reflejo especular del otro. Asf, uno puede poseer un temperamento artfstico mientras que el otro desan·olla aptitudes atleticas; uno es inteligente mientras que el otro es guapo; uno es adaptable y de buenas rnaneras mientras que el otro es rebelde y muy vebemente: diferencias, toda.s elias, que pueden llegar a suscitar la envidia y dar Iugar a un mutuo rechazo o a la idealiza86
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cion del otro y el rechazo de uno mismo. Tambien puede ocurrir que los hermanos parezcan opuestos cuando de hecho, en un nivel mas profunda, son complementarios -uno creativo y el otro destructive o uno divino y el otro diab6lico-, como ocurre en el caso de Jesus y Judas, Cain y Abel u Osiris y Set. Este curioso pero significative fenomeno se deriva, en nuestra opinion, de la dinamica familiar que consiste en dividir el pastel de la sombra familiar. En el momento del nacimiento y durante los primeros aiios de la infancia de cada uno de los hermanos, las presiones a que se hallan sometidos los padres pueden terrninar generando sombras muy di.ferentes. Y, en la medida en que cada uno de los hijos va asirnilando la sombra de sus padres, tambien va absorbiendo i.nconscientemente aspectos distintos, como la agresividad, la melancolfa o la ambicion, en un esfuerzo por preservar la integridad de la familia y su sensacion de pertenencia. Las partes sin digerir, no obstante, presas del dolor de Ia negacion de los potenciales sin actualizar en aras del mantenimiento de la integridad de Ia familia, se ven obligadas a representarse en la lucha entre los hermanos. El nacimiento, por ejemplo, de un nino superdotado puede suponer que los demas hermanos se sientan avergonzados de no poder competir con el y acaben relegando sus propios talentos a la sombra. El nino superdotado, por su parte, puede hallarse tambien incomodo por las envidias que suscita y terminar reprirniendo su expresion, o bien, por el contrario, puede brillar como la estrella mas resplandeciente de la familia. La historia de Gloria y Toni, dos bermanas de cuarenta anos de edad, ilustra perfectamente este proceso de reparto de la tarta familiar. Se trataba de dos hermanas que durante Ia madurez no tenian el menor o, aunque, segun su madre, de pequenas eran inseparables. Gloria, en particular, recordaba las di.ferencias que las caracterizaban: «Me resulta muy extrafia -decia- ;extraiia y proxima al mismo tiempo». Gloria era una lectora infatigable y disfrutaba pensando, mientras que su hermana no habia acabado la carrera universitaria. Gloria tenia un cuerpo delicado y nose hallaba interesada por la actividad fisica, mientras que Toni, por su parte, era una atleta nata que destacaba en todos los deportes por los que se interesaba. Desde la decada de los sesenta, Gloria se habfa despreocupado de su imagen, rnientras que su hermana posefa un vestuario muy sofisti.cado y parecfa que su armario estuviera surtido por los disenadores de moda. Gloria era practicante de yoga y buscaba soluciones elevadas, espi.rituales y naturales; pero Toni, por su parte, consideraba que Ia vida estaba tan llena de sufrirniento que la unica respuesta posible era Ia depresion.
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Gloria se preguntaba en voz alta como dos nifias del mismo sexo, educadas por los mismos padres y que s6lo se llevaban dos anos de diferencia podian baber desarrollado habilidades tan distintas y haber seguido senderos vitales tan dis pares. Gloria recordaba el modo en que su padre -Ia autoritaria cabeza visible de un clan de origen Iatino- solia hablar de "Ia fami lia" como si se tratara de una estructura monolitica, una entidad sagrada cuya mera mencion bastaba para m:lii1~ner a raya a los intrusos, un grupo, una tribu o un clan sagrado. Asf pues, si bien la frontera de Ia familia era muy estricta, el espacio que los separaba era casi nulo y no habfa, en consecuencia, espacio suficiente para desarrollar una autentica alma de Ia familia. Quizas -
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de las cualidades que atribufa a su hermana y se sintio mas libre para aproximarse a ella y poner, asi, fin a Ia guerra territorial que las habia mantenido separadas. Gracias, pues, al reconocimiento de las cualidades enajenadas de sf rnisma y proyectadas sobre el Otro, y al trabajo con Ia sombra con la imagen interna de su hermana como uno de los personajes sentados ala mesa, Gloria pudo llegar a eruiquecer su propia imagen y experimentar la compasion bacia su hermana de carney hueso, algo que muy probablemente terminarfa llevandola a profundizar Ia relaci6n con ella. Es como si Gloria hubiera retomado el camino bacia su individuacion en sus rasgos perdidos y recbazados, y Ia sombra de su hermana se convirtiera, a partir de entonces, en su redentora. (.Como se reparte Ia sombra familiar entre los hermanos? (.Cual de nuestros hermanos evidencia las cualidades que pudieran contribuir a enriquecer nuestro propio tesoro? Nuestros bermanos, a fin de cuentas, forman parte de nuestro destino, al igual que nosotros formamos parte del suyo. Yen nuestra mano se balla Ia posibilidad de pasar Ia vida luchando con las sombras de nuestros bermanos o descubrir en ellas a un verdadero amigo.
La sombra del sexo: el incesto y la iniciacion Cada miembro del grupo familiar es portador de energfas divinas oarquetipicas para los demas. El nino sera siempre el Nifio Dios; la madre, Ia Gran Madre o Ia Reina; y el padre, el Gran Padre o el Rey. Es precisamente por ese motivo que la relaci6n incestuosa entre padres e hijos es mucho mas que una traicion personal porque, para el nino, constituye el descubrimiento dellado oscuro de Ia divinidad. Es asf como Ia madre abusiva pasa de ser la diosa de Ia creacion a ser !a diosa de Ia destrucci6n que danza, al igual que Kali, sobre los cuerpos de los cadaveres o acaba convirtiendose en Medusa, cuya petrificante mirada tiene el poder de relegar al niiio al silencio. De igual modo, el padre puede convertirse en el Seiior de la Oscuridad y adoptar el rostro de Hades, el que arranco a Ia joven Persefone del regazo de su madre y la arrastro consigo a las tinieblas del mundo subterraneo. El incesto rompe un tabu que mora en el cuerpo colectivo de la humanidad y atrae sobre el hogar la maldici6n del sufrimiento psicol6gico. El incesto provoca, en suma, que Ia apertura natural y genuina del erotismo del nino se transforme en una vergi.ienza que debe ser ocultada, como la hoja de parra que cubre Ia desnudez del cuerpo. 89
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Y, aunque ese tipo de violaciones tenga un cankter estrictamente sexual, sus consecuencias pueden ser, no obstante, profundamente espirituales. Cuando un padre profana sexualmente ~a confianza de su hijo, tambien esta violando su plenitud espiritual, y, de este modo, la inesperada respuesta del nino despojado de su inocencia por Ia persona que con mas celo debiera protegerle es la autoculpabilizacion. Es como si su absoluta dependencia del adulto le obligara, para poder sobrevivir, a convertir al agresor en un buen padre y ala vfctima en un mal hijo, mediante un mecanismo que psicologicamente se conoce con el nombre de "identificacion con el agresor". A fin de cuentas, el alma del niiio es tan vulnerable que se siente obligado a descargar a su padre de toda responsabilidad y a culparse a si rnismo. Asf, desde su punta de vista, no solo ha hecho algo malo sino que se convierte en Ia rnisma encamaci6n del mal. Ese es, precisamente, el origen de los intensos y epidernicos sentimientos de culpa y suciedad que terrninan formando parte de la identidad de quienes han sido objeto de abusos, y esa es tambien Ia raiz de su evidente desconfianza bacia los demas y bacia la vida en general. A todo esto hay que afiadir tambien, por ultimo, que la intemalizaci6n de la figura del padre terminara transmitiendo esta pauta a las sucesivas generaciones. En el caso de que la orientaci6n religiosa de la familia contribuya a reforzar el papel del padre agresor como portador de Ia ley divina, la obediencia del pequefio se vera ratificada por los poderes superiores. Por ello, cuando el padre niega la realidad de sus aetas, el nifio se ve enfrentado a una situaci6n insostenible, a una especie de pacta faustico que le lleva a negar su propia experiencia corporal. Pero, en el nivel del alma, ese pacta acaba provocando el sacrificio del superviviente, es decir, Ia renuncia a su identidad, la perdida de su voluntad y el final de su o con Ia realidad. Los expertos estiman que, en la actualidad. existe un elevadisimo porcentaje de niiias y nifios que han sido vfctimas de algun tipo de abuso, aunque tambien hay que decir que la veracidad de algunos recuerdos -recuperados mediante algun tipo de proceso terapeuticcr- que supuestamente tienen que ver con el abuso infantil han sido puestos en entredicho y descalificados como "el sindrome del falso recuerdo". 11 Desde nuestra perspectiva, sin embargo, la realidad de ese tipo de incidentes es fundamentalmente psicol6gica. Con ello queremos decir que un nifio pudo no haber sido agredido sexualmente y, no obstante, haber experimentado algt1n tipo de agresion o atropello emocional. Sea, pues, como fuere, su alma experimento una violaci6n que debe ser curada ya que, en caso contrario, el sujeto puede identificarse con el rol de vfctima y acabar convirtiendose, a su vez, en el agresor de sus hijos contribuyendo, de ese modo, a expandir este 90
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tipo de virus. Ese es, a fin de cuentas, el modo en que la sombra del agresor y de la vfctima retorna a Ia escena del crimen reviviendo su pasado en los mas inocentes. En la medida en que el ciclo del abuso se repite una y otra vez, una parte del nifio se dira a sf mismo «Esto esta ocurriendo de verdad», rnientras otra respondera «pero no puede ocurrir», dando asf vida ados nuevos personajes de Ia tabla. Finalmente, el recuerdo desaparecera y el evento y los sentirnientos que suscit6 quedaran relegados al dominio de Ia sombra. Y puesto que resulta imposible ser fiel a Ia verdad y seguir sobreviviendo, el ciclo del abuso activara en Ia vfctima los mecanismos defensivos de la represi6n, la disociacion y Ia negacion. Es muy probable que los rnismos mecanismos de defensa que aparecen en los supervivientes del abuso se presenten tambien en el agresor y puedan verse reforzados por medio del alcohol. Tal vez sea este tipo de refuerzos el que permita que el agresor acabe relegando el hecho a Ia sombra y, en su intento por defenderse de el, acabe ocultandose detras de la mascara de una moral familiar muy estricta. Porque, en caso de que el hecho fuera recordado, el agresor se sentirfa aterrado ante su propia sexualidad y Ia sensaci6n de culpabilidad consecuente tal vez le llevara a dafiarse a sf rnismo (ocasionando una depresi6n) o a dafiar a los demas. Quisieramos sugerir -sin tratar de minimizar, en modo alguno, los terribles efectos de este tipo de trauma-, que el incesto -al igual que cualquier tipo de violacion- tambien puede constituir una especie de iniciaci6n a la sombra. Para muchas personas, el descubrimiento de que han padecido algun tipo de violacion representa el primer paso en ellargo viaje que conduce ala redenci6n evocando una cuesti6n candente: «iComo puede uno vi vir -como lo hace el Rey Pescador del rnito del Grial- con una herida sin curar?» Este fue, precisarnente, el tipo de viaje que debieron emprenderTrudy y Sheila, dos de nuestros clientes, para establecer una relaci6n activa y sincera con el abuso de que habfan sido objetos y llegar a comprender lo que tenfan que hacer. Trudy -una secretaria de direcci6n sumamente cualificada y con una alegrfa ciertamente contagiosa- nos relat6 Ia historia de Ia muerte de su padre cuando ella tenia tan solo nueve afios. Trudy recordaba perfectamente que despues de ese episodio experimentaba una profunda nostalgia, como si su padre fuera un prfncipe que volverfa a rescatarla. AI cabo de un afio, sin embargo, su madre se caso con un medico llarnado Joe y la pequeiia busc6 en el a un nuevo padre que alentara su confianza y esperanza. Pero esa confianza se vio traicionada cuando, dos ar1os despues, Joe comenzo a entrar en su habitacion a altas horas de la noche para abusar de ella. Entonces fue cuando Trudy comenz6 a tener rniedo de ira dormir y a sobresaltar91
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se cada vez que escuchaba el ruido de la puerta. Durante el dfa, experimentaba frecuentes ataques de panico y, por Ia noche, sufrfa pesadillas. Trudy recordaba perfectamente el terror que le suscitaba Ia mera idea de resistirse a las pretensiones de Joe, porque tenia miedo de que las abandonara como, a fin de cuentas, habfa hecho su padre. Ante esta version del pacto faustico, Trudy acab6 adoptando el papel de protectora de la familia, el papel de nifia-esposa que solo buscaba complacer a su padre adoptivo para evitar que se marchase. Su padrastro Ia habfa arnenazado violentamente obligandola a guardar silencio, cosa que hizo durante cinco afios. Pero cuando lleg6 a la pubertad, apareci6 un nuevo conflicto, porque -muy a pesar suyo- comenz6 a sentirse invadida por sensaciones que Ia llenaban de excitaci6n. Fantaseaba con Joe y, al rnismo tiempo, se sentfa molesta consigo misma. De ese modo, cuando comenz6 a disfrutar del sexo, empez6 a competir en secreto con su madre por el carifio de Joe a Ia vez que se sentfa atormentada por Ia terrible culpa que le producfa el hecho decreer que Joe la preferfa a su madre. Entonces lleg6 a Ia conclusion de que, en el caso de que el no se sintiera excitado, terrninarfa dejandola en paz, de modo que comenz6 a vestirse con ropas poco atractivas, en Ia expectativa de que perdiera todo in teres por ella. Al igual que Persefone, Trudy se vio arrastrada al Hades, perdi6 Ia inocencia y, con ella, Ia infancia. Ademas, su odio, dirigido contra los hombres, tambien se vio desterrado a la sombra. Cuando Trudy cumpli6los quince afios, comenz6 a pasar perfodos cada vez mas largos fuera de casa, descubriendo una incipiente identidad al margen de su familia. Se complacfa en la compafifa de otra chica de su misma edad, que correspondfa a sus sentimientos y respetaba sus lfmites sexuales, de modo que podia dar y recibir afecto sin que hubiera implicado ningun sentimiento de odio. No tard6 entonces en ser capaz de decirle a su padrastro que, en caso de que volviera a irrumpir en su habitaci6n de noche, le denunciaria a la policfa. Entonces fue cuando cesaron los abusos y, con ellos, el interes de Trudy por los hombres, y su orientaci6n sexual se dirigi6 bacia las mujeres -especialmente las mujeres de apariencia fragil con las que adoptar el papel de agresor y ejercer un rol dominante-, en busca de experiencias sexuales mas seguras. Cuando cumpli6 treinta afios, Trudy conoci6 a Malcom, un hombre mas joven que ella y algo inocente que todavfa no habfa terminado Ia carrera. AI comienzo de la relaci6n, Trudy se sinti6 asustada e insegura. Siempre respetuoso con los lfmites de Trudy, Malcom le propuso mantener, como alternativa, una buena amistad. AI cabo de un afio de relaci6n, sin embargo, Trudy termin6 enamorandose y finalmente se casaron.
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Durante todo ese tiempo, con ayuda de su marido y de su terapeuta, Trudy se perrniti6 sentir toda la rabia acumulada que habfa albergado contra Joe, atreviendose, ademas, a hablar directamente con el sobre el tema. Joe lo iti6 todo, revelando tambien que, durante todo ese tiempo, la madre de Trudy no habia querido mantener ningun tipo de o sexual con el, de modo que esta se vio obligada a enfrentarse a Ia dura realidad de Ia aquiescencia pasiva de su madre. El trabajo gradual con Ia sombra le fue permitiendo identificar a cada uno de los personajes que se sentaban en su tabla redonda interna: "Ia puta" (personaje 1), Ia adolescente que se sentfa excitada por las caricias de su padrastro y habia acabado convirtiendose en una seductora mujer que disfrutaba de su poder sobre el hombre maduro. Cuando "Ia puta" asurnia el control, Trudy se sentfa sucia y avergonzada (personaje 2), pero este personaje la bacia sentirse mas segura que el hecho de reconocerse vulnerable y receptiva. Asi fue como terrnin6 tornandose mas dura y dominante (personaje 3) y utilizaba su poder como un modo de proteger su alma herida, algo que Ueg6 a convertirse en una pauta que determine tambien su relaci6n matrimonial. Pero, en Ia medida en que el trabajo con la sombra le permiti6 percatarse de estas diferencias y aprendi6 a cobrar conciencia de todos los personajes implicados, comenz6 a sentirse mas segura y amostrarse, en consecuencia, mas vulnerable con Malcom. Cuando la relaci6n emocional de Ia pareja fue profundizandose, fue Malcom el que se sinti6 amenazado y empez6 a evitar la proxirnidad emocional y a eludir las insinuaciones sexuales de Trudy. A los pocos meses, Malcom comenz6 a tener recuerdos de abusos sexuales por parte de su propic padre y, aunque no estaba seguro de si eran reales o imaginaries, se dio cuenta de que, cuando Trudy era la que llevaba la iniciativa sexual, se ponia sumamente rigido e ignoraba el porque. Cuando Malcom revelo a Trudy estos recuerdos, ella qued6 completamente sorprendida. Pero este no fue el unico golpe, porque tres meses despues el padre de Malcom fue descubierto abusando de una sobrina pequefia. Con la ayuda de su terapeuta, Trudy denunci6 el incidente al Departamento de Servicios Sociales y, entonces, Ia at6nita familia comenz6 a rechazar a Trudy por haberse atrevido a revelar un secrete horrible que nadie parecfa dispuesto a escuchar. Entonces fue cuando el Departamento de Servicios Sociales envi6 a un investigador cat6lico para entrevistar al padre de Malcom, ya que este era practicante de esa confesi6n, que inform6 posteriormente que creia que el hombre estaba arrepentido, con lo cual se detuvo Ia investigaci6n y Ia joven sobrina qued6 nuevamente a merced de su tfo. AI afrontar sus sentirnientos de rabia e impotencia, Trudy dijo a su te93
Vi vir con La sonzbra rapeuta: «Siento como si esta historia no acabara nunca, el tema del abuso me persigue donde quiera que voy». Pero el asunto no termin6 ahf porque Malcom acept6 un trabajo en la poblaci6n nf}tal de Trudy y, al mudarse ahf, ella sintio revivir de nuevo su secrete familiar. «Es como si ml presencia -dijo- fuera un recordatorio continuo de aquellos abusos.» Trudy sigue sintiendo dolor y tristeza por lo que le ocurri6, pero ya no esta avergonzada de eJlo ni trata de negarlo, sino que porta sin ambages su herida sin cicatrizar, respetandose tanto a si rnisma como al proceso de curacion. Y, en las relaciones adultas que mantiene con su padrastro y su marido, tiene el valor de defender su vision de las cosas y ha desarrollado un agudo instinto para detectar a quienes han perdido su autenticidad y viven negandose a sf mismos. Trudy sigue, pues, haclendo frente ala rabia que habra desterrado a Ia sombra y, gracias a ella, ha descubierto su vulnerabilidad. El caso de otra de nuestras clientes ilustra perfectamente los efectos a largo plazo de ese tipo de trauma y su relacion con el trabajo con la scmbra. Sheila, una joven de veinticinco afios -trabajadora de una libreria local- viste una enorme camiseta de tirantes y pantalones de chandal y llora durante Ia sesi6n de terapia rnientras sostiene su cabeza entre las manos con Ia rubia cabellera cubriendole el rostro. «Esta noche he crefdo volverme loca. No pod fa dormir. Me sentia pequefia y sucia, de modo que me levante y me puse a limpiar la casa, a fregar los suelos, las paredes y todos los rincones. Pero el caso es que no s6lo no lograba limpiarla, sino que cada vez me parecfa que todo estaba mas sucio. He llegado a creer que estaba perdiendo Ia raz6n.» Esa tarde, Sheila habfa estado contemplando fotograffas de su infancia, en las que aparecfan su hermana, su hermano y ella rnisma, cuando recordo por enesima vez una dolorosa traicion que habfa cambiado su vida cuando s6lo tenia ocho aiios. Su padre, como era habitual, se hallaba emborrachandose fuera de casa rnientras su madre permanecfa sentada en la sala surnida en la preocupacion. Un vecino varon -de unos dieciocho a veinte anos de edad- estaba de pie en Ia alcoba con los pantalones bajados, obligando al hermano de Sheila -que tan solo tenia diez afios- a realizar actos sexuales con el. Entonces el vecino cogio a Sheila y Ia arrojo sobre la cama, ordenando a su hermano que le ayudarla a sujetarla si no querfa que . contara a todos lo que acababan de hacer. Sheila se sinti6 insignificante e impotente, atenazada por el miedo y aplastada bajo el cuerpo de su propio hermano. Entonces sintio un dolor muy profundo y llor6 en silencio. Sheila cont6 a su terapeuta que las imagenes de aquel incidente seguian acosandola, de modo que se vefa obligada a llenar su mente con otras cosas para no tener que pensar en ello. «Sencillamente me sentfa mal-comentaba-.
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Me sentfa sucia y repulsiva. Crefa que nunca podrfa librarme de aquello.» Como Ia "A" escarlata que antiguamente sefialaba a las mujeres adulteras, Sheila habfa construido su identidad en tomo a Ia nocion de vfctima de un abuso sexual. Y, si bien era bastante atractiva y parecfa una persona natural y sincera, se sentfa fea y falsa, y aunque pudo confiar en su terapeuta, desconfiaba, por lo general, de todo el mundo y tambien de sf rnisma, puesto que se sentfa asustada de sus propios impulses y deseos. La noche en que Sheila habfa estado revisando las viejas fotos familiares, estaba acostada con Teddy, el compafiero con el que vivfa, cuando, al empezar a besarla, ella se vio desbordada por contenidos arquetfpicos. «Abandone rni cuerpo porque habfa una parte de rni que no deseaba permanecer allf, que no deseaba ser acariciada ni sentirse excitada. Creo que, de haber estado mas presente, hubiera terrninado odiandole. Pero el asunto es que no era culpa suya.» Bendecida por Mnemosine -Ia diosa de Ia memoria-, Sheila recordo por vez primera, en un suefio que tuvo a los dleciseis aiios, el abuso de que babfa sido objeto. Entonces le pregunt6 a su madre y a una de sus hermanas acerca del incidente, despertando en ella algunos recuerdos al tiempo que su madre confmnaba lo ocurrido. Sheila sinti6 entonces que habfa descubierto un sucio secrete sepultado, de modo muy semejante a aquel cuento en el que hay un guisante escondido bajo el colch6n de la princesa: el rechazo de su propio cuerpo, su falta de interes por el sexo, su tendencia a distanciarse de la realidad y perder el sentido del tiempo y el rniedo a su hermano, que habfa terrninado convirtiendose -al igual que su padre- en un alcoholico. Cuando la terapeuta de Sheila se march6 de vacaciones en verano, la joven se sintio abandonada y sola. Y, en cierta ocasion en que estaba cuidando de un sobrino pequefio, su mente se vio asaltada por todo tipo de pensamientos que la incitaban a abusar del pequefio. «Sombras oscuras cruzaron mi mente llevandome a imaginar que hacfa cosas sucias con el. Mi mente se hallaba completamente excitada, como si sus engranajes hubieran saildo de su eje y mi coraz6n latfa con mucha fuerza. Esperaba que esos pensamientos acabasen desapareciendo pero no ocurri6 asf. Estaba aterrorizada y completamente avergonzada de rni rnisma.» Sheila bautizo a esa parte de sf misma como "el lado oscuro" y Ia terapeuta le pidio que identificara las sensaciones que experimentaba su cuerpo cuando el "lado oscuro" bacia acto de presencia. Fue asf c6mo pudo tornarse consciente, ralentizar su mente y practicar un ejercicio respiratorio para que las imagenes no se aduenaran de ella. Entonces fue cuando comenzo a entablar un diatogo con la parte de sf rnisma que podia dafiar al 95
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pequefio y sacarlo violentamente de su estado de inocencia, una parte que le dijo con una voz frfa y despreocupada: «Quiero hacerle lo mismo que hicieron conmigo». Era como si el hermano de Sheila se hubiera apoderado de ella, legandole el sentimiento de ser una vfctima impotente, como si una parte de sf quisiera identificarse con el agresor y participar de su poder convirtiendose en la violadora de su sobrino en un desesperado intento de hacer desaparecer a la vfctima que habfa en su interior. Entonces fue cuando apareci6 otro personaje, un personaje al que podrfamos Hamar "el protector". Como ella misma decfa, <<esa parte me protege del lado oscuro, pero va demasiado lejos porque no me permite confiar absolutamente en nada». De nuevo, Sheila trat6 de identificar los sentimientos y los pensamientos asociadas a este personaje. Cuando ambos personajes se mostraban con toda su fuerza y Sheila se identificaba inconscientemente con ellos, su ego adulto quedaba paralizado. «Me siento perdida porque creo que ellos son yo misma. Cuando asumen el control, ya nose que sentir ni que pensar y me siento enloquecer.» Sheila lleg6 frnalmente a darse cuenta de que el sentirniento inconsciente fundamental que tenfa sobre sf misma -Ia maldad- era el que la impulsaba al abuso, en un intento de justificar esa percepci6n. Este es, a fin de cuentas, uno de los modos en los que Ia sombra puede obligarnos a actuar de un modo tal que evoque un personaje concreto para poder conectar con los sentimientos mas profundos acerca de nosotros mismos. Pero, cuando nos identificamos con este personaje, le otorgamos el control de Ia situaci6n y tomamos decisiones inconscientes que pueden llegar a ser destructivas. Asf pues, el hecbo de cobrar conciencia de este tipo de sentimientos nos permite dejar de actuar movidos por su influencia inconsciente y, centrandonos en Ia respiraci6n y estableciendo o con nuestro Yo verdadero, podemos llegar a desconecrar del complejo, tornarnos mas conscientes de los condicionamientos inconscientes procedentes de la sombra y recuperar nuestra libe1tad. En Ia medida en que fue progresando en su trabajo con Ia sombra, Sheila tuvo que luchar durante varios aiios contra el odio que experimentaba bacia sf misma, contra sus sentimientos de impureza y su perfeccionismo espiritual. Pero, cuando lleg6 a experimentar ellado oscuro del personaje y comprendi6 que no era ella misma, fue aceptandose mas profundamente y adquiriendo una mayor confianza en sf misma. (,De que modo -si usted cree que sufri6 algun tipo de abuso-la vfctima o el agresor que se sientan en su tabla redonda pesan en su vida adulta? (,De que se avergi.ienza y a quien quiere proteger? <.Que necesitarfa para que su alma se curase?
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AI igual que Ia sexualidad, el patrimonio familiar tambien puede convertirse en un vehfculo de Ia proyecci6n del alma de Ia familia y quedar teiiido por Ia sombra.
La sombra del dinero: herencias, autoestima y valor El patrimonio familiar tambien posee un poder arquetfpico tan numinoso que algunos rniembros de la familia pueden llegar a obsesionarse con el experimentando, en tal caso, las perdidas o los beneficios econ6micos como una perdida o una ganancia del alma. El dinero esta vinculado a la fuerza vital y representa, en ese sentido, el papel de Ia sangre que circula por el organismo familiar. Cuando el dinero escasea, los de la familia se sienten privados y avergonzados. El nino que realiza pequenos trabajos a cambio de dinero o se muestra dispuesto a romper su hucha para hacer un prestamo a su padre o a realizar pequenas tareas a cambio de algo de dinero, esta manifestando su interes en participar del intercambio de energfas familiares. El joven que va a Ia universidad y rehusa el dinero familiar evidencia su interes en diferenciarse de la familia y emanciparse y, en este rnismo sentido, el recbazo del dinero familiar tambien puede poner de manifiesto Ia negativa a seguir participando en tanto que nifio del sistema familiar y dar un paso bacia adelante en direcci6n a Ia madurez. Al igual que ocurre con el patrirnonio, tambien se hereda Ia autoestima y los pecados de Ia familia. Son muchas las personas que restringen su valia al dinero que poseen, independientemente de su procedencia. Ruth, una mujer de treinta afios, descubri6 este vfnculo entre Ia herencia emocional y Ia financiera cuando su abuela le leg6 una enorme cantidad de dinero; confes6 a su terapeuta que estaba aterrada, y fue precisamente entonces cuando tom6 la decision de desenmarafiar Ia trama de Ia sombra familiar. Durante su infancia, su opulenta familia Ie habfa brindado todo tipo de oportunidades, clases de arte, ballet, ropa de ultima moda y colegios privados. Como parte de su contribuci6n a Ia persona de Ia familia. Ruth se habfa convertido en una hermosa joven que vivfa con sus padres en una lujosa mansi6n. Pero lo cierto es que su familia no le habfa brindado Ia menor oportunidad de ser autentica, de descubrir sus propios gustos, de expresar sus sentimientos y de manifestar sus opiniones. Tan solo se lirnitaban arepetirle de continuo que posefa tantas cosas que no ten fa motive alguno para quejarse y debfa considerarse una nina afortunada. Pero Ia carga de las expectativas de sus padres fue tornandose cada vez mas pesada ya que, si actuaba como una nina buena, se sentfa completa-
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mente atrapada, mientras que, cuando lograba expresarse -aunque s6lo fuera un poco-, les decepcionaba, se sentfa culpable y responsable de sus sentimientos y acababa arrepintiendose por baberles causado ese sufrimiento. A los veinte anos de edad, Ruth abandon6 la casa familiar y se convirti6 en una joven muy independiente que no necesitaba de nadie, una condici6n conocida, en ocasiones, con el nombre de "contradependencia". En tal caso, cuando el muro de la autonomfa se vefa perforado, aunque s6lo fuera por un instante, se sentia humillada y confusa. Ruth lleg6 a creer inconscientemente que, si aceptaba cualquier cosa de su familia, perderia los lirnites y su recien conquistada identidad, convirtiendose de nuevo en una hija servil y modelica, en una nii'ia sin voz propia. Despues de cumplir los treinta, Ruth empez6 a sentirse deprimida. Entonces fue cuando comenzaron a aflorar los tiemos sentimientos de vulnerabilidad y su necesidad natural de amar y de ser amada. Y, en la medida en que estos sentimientos oscuros buscaban la luz de la conciencia, comenz6 a eludir a los de su familia. Poco a poco empez6 a comprender el simbolismo profunda que se ocultaba en sus regalos, ya que la unica posibilidad de que disponfa para establecer unos lfmites claros con su familia y desarrollar una relaci6n mas autentica pasaba por aceptarlos. El patrimonio familiar tambien puede verse desterrado en tanto que portador de las sombras de la codicia, la envidia, la vergiienza y la baja autoestima. Cierto terapeuta amigo,.que trabaja con pacientes terminates de cancer, nos reve16 que, para este tipo de enfermos, las cuestiones econ6micas parecen ser mas estresantes que la misma discusi6n acerca de la preparaci6n para la muerte. Paulette, una mujer de cuarenta y dos afios que trabajaba muchas horas al dfa como camarera, ocultaba su situaci6n econ6mica como si se tratara de un oscuro secrete. Sus padres vivian de un sueldo fijo y no podfan brindarle su apoyo financiero y ella -que apenas ganaba el dinero necesario para hacer frente a sus gastos- se sentfa «como si viviera al borde de la indigencia,» pero se comportaba socialmente como si contara con abundantes ingresos. Cuando comenz6 a boicotear su trabajo llegando tarde y haciendolo mal, aument6 su ansiedad a este respecto y cierta noche lleg6 incluso a sonar que acababa convirtiendose en una "sin tecbo". El trabajo con la sombra le perrniti6 percatarse de la existencia de un personaje intemo rebelde -que se sentfa merecedor de algo mas y se hallaba resentido con la pobreza de su familia- que saboteaba todos sus esfuerzos en este sentido. Asf pues, si permitfa que este personaje asumiera el poder, corrfa el peligro de
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perder su trabajo y acabar pidiendo por las calles. Necesitaba, pues, hacerse amiga de esa especie de terrorista y descubrir emil era su Iugar en la tabla redonda interior, de modo que pudiera orientarse en una nueva direcci6n y la ayudase a hacer frente a sus responsabilidades cotidianas. Roger, por su parte, un asistente social de cuarenta y cinco afios que llevaba dos baciendo terapia, coment6 cierto dfa que su padre le habfa ofrecido ocho mil d6lares para comprar un coche nuevo. Al comienzo -segun nos comentaba-, sinti6 que la oferta era muy generosa, pero cuando considero Ia situaci6n con mas detenimiento, escuch6 una voz que le decfa: «A ver sitU puedes conseguir mas» (personaje 1), identificando esa voz como un personaje insaciable y sintiendose avergonzado de inmediato (personaje 2), ha~ta tal punto que, cuando coment6 este incidente a su terapeuta, fue incapaz de apartar la vista de sus zapatos y de rnirarle directamente a los ojos. Roger advirti6 que la voz de ese personaje interno -que se sentia mereceder de mas- le sonaba familiar y que, en el pasado, le habfa alentado a tratar de sacar mas dinero de su padre. Y, cuando el terapeuta le pregunt6 por la primera ocasi6n en que se habfa dado cuenta de ello, Roger le confes6 que de pequeiio solfa robarle dinero a su padre. Durante la terapia, Roger se dio cuenta de que cogfa el dinero de su padre porque se sentfa menospreciado por el y crefa que este amaba el dinero por encima de cualquier otra cosa, y, a modo de compensacion, querfa inconscientemente poseer algo que fuera valioso para su padre. AI explorar la figura mitologica de Hermes, el dios mentiroso que sirve de gufa entre dos mundos pero que tambien es un embaucador y un ladron, Roger llego a tomar conciencia de esta pauta, identificandola dentro de sf como una especie de deseo que surgfa en el interior en su pecho y que experimentaba como apego, como Ia compulsion a poseer algo que no leperteneciese. Cuando todavfa era solo un nino, Roger habfa llegado a equiparar el acto de robar con el hecho de recibir amor. un acto que no solo le hacfa sentir emocionalmente pleno sino que tambien le permitfa satisfacer sus necesidades materiales. Pero, si bien su ego se sentfa bien por poder tomar lo que quisiera, su alma, sin embargo, iba ocultandose cada vez mas. Asf fue como, a un nivel mas profunda, Roger estaba avergonzado de su incesante busqueda de dinero y, de hecho, de experimentar cualquier necesidad. Y, aunque el hecho de robar le proporcionara un alivio provisional, a Ia larga, acababa sintiendose peor que antes. En Ia medida en que fue pasando el tiempo, Roger cobro conciencia de que esos pequeiios hurtos ten fan un coste interno muy elevado: la ansiedad,
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la sensaci6n de culpabilidad y el sentimiento de ser una persona sucia e indigna. Asf, la toma de conciencia de esas consecuencias negativas le llev6 a establecer un nuevo pacto con ese personaje interno, de tal modo que, cuando surgiera la oportunidad de robar algo o de no pagar y Hermes tratara de aprovechar Ia oportunidad, Roger recurriria a su nueva comprensi6n para escucharle sin dejarle asumir el control y evitando asi las desagradables consecuencias internas. En la medida en que esta estrategia tuvo exito, Roger fue capaz de mantener al codicioso personaje de Hermes en el Iugar que le correspondia en la tabla redonda interna y descubrir el tesoro oculto de ese personaje de Ia sombra, la capacidad de hacerse cargo de lo que merecfa y gastar dinero en sf mismo sin sentirse mal por ello. Durante su infancia, Hermes habfa cumplido con una funci6n protectora proporcionandole una via para sentirse amado robando el amor que precisaba. Pero, a Ia larga, aquel amigo de la infancia acab6 convirtiendose en un enemigo y, cuando alcanz6 la madurez, dej6 de resultarle aceptable compensar Ia falta de autoestima robando dinero. Durante varias semanas estuvimos considerando el tema y descubrimos en el un elemento intergeneracional de la sombra familiar. Porque el padre de Roger -un inmigrante polaco que habia huido a Suiza despues de que su pais fuera invadido por Alemania durante la Segunda Guerra Mundialtambien habfa invocado a Hermes alllegar a establecer una red de contrabanda para robar oro a los nazis y utilizarlo para llevar a su familia a los Estados Unidos. Asi, en su calidad de guia entre dos mundos y de ladr6n, Hermes habfa salvado al padre y ala familia de Roger, permitiendoles acceder a una nueva vida. El trabajo con la sombra, pues, le llev6 a establecer un o consciente con Hermes que actualmente le sirve de gufa por el mundo interno de sus desvalidos clientes. z,El dinero de su familia vehicula mas elementos de la sombra o del alma? z,Cual es Ia naturaleza de su herencia emocional? z,Guarda usted algunos secretos familiares en torno ala cuesti6n econ6mica?
La sombra de fa familia
capaces o no deseemos cobrar conciencia de los pecados farniliares, nos veremos inexorablemente condenados a transmitirlos a nuestros hijos junto a las joyas de la familia. Hay quienes, por el contrario, abandonan el hogar familiar a una ectad muy temprana, siguiendo la Hamada de aspiraciones romanticas o espirituales o, como dice el poema de Rilke que abre este capitulo, escuchando Ia voz del Sf mismo. Pero, a falta de trabajo con la sombra, la distancia ffsica no impedira que esas personas sigan presas en las fauces de la sombra y de los secretos familiares. Quienes son capaces de salir del entorno familiar y de emprender el trabajo con la sombra disponen de la oportunidad de regresar a casa con el regalo de la conciencia y brindarlo a Ia familia con un espiritu reconciliador que alienta, en tal caso, una intimidad mas autentica y la profundizaci6n del alma de Ia familia, una evoluci6n intergeneracional que se ve perfectamente ilustrada por la frase del presidente John Adams que dice: «Fui soldado para que mi hijo pudiera ser campesino y mi nieto llegara a ser poeta>>. i,C6mo podemos mantener nuestra identidad individual sin perder la relaci6n profunda con los de nuestra familia? z,Necesitamos tal vez abandonar el hogar familiar de un modo mas claro? z,Acaso ha llegado yael momento de regresar y cultivar el alma de la familia? En el siguiente capitulo analizaremos con mas detenimiento un pecado especial de la familia: la traici6n del padre al alma del nino.
El abandono del hogar familiar: el cultivo del alma de la familia y el cultivo del alma individual Hay personas que durante toda su vida viven en un radio inferior a los diez kil6metros de su hogar de origen, amoldandose internamente, por asf decirlo, al papel que les corresponde en la constelaci6n familiar, tratando de ser siempre "el proveedor", "el nifio bueno", "el critico" o sencillarnente el chivo expiatorio de la familia. Pero, en Ia medida en que seamos in100
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