INTRODUCCIÓN A LA MEDIACIÓN FAMILIAR TEMA 5. CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA MEDIADORA “... el mediador o la mediadora asume una tarea educativa y propedéutica, creando un contexto de confianza, colaboración y participación activa, al garantizar una estructuración orgánica de un proceso que ya ha comenzado (Cárdenas, 1999).”1 Un mediador carece de poder de decisión autorizado. Esta característica distingue al mediador del juez o arbitro. El mediador trabaja para reconciliar los intereses encontrados de las dos partes. La meta del mediador es ayudar a las partes a examinar el futuro y sus intereses o necesidades y a negociar el intercambio de promesas y relaciones que serán mutuamente satisfactorias y se ajustarán a las normas de equidad de dichas partes (Moore, 1995). Según la American Arbitration Association citada en Moore (1995), el mediador puede asumir diferentes roles y funciones para ayudar a las partes a resolver las disputas: Inaugura los canales de comunicación que promueven o hacen más eficaz la comunicación. Es quien legitima, y ayuda a todas las partes a reconocer los derechos de otros a participar en las negociaciones. Es el facilitador del proceso que suministra un procedimiento y a menudo preside formalmente la sesión de negociación. Es el instructor que educa as los negociadores novicios, inexpertos o sin preparación, formándolos en el procedimiento de negociación. Es el multiplicador de los recursos que suministra asistencia procesal a las partes y las vincula con expertos y recursos externos, por ejemplo abogados, peritos, factores de decisión o artículos adicionales para el intercambio, todo lo cual puede permitirles ampliar las alternativas aceptables de resolución. Es el explorador de los problemas que permite que las personas en disputa examinen el conflicto desde diferentes puntos de vista, ayuden a definir cuestiones e intereses fundamentales, y busquen opciones mutuamente satisfactorias. Es el agente de la realidad que ayuda a organizar una resolución razonable y viable, y cuestiona y se opone a las partes que afirman metas extremas o poco realistas. Es la victima propiciatoria que puede asumir parte de la responsabilidad o la culpa por una decisión impopular que las partes de todos modos estarían dispuestas a aceptar. Esto les permite mantener su integridad y cuando tal cosa es apropiada, obtener el apoyo de sus propias bases. Es el líder que toma la iniciativa de impulsar las negociaciones mediante sugerencias de procedimiento, y a veces de carácter sustancial. Señala Moore (1995) que a menudo los conflictos se agravan o atenúan sobre la base de la percepción que una parte tiene de la otra. El papel del mediador 1
Cárdenas, E. (1999). La mediación en conflictos familiares. Buenos Aires, Lumen Humanitas.
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INTRODUCCIÓN A LA MEDIACIÓN FAMILIAR en la fase de conciliación consiste en reducir las barreras perceptuales que se oponen a la negociación. Generalmente se lo consigue en cuatro etapas: 1. Identificar las percepciones que tiene una parte 2. Evaluar si las percepciones parecen exactas o inexactas 3. Evaluar la posibilidad de que las percepciones impidan o auspicien un arreglo productivo y fundamental 4. Ayudar a las partes a revisar su percepción de los restantes litigantes cuando los han caracterizado con estereotipos u otras deformaciones de la imagen y reducir los efectos negativos de esas distorsiones. LA FIGURA MEDIADORA EN EL CONTEXTO FAMILIAR Centrándonos en el contexto de la mediación familiar encontramos múltiples definiciones y características, de las que destacaré las que a mi juicio resumen mejor el concepto de persona mediadora . Así para Romero2 (2001) el papel del mediador puede ser descrito en los siguientes términos: a) Fortalecer el equipo parental, ayudando a los progenitores a conservar o en su caso a recuperar la competencia como padres y a contraponerla y diferenciarla de la relación de ex – cónyuges. No es fácil preservar aquella al mismo tiempo que se disuelve ésta. Quienes lo consiguen demuestran poseer una capacidad de dominio de sus desavenencias, sobre las que es posible trabajar. La pareja parental y la conyugal se han imbricado en la vida ordinaria. Un trabajo de mediación ha de estar orientado, a través de los acuerdos, a deslindar la una de la otra, favoreciendo el distanciamiento en relación con aquella situación en la que ambos padres permanecen cerrados, pillados en la trampa de rencores recíprocos. El mediador debe facilitar la asimilación de la separación y la adopción de nuevos roles y permitir a los dos padres ser los actores de las modalidades de su separación, pasando por un trabajo de integración psíquica de su ruptura, que se inicia con el proceso de duelo. Con esta condición se dará lugar a la reflexión y al análisis de las buenas condiciones que atañen a los hijos y a las que la pareja ha de llegar a acordar, para seguir actuando como padres. b) Manejar adecuadamente el propósito explícito que los padres tienen de no hacer daño a sus hijos, devolviéndoles esta voluntad como el mejor instrumento para actuar positivamente a la hora de comunicar a los hijos la decisión de separarse. c) Ayudar a los progenitores a pasar de una paternidad/ maternidad interesada en el disfrute personal del hijo/a a una paternidad/ maternidad centrada en el 2
ROMERO, F. (2001): La mediación familiar, un nuevo ritual para la separación y el divorcio en las sociedades actuales, en Estructura y cambio social. CIS. Madrid. JOSE ANTONIO TORRES FERNANDEZ - 2009
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INTRODUCCIÓN A LA MEDIACIÓN FAMILIAR menor, lo que significa tener un fino sentido de la responsabilidad y de la generosidad. d) Ayudar a la pareja a priorizar sus decisiones y actuaciones en función de la satisfacción de las necesidades básicas que tienen los hijos como son: seguridad de afecto y protección, previsión del futuro y liberación de posibles sentimientos de culpabilidad, ya sea en relación consigo mismo, ya sea en relación con sus progenitores. e) Ayudar a la pareja a que distinga y controle la comunicación implícita de la separación de la comunicación explícita. f) Tener en cuenta la necesaria prevención acerca de las posibles interferencias de terceros, familiares, amigos, que puedan distorsionar los mensajes acordados que los padres transmiten a sus hijos en estas circunstancias en que deciden separarse. g) Plantear en el proceso mediador, como objeto de acuerdo entre las partes, la forma de realizar la comunicación a los hijos sobre la decisión de separación, concretando, según las edades de los hijos y otras circunstancias relevantes, el contenido, el cuándo y el cómo hacer esa comunicación. Con relación a estos acuerdos cabe sugerir las siguientes disposiciones: Preservar la buena imagen de ambas figuras parentales a los ojos de los hijos. Preservar, en la comunicación ordinaria con los hijos, un espacio neutral para que no se vean inducidos a tomar partido por uno de sus progenitores, ni implicarles en un posible conflicto judicial. Transmitir con claridad y firmeza a los hijos menores, que existen límites y que las resoluciones judiciales son de obligado cumplimiento también para ellos. Observar explícitamente las posibles conductas que los hijos puedan tener como reacción ante la decisión de los padres de separarse, para así poder actuar en consecuencia. Características de la persona mediadora
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Siguiendo a Graciela Curuchelar podemos plantear los siguientes requisitos u objetivos que persigue la mediación: 1. Promover habilidades sociales para resolver por sí mismos los conflictos: la resiliencia puede ser promovida y fomentada por el mediador. La promoción es la maximización del potencial y del bienestar de los individuos. Se promueve la habilidad de pensar en abstracto, reflexiva y flexiblemente, y la posibilidad de intentar soluciones, elaborar estrategias, creatividad y criticidad. La resolución pacífica de conflictos previene la violencia; la resiliencia previene la adversidad.
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Graciela Beatriz Curuchelar, en http://aainfancia.org.ar/leer.php/65
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INTRODUCCIÓN A LA MEDIACIÓN FAMILIAR 2. Fomentar expectativas elevadas: promover el sentido de identidad, respeto por el otro, la libertad de tomar decisiones, un ambiente positivo e inclusivo, la aceptación de uno mismo y los demás, el compromiso de esforzarse por alcanzar el máximo potencial. 3. Mirar al futuro desde una perspectiva positiva y de superación: potenciar la capacidad de aprender del propio dolor y reparar. Será conveniente actuar sobre todas y cada una de las fases del conflicto: habrá un momento crítico para enfrentar al otro, un momento filosófico para recurrir a la mediación, un momento técnico para reparar las heridas y un momento resiliente para retomar el curso de la existencia. Esta mediadora enfatiza la importancia de la resiliencia como enfoque para el entrenamiento de los profesionales que desarrollen mediación. La resiliencia, concepto generado desde la física para describir una característica de algunos materiales que les permite reasumir su forma o posición original después de ser sometido bajo una fuerza, es empleado en ciencias sociales para definir la capacidad de un individuo de poder vivir bien y desarrollarse positivamente, a pesar de las difíciles condiciones de vida. La persona resiliente puede salir fortalecida y transformada por sus malas experiencias (o a pesar de ellas), con una actitud positiva. Para que una persona sea resiliente es necesario que se den algunas de estas fuentes de resiliencia: Factores de soporte externo: lo que la persona tiene, “Yo tengo” Fuerzas internas personales: lo que la persona es, “Yo soy” Habilidades sociales: lo que puede hacer, “Yo puedo” Lo que la persona está dispuesta a hacer, “Yo estoy” Para esta autora, las principales características de la persona mediadora serían: Autoestima: “la apreciación que el ser humano va haciendo de sí mismo, que con los años tiende a mantenerse en forma más o menos constante y que debería integrar una autopercepción realista que incluye los aspectos potentes y más débiles de sí mismo” (Bertrán, 1998). Estas percepciones que el ser humano va haciendo provienen de la retroalimentación entregada de forma constante por el medio y las experiencias que desarrolla en él, que se constituyen en vínculos afectivos significativos. Personas que tienen un alto grado de resiliencia, al cual se vincula una elevada autoestima y un buen autoconcepto, presentan características particulares, tales como: Motivación de logro Mayores actitudes de acercamiento a situaciones y personas nuevas Autosuficiencia Actitud dirigida a la resolución de problemas Menor evitación de los problemas Menor fatalismo frente a situaciones difíciles JOSE ANTONIO TORRES FERNANDEZ - 2009
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En cuanto a temperamento, muestran un humor básico positivo
Sentido del humor: disposición del espíritu a la alegría, que permite alejarse del foco de tensión, relativizar, positivizar, elaborar de un modo lúdico. Sirve para metamorfosear un sufrimiento y convertirlo en un acontecimiento social agradable; para transformar una percepción que hace daño en una representación que hace sonreír. Creatividad: corresponde a la capacidad de imponer orden, belleza y un propósito a las situaciones de dificultad o caos. La metáfora del tejido de la resiliencia permite dar una imagen del proceso de reconstrucción de uno mismo. Los adultos creativos son aquéllos capaces de componer y reconstruir. Introspección: capacidad de examinarse internamente y darse respuestas honestas. Implica una clara inteligencia emocional. Se manifiesta como la sabiduría, la comprensión de sí mismo y de otras personas, aceptando las dificultades sin culpar a los demás. Independencia: capacidad de establecer límites entre uno mismo y los ambientes adversos. Se expresa en la aptitud para vivir en forma autónoma y para tomar decisiones por sí mismo. Fija una distancia emocional y física. Capacidad de interacción: es la capacidad de establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas. Se expresa en la valoración hacia las relaciones interpersonales, la intimidad y los rituales. Capacidad de iniciativa: capacidad de hacerse cargo de los problemas y de ejercer el control sobre ellos. Se habla de generatividad (participación en proyectos comunitarios, sentimientos de autorrealización, capacidad de liderazgo, enfrentamiento de desafíos). Moralidad: se entiende como conciencia moral. Es la ideología personal y la capacidad de servicio y de entrega hacia los demás, de comprometerse con valores y actuar con integridad.
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