HIPERPOLÍGLOTA COLOMBIANO
El médico Álvaro Ruiz Morales se graduó en la Universidad Javeriana, donde hizo también una especialización en Medicina Interna, y es uno de los epidemiólogos más destacados del país. Fue investigador en la Universidad de Cornell, Nueva York, y en la Universidad de Pensilvania hizo una Maestría en Epidemiología Clínica. De padre bogotano y madre santandereana, viajó a Cali a estudiar en el Seminario de los Padres Franciscanos y cuenta así su primera impresión: “Buena parte de lo que era mi colegio es hoy La Universidad de San Buenaventura en Pance. Teníamos cinco canchas de fútbol, un lago espectacular, canchas de tenis, básket, volley-ball, piscina, un brazo del río pasa por la mitad, detrás están Los Farallones, Pico de Loro y… Cali allá abajo, ¡Un verdadero paraíso!.” Eso le cambió la vida, según dice, porque pudo dedicarse a dos pasiones que, además de la medicina, lo subyugan: la música (toca piano y violín) y los idiomas. Es un hiperpolíglota, es decir, pertenece al exclusivo club de los hombres que, en el mundo, más lenguas hablan, leen o escriben (32): inglés, francés, alemán, italiano, portugués, esperanto, latín, griego, sánscrito, catalán, valenciano, árabe, ruso, japonés, hebreo, sueco, danés, noruego, holandés, islandés, persa y guyarati, checo, polaco, búlgaro, tailandés, tibetano, griego, japonés, chino, hebreo, y bastante de árabe y mandarín: “Los idiomas son mi pasión. Soy un coleccionista de lenguas”. Tiene 57 años y su rara habilidad le ha asegurado cargos importantes como Consultor Directo de la Organización Mundial de la Salud, amén de permitirle leer todos los libros imaginables de ciencia, tecnología y literatura, de numerosos países, dictar conferencias en todas las latitudes del orbe, ser intérprete en importantes congresos de salud y liderar grupos de trabajo en investigación. En el Seminario, un profesor -paisa para más señas- llamado Eduardo Morales Ángel, quien hablaba nueve
idiomas, fue su maestro y tuvo el gran acierto de cultivarle este talento, enseñarle métodos de aprendizaje e inculcarle una disciplina férrea para estudiar gramáticas, vocabularios, declinaciones sintaxis y conjugaciones. Se graduó a los quince años con nueve lenguas aprendidas y un apetito insaciable por conocer más. Un somero vistazo a la historia de la palabra hablada nos demuestra que el “Don de Lenguas” no se da silvestre y que en toda la historia de la humanidad ha habido pocos hiperpolíglotas como es el caso del doctor Ruiz: El cardenal italiano Giuseppe Mezzofanti, nacido en el siglo XVIII, hablaba perfectamente 38 lenguas, 30 más de manera no tan sofisticada y 50 idiomas derivados de esas lenguas. Mezzofanti llegó a ser considerado una especie de Belcebú por sus contemporáneos debido a su excepcional habilidad, pero eso no impidió que lo nombraran Director de la Biblioteca Vaticana. El escritor, político y lingüista John Bowring llegó a conocer medianamente unos 200 idiomas y manejaba un centenar más, con fluidez. Por su parte, el lingüista norteamericano Kenneth Locke Hale aprendió 50, entre ellos algunos idiomas aborígenes en peligro de extinción como el Navajo, el Hopi y el Maripiri de Australia, Sebastián Heine, alemán, bautizado como “La torre humana de Babel”, tiene 22 años y es capaz de comunicarse en 35 lenguas diferentes, el liberiano Ziad Yousseff Fazari, domina 60 y el famoso historiador francés Georges Dumèzil, 30, Jorge Fernández, un peruano de 18 años, habla con fluidez 12 lenguas. El gran chelista mexicano y concertista mundial Carlos Prieto, un apasionado por el estudio de la génesis de los idiomas, dice en su libro ‘Cinco Mil Años de Palabras’, que en el mundo hay unas seis mil lenguas de las cuales un porcentaje muy alto (90%) están condenadas a desaparecer. Stephen Krashen, autor de más de cuatrocientos libros y artículos sobre el aprendizaje de lenguas, profesor de la Universidad de California, dice que aprender lenguas hace a la gente más inteligente.
Recientes investigaciones de Ellen Bialystok, famosa siquiatra e investigadora canadiense, sugieren que el bilingüismo reduce algunos de los efectos negativos del envejecimiento e incluso puede retrasar la aparición de conductas seniles y el Alzheimer. El doctor Ruiz Morales empieza estudiando la semántica, el vocabulario, las conjugaciones y va armando frases correctas en idiomas tan disímiles como el esperanto o el hindi: “Alguna vez dije que hubo una etapa de mi vida que creí en la reencarnación y estaba convencido de que yo había sido judío-alemán porque aprendí el hebreo y el alemán a una velocidad que nunca pude explicarme. Con los años me di cuenta de que esa aptitud provenía de una mezcla de disciplina y orden gramatical”.