Principios del diseño arquitectónico Escrito por Naomi Bolton | Traducido por Claudia caceres
El diseño arquitectónico es sobre estética y funcionalidad. Los principios del diseño se utilizan en la arquitectura para organizar o arreglar las estructuras para crear un edificio exitoso o para el medio ambiente. Las instituciones enseñan distintos grupos de principios con respecto al diseño arquitectónico, pero todos ellos tienen las mismas metas en mente: crear estructuras que sean visualmente atractivas, fáciles de usar y respetuosas con el medio ambiente. Anteriormente los arquitectos se centraban principalmente en la funcionalidad y la estética, pero el diseño arquitectónico ha evolucionado para incluir también los principios del diseño ergonómico y sostenible. Principios de diseño visual Los principios del diseño visual se aplican a todas las áreas de diseño, tales como el diseño gráfico, diseño de productos y de las artes. Como la arquitectura es también considerada un área de diseño visual, los arquitectos tienen que reconocer y poner en práctica estos principios para lograr el éxito estético en sus diseños. Los principios fundamentales de diseño visual son el equilibrio, proporción, ritmo, énfasis y la unidad. La balanza crea estabilidad visual (los arquitectos utilizan a menudo simetría , también conocida como equilibrio formal). La proporción se refiere a los tamaños relativos dentro de las estructuras, que es muy importante en la arquitectura. Por ejemplo, los edificios gubernamentales, teatros e iglesias se construyen a menudo para impresionar y empequeñecer al observador, mientras que las proporciones en una casa particular suelen ser más conformes a la medida humana. El ritmo se crea mediante la repetición de formas en los edificios. El énfasis se logra a través del contraste (muchos arquitectos crean un punto focal en sus edificios para llamar la atención. Una entrada es a menudo un punto focal). El principio de unidad se define en la forma en que está estructurado el edificio para crear una armonía visual.
Principios universales de diseño Un grupo de arquitectos, diseñadores de productos, ingenieros e investigadores ambientales de diseño han establecido los principios universales de diseño para una amplia gama de disciplinas de diseño, incluyendo los entornos y productos. El grupo fue financiado por el Instituto Nacional de la Discapacidad y de Investigación de Rehabilitación, así como el Departamento de Educación de EE.UU. Estos principios universales de diseño se centran principalmente en la facilidad de uso de los diseños, un aspecto que es muy importante en la arquitectura. Los arquitectos también se refieren a estos como los principios para el diseño inclusivo. Uso equitativo: un edificio debe ser útil para personas con capacidades diferentes y proporcionar los mismos medios de uso para todos los s. Flexibilidad en el uso: las estructuras arquitectónicas deben dar cabida a una amplia gama de preferencias y habilidades individuales, por ejemplo, ser fácil de usar tanto para s zurdos como diestros. Uso sencillo e intuitivo: el diseño del edificio tiene que ser fácil de entender, independientemente de las habilidades de los s de fondo, el conocimiento o el lenguaje. Información perceptible: la información necesaria para su uso necesita ser comunicado con eficacia al . La tolerancia para el error: los riesgos y las consecuencias adversas de los accidentes deben reducirse al mínimo en los diseños arquitectónicos. Esfuerzo físico bajo: la gente debería ser capaz de acceder a diferentes partes del edificio de manera eficiente y cómodamente con un mínimo de fatiga. Tamaño y espacio para su uso: el tamaño adecuado y el espacio tienen que ser proporcionados en los edificios para el , alcance, manipulación y uso, independientemente del tamaño corporal del , postura o la movilidad.
Reseña histórica Artículo principal: Historia de la Arquitectura.
Taj Mahal en India.
Según el tópico popular, en el tratado más antiguo que se conserva sobre la materia, De Architectura, de Vitruvio, Siglo I a. C., se dice que la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas). La arquitectura se puede definir, entonces, como un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros. No tendría sentido tratar de entender un trabajo de la arquitectura sin aceptar estos tres aspectos. Sin embargo, basta con leer el tratado para percatarse de que Vitruvio exigía estas características para algunos edificios públicos muy particulares. De hecho, cuando Vitruvio se atreve a intentar un análisis del arte sobre el que escribe, propone entender la arquitectura como compuesta de cuatro elementos: orden arquitectónico (relación de cada parte con su uso), disposición ("Las especies de disposición [...] son el trazado en planta, en alzado y en perspectiva"), proporción ("Concordancia uniforme entre la obra entera y sus ") y distribución (en griego ''oikonomía'', consiste "en el debido y mejor uso posible de los materiales y de los terrenos, y en procurar el menor coste de la obra conseguido de un modo racional y ponderado"). Sus dudas al respecto son bastante intensas, pues cuatro páginas más adelante divide la arquitectura en tres partes: Construcción, Gnómica y Mecánica. Por interesante y sugerente que sea, no debe olvidarse que este tratado es el único tratado clásico que nos ha llegado, y la probabilidad de que sea lo mejor de su época es pequeña. La historia de las diversas versiones del tratado de Vitruvio resume bien el conflicto a la hora de definir la arquitectura. En 1674 Claude Perrault, médico fisiólogo especializado en disección de cadáveres y buen dibujante, publica su traducción resumida del tratado de Vitruvio, que queda totalmente reorganizado. El resumen de Perrault es el medio por el que se conoció Vitruvio y que desde entonces influyó en los tratados y teorías de los siglos siguientes. Y es en ese resumen en el que la tríada vitruviana va a ver la luz. La diferencia sustancial entre la versión de Perrault y las anteriores radica, según José Luis González Moreno-Navarro, en que Perrault tergiversa "el carácter sintético de la arquitectura en una visión estrictamente analítica y fragmentada en tres ramas autónomas [lo que] es una consecuencia de su estructura mental [...] formada a lo largo de una vida dedicada al análisis de los organismos vivos, que evidentemente en ningún momento recomponía y volvía a dar vida". Por el contrario, según Vitruvio:
Rascacielos en Japón.
La arquitectura es una ciencia que surge de muchas otras ciencias, y adornada con muy variado aprendizaje; por la ayuda de que un juicio se forma de esos trabajos que son el resultado de otras artes. La práctica y la teoría son sus padres. La práctica es la contemplación frecuente y continuada del modo de ejecutar algún trabajo dado, o de la operación mera de las manos, para la conversión de la materia de la mejor forma y de la manera más acabada. La teoría es el resultado de ese razonamiento que demuestra y explica que el material forjado ha sido convertido para resultar como el fin propuesto. Porque el arquitecto meramente práctico no es capaz de asignar las razones suficientes para las formas que él adopta; y el arquitecto de teoría falla también, agarrando la sombra en vez de la substancia. El que es teórico así como también práctico, por lo tanto construyó doblemente; capaz no sólo de probar la conveniencia de su diseño, sino igualmente de llevarlo en ejecución.
Estadio Nacional de Pekín "nido de pájaro" en China. En el ámbito académico el proceso producción arquitectónica, o de proyecto, involucra la sensibilidad como medio de recorte de las diferentes disciplinas asociadas, y aún cuando en épocas pasadas se escribieran extensos tratados, hoy en día lo legal y lo técnico dictan las normas, pero no los modos. Es entonces la arquitectura —desde lo contemporáneo y apoyada en los nuevos recursos tecnológicos— un ejercicio en el que efectivamente se envuelven orden, síntesis, semiología, materia, pero aún más importante que aquello, es un trabajo creativo, innovativo, inédito, siempre que se excluya la arquitectura producida desde la industria inmobiliaria.
Angkor, Camboya. La importancia de la arquitectura en el siglo XX ha sido enorme, pues su ejercicio fue responsable de no menos de la tercera parte de los materiales acarreados por la humanidad en ese lapso.1
Durante este periodo, no sólo se ha producido un gran aumento de población, con sus correspondientes necesidades edificatorias (especialmente de viviendas), sino también importantes movimientos de poblaciones, desde las zonas rurales a las urbanas y, terminada la Guerra Fría, desde los países pobres a los países ricos. Los movimientos migratorios han supuesto, no sólo un aumento de la demanda de nuevos edificios en las zonas urbanas, sino también el abandono del patrimonio construido que, en muchos casos, se ha perdido definitivamente. Este constante cambio en las necesidades y usos asociados a la edificación permite explicar otra de las características de la Arquitectura moderna. Este constante replanteo de conceptos, que se remonta hasta la Ilustración, se han desarrollado distintos y numerosos estilos arquitectónicos con el afán de dar una respuesta a esta interrogante; en el siglo XIX, se produce el abandono de la ortodoxia neoclásica en favor de un eclecticismo estilístico de carácter historicista, dando lugar al neogótico, neorrománico, neomudéjar... Sólo con la llegada del siglo XX surgen estilos realmente originales, como el Arts and Crafts, el Art Nouveau, el Modernismo, el Bauhaus, el Estilo Internacional, el Post-Modernismo, etc.