Intercambio post-colombino Los Ensayos Históricos de Encarta reflejan el conocimiento y la visión de destacados historiadores. En este ensayo, John McNeill, de la Universidad de Georgetown, describe los trascendentales efectos del intercambio post-colombino, la proliferación de plantas, animales y enfermedades por todo el mundo que se produjo tras los viajes de Cristóbal Colón a América.
Intercambio post-colombino Por John McNeill Los geólogos afirman que hace entre 280 y 225 millones de años, las zonas de la Tierra que se habían separado anteriormente se unieron en un continente único llamado Pangea. Además, opinan que hace unos 120 millones de años, este continente empezó a separarse. El océano Atlántico se formó a medida que este fenómeno se producía, separándose así el continente americano de África y Eurasia. A lo largo de los millones de años siguientes, tanto en América como en el resto del mundo, la evolución biológica siguió caminos diferentes, creando dos mundos separados biológicamente. No obstante, cuando Cristóbal Colón y su tripulación desembarcaron en las Bahamas en octubre de 1492, estos dos mundos separados volvieron a unirse. El viaje de Colón, junto con los demás viajes que le sucedieron, trastocó gran parte de la segregación biológica que había originado la deriva continental. Tras la llegada de Colón a América, la vida animal, vegetal y bacteriana de esos dos mundos empezó a mezclarse. Este proceso, que el historiador estadounidense Alfred Crosby estudió exhaustivamente, se denominó intercambio post-colombino. Como consecuencia de la nueva unión de las antiguas masas continentales biológicamente diversas, el intercambio postcolombino tuvo importantes y duraderos efectos en todo el mundo. Se introdujeron nuevas enfermedades en las poblaciones americanas que nunca las habían sufrido. El resultado fue devastador. Además de enfermedades, estas poblaciones experimentaron plagas y conocieron nuevas semillas y animales. En Eurasia y África se introdujeron alimentos y nuevos cultivos ricos en fibra que mejoraron la dieta y fomentaron el comercio. Asimismo, el intercambio post-colombino amplió en gran medida la producción de algunas sustancias estimulantes, como el café, el azúcar y el tabaco, haciéndolas llegar así a millones de personas. El resultado de este intercambio modificó las condiciones biológicas de ambas regiones y alteró la historia del mundo. El flujo de Este a Oeste: enfermedades Con diferencia, la consecuencia más devastadora del intercambio post-colombino fue la introducción de nuevas enfermedades en América. Cuando los primeros habitantes de América atravesaron el estrecho de Bering hace entre 20.000 y 12.000 años, trajeron consigo muy pocas enfermedades ya que no poseían animales domesticados, fuente principal de enfermedades humanas como la viruela y el sarampión. Además, cuando pasaron de Siberia a América del Norte, los primeros habitantes del continente americano habían sufrido muchos años de frío extremo y por ello desaparecieron muchos de los agentes causantes de enfermedades que pudieron haber viajado con ellos. Como resultado, hacia 1492 la población de este continente se estimaba ya entre 40 y 60 millones de personas que se habían librado de la mayoría de las enfermedades que afectaron a las poblaciones del resto del mundo durante milenios. Mientras tanto, en Asia y África, la domesticación de los animales provocó nuevas enfermedades que el ganado, las ovejas, los cerdos y las aves de corral se encargaron de extender. Justo después de 1492, los marineros involuntariamente introdujeron en América enfermedades como la viruela, el sarampión, las paperas, la tosferina, la gripe, la varicela o el
tifus. Los habitantes de África y Eurasia desarrollaron cierta inmunidad ante estas enfermedades porque las llevaban sufriendo mucho tiempo. Sin embargo, los indígenas americanos no estaban inmunizados contra ellas. Tanto los adultos como los niños se vieron afectados por una ola de epidemias que provocaron un incremento en la mortalidad en todo el continente americano. Varios millones de personas murieron en las zonas más pobladas del centro de México y Perú. En algunas islas del Caribe, la población de indígenas desapareció completamente. En total, entre 1492 y 1650, desapareció casi el 90% de los primeros pobladores de América. Esta pérdida se considera el mayor desastre demográfico de la historia de la humanidad. Al originar un descenso de población tan brutal, el intercambio post-colombino destrozó el equilibrio ecológico y económico del continente. Los ecosistemas sufrieron importantes desórdenes cuando los bosques volvieron a crecer y el número de animales se incrementó. En lo que a la economía se refiere, el descenso de población ocasionado por el intercambio postcolombino indirectamente originó una espectacular reducción de la mano de obra en toda América, hecho que contribuyó a la utilización de esclavos procedentes de África. Hacia 1650, el tráfico de esclavos introdujo nuevas enfermedades, como la malaria y la fiebre amarilla, que diezmaron la población de indígenas americanos. El flujo de Este a Oeste: cultivos y animales Los eurasiáticos mandaron hacia el oeste algo más que enfermedades. La introducción en América de nuevos cultivos y de animales domesticados hizo tanto daño al equilibrio biológico, económico y social del continente como la introducción de enfermedades. Colón deseaba establecer en América nuevos cultivos y por ello en sus últimos viajes llevó los que pensaba que crecerían allí sin problemas. Llevó las semillas de los cereales que más se consumían en Europa: trigo, cebada y centeno, así como cultivos mediterráneos como azúcar, bananos y frutos cítricos, todos ellos originarios de Asia. Al principio muchos de estos cultivos no crecieron como se esperaba, sin embargo, finalmente, las plantas prendieron dando sus frutos correspondientes. Después de 1640, el azúcar se convirtió en el elemento básico de las economías caribeñas y brasileñas, consolidando las bases de la mayor sociedad de esclavos que se conoce. La producción de arroz y algodón, ambos importados durante el intercambio post-colombino, junto con la de tabaco, sentaron las bases de la sociedad esclavista en Estados Unidos. El trigo, que agarró rápidamente gracias a las temperaturas de América del Norte y del Sur y de las tierras altas de México, se convirtió con el tiempo en el principal cultivo alimenticio de decenas de millones de personas de América. De hecho, hacia finales del siglo XX, las exportaciones de trigo de Canadá, Estados Unidos y Argentina daban de comer a muchas personas de otros lugares del mundo, si bien es cierto que la proliferación de estos cultivos cambió completamente la economía del continente americano. No obstante, estos nuevos cultivos eran apreciados por los colonos europeos y por los esclavos africanos. Los indígenas americanos preferían los suyos propios. Sin embargo, en lo que se refiere a los animales, los indígenas americanos aceptaron con entusiasmo los que trajeron los euroasiáticos. Con el intercambio post-colombino se introdujeron en América caballos, reses, ovejas, cerdos y otras muchas especies de animales de labor. Antes de la llegada de Colón, las sociedades americanas autóctonas de los Andes habían domesticado llamas y alpacas, pero ningún otro animal que pesase más de 45 kg. La razón radica en que ninguna de las otras 23 especies de mamíferos presentes en América antes de la llegada de Colón era adecuada para domesticarla. Sin embargo, en Eurasia había 72 especies de animales grandes, 13 de las cuales eran fáciles de domesticar. Por tanto, aunque los indígenas americanos disponían de gran número de cultivos alimenticios antes de 1492, el número de animales domesticados era bajo, entre ellos, además de llamas y alpacas, se encontraban perros, pavos y conejillos de Indias. De todos los animales que introdujeron los europeos, el caballo resultó ser el más atractivo. Los indígenas americanos lo consideraban al principio la aterradora bestia de guerra que
montaban los conquistadores españoles. Sin embargo, pronto aprendieron a montarlos y a criarlos. En las Grandes Llanuras de Norteamérica, la llegada del caballo revolucionó la vida de los indígenas americanos ya que facilitaba a las tribus la caza del búfalo. Muchos grupos de indígenas americanos dejaron la agricultura y se convirtieron en nómadas a la caza del búfalo y, dicho sea de paso, en los enemigos más tremendos de la expansión europea en el continente americano. Reses, ovejas, cerdos y cabras también se hicieron muy populares en América. Unos 100 años después de la llegada de Colón, enormes manadas de reses salvajes erraban por los pastos naturales de América. Las reses salvajes y, en menor grado, las ovejas y cabras, amenazaron los cultivos alimenticios de los indígenas americanos, especialmente en México. Con el tiempo, surgió cierta economía ganadera basada en el ganado, cabras y ovejas. Los ranchos ganaderos aparecieron en las praderas de Venezuela y Argentina, y en el extenso mar de hierba que se extiende desde el norte de México hasta las praderas canadienses. Los indígenas americanos empleaban el ganado por la carne, el sebo, las pieles, como medio de transporte y como animales de carga y arrastre. Por todo ello, los animales domesticados procedentes de Eurasia provocaron una revolución biológica, económica y social en América. El flujo de Oeste a Este: enfermedades En lo que a enfermedades se refiere, el intercambio post-colombino supuso un desenfreno desigual y el continente americano se llevó la peor parte. El flujo de enfermedades de América que se desplazó en dirección este y entró en Eurasia y África no tuvo mayor importancia. Sin embargo, no se tiene conocimiento de las enfermedades que se sufrieron en América antes de la llegada de Colón. Basándose en el estudio de los restos de los esqueletos animales, los antropólogos afirman que los indígenas americanos sufrieron artritis. Además sufrieron otra enfermedad, probablemente un tipo de tuberculosis que pudo o no haber sido similar a la tuberculosis pulmonar común en el mundo moderno. Los indígenas americanos sufrieron asimismo una serie de enfermedades entre las que se incluyen dos tipos de sífilis. Una teoría polémica afirma que la epidemia de sífilis venérea que azotó a gran parte de Europa a principios de 1494 procedía de América, aunque no existen pruebas concluyentes de esta teoría. El flujo de Oeste a Este: cultivos y maneras de cocinar los alimentos Las nuevas especies de plantas y la manera de cocinarlas de América influyeron enormemente en el resto del mundo y transformaron la vida en lugares tan lejanos como Irlanda, Suráfrica y China. Antes de la llegada de Colón, en América había ya gran cantidad de plantas comestibles. Cuando Colón llegó, se utilizaban docenas de plantas, entre ellas el maíz, la patata, la mandioca y varios tipos de alubias y calabazas. Se cultivaban asimismo, en menor cantidad, boniato, papaya, piña, tomate, aguacate, guayaba, cacahuete, guindilla y cacao. Unos 20 años después del último viaje de Colón, el maíz se estableció como cultivo en el norte de África y posiblemente en España. Su cultivo se extendió a Egipto, donde se convirtió en el producto principal del delta del río Nilo, y de allí hasta el Imperio otomano, especialmente en los Balcanes. Hacia 1800, el maíz era el cereal más importante en la mayor parte de lo que actualmente es Rumania y Serbia, así como en Hungría, Ucrania, Italia y el sur de Francia. Se utilizaba con frecuencia para alimentar a los animales aunque las personas también lo consumían, principalmente en forma de gachas o de pan. El maíz apareció en China en el siglo XVI y con el tiempo supuso una décima parte de todo el cereal del país. En el siglo XIX se convirtió en un cultivo importante en la India. Sin embargo, quizás fuese en el sur de África donde el maíz jugó su más importante papel. Allí llegó en el siglo XVI en el contexto del comercio de esclavos. Las condiciones medioambientales de los países meridionales de África, lo que ahora es Angola, Zambia, Zimbabue, Mozambique y las zonas orientales de Suráfrica, eran idóneas para su cultivo. A lo largo de los siglos, el maíz se convirtió en el principal alimento de campesinos en gran parte del sur de África. A finales del
siglo XX, por ejemplo, los cultivos de maíz ocupaban de dos tercios a tres cuartos de las tierras cultivables de la región. A pesar del éxito del maíz, la modesta patata probablemente ejerció mayor impacto puesto que mejoró la alimentación y el consecuente crecimiento de la población en Eurasia. La patata no tuvo mucho impacto en África ya que las condiciones para su cultivo no eran las idóneas. Todo lo contrario ocurrió en el norte de Europa. Su llegada a Irlanda produjo un significativo crecimiento de la población hasta que una plaga afectó a los cultivos provocando una terrible hambruna en 1845. Después de 1750 la patata fue bien acogida en Escandinavia, Países Bajos, Alemania, Polonia y Rusia, y ayudó a que se produjera una explosión demográfica en toda Europa. Es posible que esta explosión demográfica sentara las bases de acontecimientos tan importantes como la Revolución Industrial y el moderno imperialismo europeo. La patata sirvió también para alimentar a los habitantes de las montañas de todo el mundo, especialmente en China, donde fomentó los asentamientos en regiones montañosas. Mientras que el maíz y la patata fueron los cultivos procedentes de América que más impacto causaron en el mundo, también hubo otros cultivos a tener en cuenta. En África occidental, el cacahuete y la mandioca pasaron a ser nuevos productos alimenticios. La mandioca, un arbusto tropical originario de Brasil, posee raíces de fécula que crecen en casi todos los tipos de suelos. En los terrenos húmedos de África occidental y central, la mandioca se convirtió en un cultivo indispensable. En la actualidad, la mandioca es la principal fuente de nutrición de unos 200 millones de africanos. El cacao y el caucho, otros dos cultivos procedentes de América del Sur, llegaron a ser importantes productos de exportación en África occidental en el siglo XX. El boniato, introducido en China en la década de 1560, se convirtió en el tercer cultivo más importante del país después del arroz y el maíz. Resultó ser un estupendo complemento en las dietas de las tierras monzónicas de Asia. De hecho, en casi todas las partes del mundo los productos procedentes de América se convirtieron en los más cultivados, sustituyendo en ocasiones a los implantados. A finales del siglo XX, aproximadamente un tercio de los cultivos alimenticios del mundo procedían de las plantas traídas del continente americano. Está claro que el crecimiento demográfico habría sido más lento sin ellos. Por el contrario, los animales originarios del América no causaron tanto impacto en el resto del mundo. El camello y el caballo proceden en realidad de Norteamérica, aunque emigraron en dirección oeste atravesando el estrecho de Bering hasta Asia, donde evolucionaron hasta adquirir las formas que presentan actualmente. Cuando tuvo lugar el intercambio postcolombino, estos animales se habían extinguido en América, y la mayoría de los animales domesticados de este continente causaron un leve impacto en el resto del mundo. Uno de los pocos animales domésticos que causó impacto fue el pavo. Seguramente después del siglo XIX, la rata almizclera y la ardilla norteamericana colonizaron grandes zonas de Europa. Tras la introducción deliberada de animales americanos, como el mapache, apreciado por su piel e importado a Alemania en la década de 1920, se establecieron comunidades salvajes de animales que formaron los que escapaban. Sin embargo, ninguna de las especies animales procedentes de América trajo consigo enfermedades que cuajaran en las condiciones de Europa, África o Asia. El intercambio post-colombino en el mundo actual Tal y como sugiere la introducción en Europa de especies como la rata almizclera o el mapache, el intercambio post-colombino continúa en el presente. De hecho, seguramente se seguirá produciendo en el futuro puesto que el sistema de intercambio actual sigue el patrón implantado desde Colón. No hace muchos años, por ejemplo, el mejillón cebra del mar Negro, que viajó de “polizón” en el agua que servía de lastre a los barcos, invadió las aguas de Norteamérica. Allí bloquearon las tomas de agua de fábricas, plantas de energía nuclear y depósitos municipales de la región de los Grandes Lagos. Así como la llegada de los barcos de Cristóbal Colón a América en el siglo XV trajo consigo el intercambio de enfermedades, cultivos y animales a nivel mundial, la práctica de los barcos del siglo XX de utilizar agua
como lastre ayudó a homogeneizar la flora y fauna de los puertos y estuarios del mundo. Del mismo modo, el transporte aéreo permite la proliferación de insectos y enfermedades que no hubieran sobrevivido a viajes más largos y lentos. En la actualidad, el transporte sigue la tradición colombina al fomentar la homogeneización de las plantas y animales del mundo. De todas formas, en nuestros días, la importancia histórica mundial de los intercambios modernos pierde esplendor si se compara con los acontecimientos que tuvieron lugar en el intercambio post-colombino original. Acerca del autor: John McNeill es profesor de Historia de la Universidad de Georgetown. Entre sus numerosas publicaciones destacan: Global Environmental History of the Twentieth Century y Atlantic American Societies from Columbus to Abolition. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.